Además de la inmensa cantidad de desgraciados que se dedican
a quemar el monte porque les da la gana, este año mi hijo mayor ha descubierto de forma autónoma lo que son los Juegos
Olímpicos. Decenas de deportes, pruebas y estilos de los que nunca antes
había oído hablar, deportistas españoles de élite a los que no conocía por
estar siempre a la sombra del culebrón futbolístico de machos en primera
división.
Ha estado vibrando con las grandes campeonas que le han dado
una medalla a España (con permiso de Nadal y López), sobre todo con Lidia Valentín, que al ser paisana del abuelo Germán
cuenta con ese punto más de cercanía que gusta tanto a los niños… y,
reconozcámoslo, también de los mayores. Aunque hay un deporte que está
disfrutando enormemente: el vóley playa.
Tanto que nos tiene todas las tardes jugando con la cuerda del tendedero del
jardín como red.
Por supuesto, todas las mañanas el padre analógico friki de
los deportes y el primogénito se van, smartphone en mano, al poste de la
cobertura para saber si tenemos o si optamos a nuevas medallas. Y, como no
podía ser de otra manera, te dan el parte antes de que suene la bocina del
panadero.
Nota explicativa:
en los pueblos de menos de 100 habitantes como el nuestro es raro que haya
algún tipo de comercio, más allá del bar. Ante esta carencia, muchos
comerciantes se pasean semanalmente por las calles de la villa con sus camiones
y furgonetas tocando la bocina como reclamo para que la gente salga de sus casas
y compre sus productos: un día el frutero, otro los congelados, al siguiente el
charcutero, de vez en cuando pasa uno con colchones, el afilador… La excepción
la marca el panadero, que viene todos los días, menos domingos y festivos, a
primera hora de la mañana.
En fin, sigamos con nuestra historia. Vista la pasión que
han despertado las Olimpiadas en nuestro pequeño de seis años, hace unos días
le contamos que en España también tuvimos Juegos Olímpicos: Barcelona 92, la flecha de fuego para
encender el pebetero, nuestro récord de medallas, Montserrat Caballé y el
fantasma de Freddie Mercury (con lo que le gusta Queen), Cobi…
- ¿Cobi?
¿Briant?
- - No, hijo,
la mascota de las Olimpiadas
- - ¿También
hay animales en los juegos?
Entonces me di cuenta del poco interés que suscitan ya estos
personajes, antes un gran reclamo para los niños. Para confirmar que no se
trataba de una percepción personal, realicé
una encuesta entre familiares y amigos en la terraza del chiringuito, a ver
si alguien recordaba a alguno de los que sucedieron al famoso perro dibujado
por Mariscal.
Lo más que conseguí fue a un chaval de 26 años que me habló
de dos muñecos con forma de pies que se dejaban ver en los Juegos de Grecia
2004. “Salían mucho en un videojuego de la Play II que me encantaba”, comentó. Y más de uno sacó a colación a Muellín,
la mascota diseñada por Homer Simpson para las posibles olimpiadas que podrían
haberse celebrado en Springfield (y que, paradójicamente, se fueron por el
retrete).
La charla también derivó hacia las mascotas de antaño,
demostrándose que no sólo nos acordamos de Cobi por ser producto nacional. Los
mayores de 40 podían visualizar perfectamente a aquellos que se dejaron caer en
las primeras pantallas de televisión en color, esas con 40 canales y sólo dos
cadenas: el osito Misha, de Moscú 80; el águila de Los Ángeles 84 que se
parecía al Pato Donald (normal, salió de la factoría Disney); el tigre de Seúl
88; del cactus con sombrero y bigote del Mundial de Fútbol del 86; y, como no, de Naranjito. Reconocedlo: todos
los que, como yo, sois de la generación de Yo fui a EGB tuvisteis muñecos,
pelotas o camisetas de Naranjito. Eran producto de primera necesidad en el 82.
Hasta Curro, el palomo gay de la Expo 92 de Sevilla, tuvo
más repercusión entre los españoles que Fluvi, la gota de agua que parecía un
pez martillo de la Expo de Zaragoza del 2008 (y a la que odio con todas mis
fuerzas después de siluetearla unas 50.000 veces en mis tiempos como
maquetadora del diario Qué!).
¿Cuál es el motivo de
tamaña caída de popularidad de las mascotas olímpicas a partir de mediados de
los 90? Desde mi punto de vista se debe a una saturación de productos
audiovisuales: desde aquel entonces hemos tenido tantos estímulos a los que
atender que nuestro cerebro se ha quedado con los que más le han interesado. Y
en ese saco ya no entran los muñecotes olímpicos.
Según mi teoría, cuando
arrancaba Atlanta 96 la oferta de videoconsolas y videojuegos era tan brutal
que ya nuestros ojos no estaban tan ávidos de simpáticos personajes como años
atrás. Y a medida que los años corrían, que internet se iba expandiendo, que el
número de canales televisivos iba creciendo… el panorama pintaba peor para ese
reclamo infantil de las olimpiadas (y demás encuentros deportivos).
Sin embargo, a pesar de que las mascotas se han pasado de
moda, inexplicablemente en la mayoría de eventos deportivos siempre se dejan
ver, casi siempre en forma de personas
vestidas de pato gigante con los colores de su equipo animando al público a
dar palmas.
Por supuesto, todos los eventos olímpicos desde Barcelona 92
hasta Río 2016 han seguido teniendo la suya. No se sabe muy bien por qué (y
para alegría de los diseñadores gráficos) debe
seguir entrando en el presupuesto. Supongo que tendrá que ver con todas
esas historias de hacerse imagen de marca (¡pero si nadie la recuerda!) y de
vender merchandising (de unos personajes que, como no interesan, no se van a
comprar y que van a ser carne de mercadillo).
LO QUE VINO DESPUÉS
DE COBI
Como freelance que ofrece servicios profesionales creativos
puedo ponerme en la piel de todos esos diseñadores que han visto cómo unos dibujos prometedores que podrían
haber tenido alcance mundial se han quedado en el olvido, al menos en
España (quien sabe si en otros países, sobre todo en los de origen de cada
diseño, han tenido algún éxito). Y me han dado tanta penica que he estado
rascando en la Red para conocer su obra y aportarles mi granito de arena como
difusora de su obra.
Sin entrar en los JJ.OO. de invierno, que en España tienen
poca repercusión, he recopilado todas esas mascotas que portaron la antorcha
desde Atlanta 96. Aquí os las dejo:
Izzy para
Atlanta 96: creada por John Ryan, fue la primera mascota olímpica
desarrollada por ordenador. Le concedieron todos los dones habidos y por haber
para convertirla en dibujo animado: se suponía que era un ‘adolescente’
residente en Torchworld, una ciudad localizada dentro de la llama olímpica, que
soñaba con participar en los Juegos. Llevaba los aros olímpicos en los ojos y
en la cola (ver el dibujo para no pensar cosas raras) y era capaz de
transformarse en lo que deseara. Pero el pobre no se comió un rosco. De hecho, fue
considerado uno de los grandes fracasos comerciales de la historia de las
olimpiadas.
-
Olly, Syd
y Millie para Sidney 2000: Con el arranque del milenio y el planchazo de
Izzy, nació la opción de crear mascotas grupales, a ver si así alguna caía en
gracia. En este caso, su autor, Matthew Hatton, optó por dibujar animales
típicos de Australia: Olly, una cucaburra que representaba la amistad, la
variedad de culturas, el compañerismo y el espíritu olímpico; Syd, un
ornitorrinco que se dedicaba a animar a todos los deportistas lanzando un
mensaje de cuidado del medio ambiente; y Millie, una equidna inteligente y
creativa con la que se quería representar a la mujer moderna.
Atenea y
Febo para Atenas 2004: Esos con forma de pies que comentábamos antes.
Creados por Spyros Gogos, se trataba de dos hermanos diseñados sobre la base de
unas antiguas figuras del siglo VII a. C. hechas en terracota que, en opinión
de los entendidos en historia antigua, eran estatuillas fálicas destinadas para
las ‘daidalas’, festivales en honor a la diosa Hera (vamos, nada que ver con
unos pies). Como los dioses que les dieron sus nombres, Atenea era el símbolo
de la sabiduría y la protectora de la ciudad de Atenas, mientras Febo
representaba la luz, la música y el deporte.
- Los Fúwá
para Pekín 2008: O ‘Niños de la buena fortuna’, de Han Meilin. En total eran
cinco los personajes que representaban los Juegos en la capital china: Beibei,
un pez azul; Jingjing, un panda; Huanhuan, una antorcha roja; Yingying, un
antílope tibetano; y Nini, una golondrina verde. Sus nombres de dos sílabas
repetidas hacen referencia a los apelativos cariñosos con los que se suele
tratar a los niños en este país oriental, y si se unían conformaban la frase Beijing huanying ni, que significa
‘Pekín te da la bienvenida’.
-
Wenlock y
Mandeville para Londres 2012: Diseñadas por Michael Morpurgo, sus nombres
están inspirados en lugares emblemáticos para el olimpismo moderno y para el movimiento
paralímpico en Reino Unido. Wenlock lleva cinco brazaletes de la amistad en su
muñeca, los aros olímpicos, tres puntas en su cabeza que representan los tres
puestos del podio… todo él es puro olimpismo. Y lo mismo ocurre con Mandeville.
Básicamente son de interpretación libre.
-
Vinícius
y Tom para Río 2016: Los protagonistas de este año son un homenaje a
Vinícius de Moraes y Tom Jobim, grandes exponentes de la Bossa Nova y que
compusieron a dúo la famosa Chica de
Ipanema. Creados por Birdo Studio, representan la flora y la fauna
brasileña y, desde mi punto de vista, recuperan el espíritu de Cobi, ese
espíritu del dibujo a mano alzada que se perdió en favor de las técnicas
digitales.
Por supuesto, todos ellos tuvieron (y tienen, en el caso
brasileño) su serie de animación, con la que extendieron el espíritu olímpico
entre los niños de sus países de origen. De hecho, atendiendo a las
informaciones que corren por internet, los que mejor funcionaron desde Cobi
(considerado uno de los mayores éxitos comerciales del entorno olímpico) fueron
los pies fálicos griegos. Aunque habrá que esperar unas semanas para ver si las
mascotas de Río no les desbancan del primer puesto del podio.
¿Y vosotros?
¿Llegasteis a conocer a alguna de estas mascotas olímpicas?
¿Tenéis algún
diseño favorito?