martes, 1 de noviembre de 2016

Halloween, cumples y yogures

Aprovechando el Día de Todos los Santos y el pseudo puente que hemos podido cogernos (aunque con el portátil siempre a cuestas, fiel escudero de cualquier autónomo), nos hemos juntado toda la family en nuestro pequeño reducto conquense: padres, niños, abuelos, tíos, primos, sobrinos... En total cinco jubilados, cinco matrimonios y medio y ocho muchachos y muchachas de entre 1 y 10 años compartiendo el pan, con todo lo bueno y lo mano que ello conlleva.

Es una lata preparar comidas y cenas para 24 personas, aún más cuando no hay lavavajillas y luego hay que hacer turnos para fregar a mano. Sí, ya sé, ¿dónde queda lo tecnológico de la que aquí suscribe cuando se va al pueblo? Sería tan estupendo tener un Bautista robótico que se encargara de todo durante estos días de frenética actividad y poder aprovechar para dedicarnos a la meditación (¿ein?) y a la vida contemplativa (¿EIN?).

A pesar de tamaño lío, nos encanta pasar esos ratos eventuales juntos y hacer planes del tipo "nos vamos a pasear por la dehesa", "a ver cómo baja el río", "a coger níscalos", "a la plaza a jugar al balón en el frontón y al pilla pilla", "a echar una pocha después de la cena al calor de la lumbre"... Los móviles y las tablets viajan con nosotros, pero terminan en el cajón, porque sabemos que no los vamos a necesitar para sobrevivir durante el tiempo que transcurra el encuentro... y porque no hay cobertura.

 FIESTAS Y YOGURES
Como luego vamos todos de cráneo con las agendas (ya hablaremos otro día de los cumpleaños y los parques de bolas), aprovechamos que teníamos a todos los pequeños vástagos reunidos para celebrar prematuramente el cumple de nuestro pequeño Miguel: merendola al aire libre con el tiempo a favor y disfraces de Halloween. ¡Un planazo! Y para comer, bocadillitos de pan de leche, una tortilla, zumos, tarta y los nuevos Iogolinos que Nestlé nos mandó hace unos días gracias a la intercesión de la comunidad Madresfera.

Durante estos días grandes y pequeños hemos podido probar las siguientes variedades: las de comer con cuchara Natural, Pera, Plátano, Melocotón, Fresa y Frambuesa; y las bolsitas de Plátano y de Manzana/Fresa. Los de tipo Suave y Cremoso vienen en packs de 6 unidades de 60gr, y se pueden comer a partir de 6-8 meses, dependiendo del sabor. Los de Pera y Natural vienen en pack de 4 unidades de 100gr. Las bolsitas, de 90gr., varían de edad según el sabor.

A diferencia de otras ocasiones y de productos anteriores que hemos podido probar, éstos no han tenido muy buena aceptación, sobre todo entre los más pequeños, su potencial público objetivo.
Empecemos por valorar determinadas características del producto.

- Variedad de sabores: Es muy amplia, eso es indiscutible. Nos ha gustado especialmente la de melocotón, que se sale un poco de lo habitual y sabe bastante parecido a una fruta que en casa nos encanta. ¿Añadiríamos alguno más? Seguro que sí, queda mucho margen (sin tener que incluir sabor a lentejas con chorizo o a judías verdes con jamón). Quizás piña o coco... para la próxima. Nota: 5

- Textura: Aquí es donde, creo yo, patina el producto en el paladar de los pequeños. Es espeso, parecido al petit, y un poco terroso. He de decir que los mayores (6, 7 y 10 años) no han puesto pegas y los han devorado, pero los pequeños (entre 1 y 4 años, una franja en la que está el público potencial de este producto) no se los comieron con mucho gusto. Ninguno de los que probaron, y mira que hay sabores... Ni si quiera Miguel (2 años), al que es más barato hacerle un traje que invitarle a comer. Y lo mismo ocurrió entre los catadores maternos y paternos, que pusimos en común nuestros pareceres y estuvimos de acuerdo en que lo peor de las tarrinas es su textura.  Nota: 1

- Sabor: Como ya he comentado antes, gana con diferencia el de melocotón. También el natural y la bolsita de plátano han tenido buenas críticas, sobre todo esta última con su cierto regustillo a pastel, suave y dulce. El resto no saben mucho a la fruta que deberían saber, el sabor lácteo es mucho más potente, un aspecto que, lógicamente, ha gustado a unos y disgustado a otros. Aunque no necesita frío, sabe mejor recién salido de la nevera. Nota: 3

- Facilidad de transportar y llevar fuera de casa: Ahí está otro de sus puntos fuertes. Son ideales para esas meriendas de emergencia, para cuando vas de viaje... sobre todo las bolsitas. Como no necesitan frío, lo echas al bolso y te olvidas... hasta que toca comerlas, claro. Nota: 5

A lo largo de estos días también he estado observando y comparando sus valores alimenticios. Para empezar, no tienen gluten, lo cual es un punto a favor cuando tienes un celiaco en la familia. En el apartado hidratos de carbono/azúcares, está dentro de los valores habituales de un yogur cualquiera (en algunos incluso son menores). En el de grasas, y sobre todo las saturadas, sí que está un poco por encima.

Conclusión: Tenemos entre manos un producto que, en mi caso, no va a ir más allá de meriendas esporádicas fuera de casa, partiendo de la base de que a los míos no les ha gustado por su textura terrosa. A nivel nutricional se acerca bastante a lo que encontramos en otros yogures que ocupan el espacio de las estanterías del súper, aunque con algo más de grasas saturadas, con lo cual podemos comerlo de vez en cuando, sin abusar.


¿Y vosotros? ¿Los habéis probado? ¿Qué os han parecido?


No hay comentarios:

Publicar un comentario