lunes, 28 de noviembre de 2016

Giving Tuesday: experimentando con la solidaridad

Como os comentaba en mi anterior post, el 29 de noviembre se celebra Giving Tuesday, un día para dar a los que más lo necesitan a través de internet. A lo largo de esta semana hemos estado revisando con nuestro hijo de 6 años todos los proyectos que hay colgados en la plataforma, con el fin de que éste aportase parte del dinero de su hucha (más bien de la nuestra, aunque de eso no tiene por qué enterarse) en aquel o aquellos que más le motivasen. Hoy me gustaría compartir con vosotros los resultados de este 'experimento': la sorprendente madurez que poco a poco está adquiriendo mi 'mediano' y las facetas solidarias que hay que seguir trabajando.


Pero antes toca escribir una historieta de abuela cebolleta. Recuerdo en mis tiempos de niña de 6-7 años, esos en los que empezabas la catequesis para hacer la comunión, que mi madre me llevaba todos los domingos a la misa de niños. En la puerta siempre estaba, imperturbable hiciese el tiempo que hiciese, una anciana que pedía limosna. El domingo era también el día en que me daban la paga: 20 duros para invertir en lo que quisiese. Mi padre siempre me decía que los echara en la hucha; mi madre insistía en que debía darle una parte a aquella señora tan pobre que veíamos domingo tras domingo.

Al final, se hacían las dos cosas: como no podía partir la moneda (de forma literal, claro), mi madre me daba algunas monedas sueltas de duro que yo entregaba a la mujer antes de entrar en la iglesia. Y mis 20 duros terminaban en la hucha excepto cuando el kiosco estaba abierto y me daban bula para comprar cromos o chuches. De esta situación aprendí dos cosas que he puesto en práctica a lo largo de toda mi vida: a ahorrar como una hormiguita, por un lado, y a ayudar a los que lo necesitan, por otro. Signo inequívoco de que el mensaje de mis padres caló hondo.

En 30 años y a nivel personal, la película ha cambiado en la forma pero no en el fondo. A la vista está que siguen existiendo los pobres que piden limosna a las puertas de las iglesias (yo diría que cada vez son más), pero como no las pisamos salvo cuando no queda más remedio nuestros hijos no son conscientes de esa realidad. Ahora otorgamos esas ayudas económicas por internet, sin implicarnos mucho en el problema, sin verlo cara a cara. En ese sentido es mucho más difícil educar en la solidaridad de una forma racional.

No obstante, gracias a la experiencia de esta semana, mi hijo se ha enterado de muchas de las penurias que asolan el mundo y, sobre todo, que afectan a niños como él: gente que se ha quedado sin casa y sin pertenencias y que han tenido que abandonar su vida por completo por culpa de la guerra; enfermedades que no te dejan correr, que no te dejan hablar, que no te dejan ver, que te matan tengas la edad que tengas; chavales que no tienen la oportunidad de estudiar porque no tienen material ni medios para llegar al colegio (no sólo en el tercer mundo, también en España)... Situaciones difíciles de erradicar pero que, con la ayuda de todos, pueden mejorar. Una idea que he intentado inculcar a mi hijo como mis padres hicieron conmigo.

Los que me hayáis leído por redes sociales estos días habréis visto cuáles son las iniciativas con las que más hemos simpatizado. Día tras día fuimos analizando y explicando las que más nos llamaban la atención y apuntábamos en un papel una elección y el porqué de ello. Por ejemplo, el primer día nos quedamos con el proyecto que Médicos Sin Fronteras tiene abierto en Nigeria. Para Dani apoyar esta causa sería como ayudar a la familia de su mejor amigo del cole Samuel, que no sabemos si vive bien o mal, pero por ayudar que no quede.

El segundo nos llamó la atención la campaña de Cruz Roja para que todos los niños tengan juguetes. Me ha parecido interesante la respuesta que he recibido en este caso. Al peque le pareció inconcebible que haya niños que no tengan juguetes propios y quiso ayudar al instante. Sin embargo, cuando le propuse donar uno de los suyos su cara se torció y dejó de verlo claro. Conclusión: Dani es consciente de que el dinero es importante, pero no le da tanto valor como a cualquiera de sus juguetes, son posesiones muy preciadas, aunque lleve mil años sin jugar con uno concreto, y no tiene intención de desprenderse de ninguno de ellos. Desde mi punto de vista, éste es el punto que más tenemos que trabajar.

También ha puesto especial antención a los proyectos relacionados con la lucha contra el cáncer. En el último año hemos visto sufrir y hemos perdido a gente muy querida, mayores y menos mayores, por culpa de esta enfermedad, que mata y machaca cuando menos te lo esperas. Probablemente por eso Dani ha decidido dar parte de su presupuesto solidario a una de estas iniciativas: la que la Fundación CRIS quiere poner en marcha en el Hospital La Paz de Madrid para mitigar los efectos del cáncer en niños. Conclusión: si estamos implicados somos más solidarios y ponemos mayor empeño en ayudar.

Siguiendo esta estela de implicación, Dani también ha querido entregar parte de su dinero al proyecto de Medicus Mundi para mejorar un laboratorio que tienen abierto en zona saharaui para fabricar medicamentos básicos para la población. "Mamá, yo quiero ser científico y trabajar en un laboratorio como éste", dice. Pues para ello hay que mantenerlo, y para mantenerlo hay que ayudar. Dicho y hecho.

El último proyecto seleccionado ha sido el de 'Una pata, una sonrisa', de Discan: terapias con perros para niños con autismo. ¿Por qué? Nunca ha conocido a ningún niño con autismo, ni si quiera sabía en qué consistía este trastorno. Lo más probable es que haya tomado la decisión porque quiere una mascota y ya no sabe cómo decírnoslo. Eso sí, nos ha servido para acercarle a otra realidad que desconocía.



En definitiva, gracias a este experimento hemos podido enseñarle a Dani que la vida no es sólo juego y dibujos animados, que existen situaciones difíciles, unas lejos y otras a la vuelta de la esquina, en las que él puede ayudar.

¿Y nosotros? Creo que nos hemos dado cuenta de que nuestro hijo es capaz de asumir la realidad en la que vive y de que no debemos dulcificar su vida; que hay vida más allá de Clan y Boing y puede escuchar noticias sobre la guerra, la muerte, la violencia de género... situaciones terribles que no debemos esconderle, primero porque existen y, segundo, porque queremos que dejen de existir. Y para ello es vital que les enseñemos desde pequeños cuáles son los males contra los que hay que luchar.

La solidaridad es una bonita forma de empezar este camino. ¿Por qué no os animáis y participáis en Giving Tuesday con vuestros peques? Nosotros ya lo hemos hecho, hoy de forma puntual, sí, pero también mes a mes colaborando con diferentes asociaciones que consiguen que la vida sea un poco menos difícil.

¡Anímate y difunde!

lunes, 21 de noviembre de 2016

#GivingTuesday: Un día para dar



- Oye mamá, ¿qué es eso del B... Bl... Black Friday?- me preguntó el hijo tecnológico mayor tras encontrar en el montón de papeles de la mesa del salón una sugerente publicidad de no me acuerdo qué empresa. Ya sabe leer y escribir bastante bien, y no hay nada que le guste más que demostrarlo a todas horas.

- Es un día en el que todo es más barato para que la gente compre mucho- intenté explicarle de la manera más sencilla posible.

- ¡Pero si los Reyes Magos y Papá Noel están a punto de venir! ¿Por qué no se esperan un poco, le piden a ellos lo que les apetezca y se guardan el dinero para otra cosa? Se lo podrían dar a esos niños que no tienen para comer.

Qué ganas de comérmelo a besos cuando hace razonamientos de este tipo.

- Tienes mucha razón, hijo. Qué impacientes son algunos...

Y qué derrochadores. El año pasado sólo los españoles nos gastamos más de 1.400 millones de euros entre el #BlackFriday y el #CyberMonday (viva la cultura de la almohadilla), buen indicativo de que hay dinero para gastar y de que también debería haberlo para donar. Pero, por lo visto, en nuestro país somos muy de la Cofradía del Puño Cerrado: según el estudio Realidad del Socio en España 2015 de la Asociación Española de Fundraising (AEFR), sólo un 20% de la población, unos 7,5 millones de personas, aportaron en 2015 ayudas económicas de forma habitual a fundaciones y ONGs de apoyo social y medioambiental (y eso que con las ventajas fiscales que existen hoy en día para pequeñas donaciones uno se puede deducir más de la mitad de lo que aporta en la declaración de la renta).

El dato español representa una miseria en comparación con el 50% de media registrado en Europa. O con el 80% del Reino Unido. Unas cifras que tiran por tierra esa creencia de que los españoles somos muy solidarios (aunque en nuestra defensa habría que puntualizar que, según los expertos en la materia, sí que solemos ser especialmente generosos en crisis puntuales, como la catástrofe del tsunamí que arrasó Sri Lanka en 2004, o de forma informal, apoyando a amigos y familiares).

Para fomentar esa cultura de la filantropía y contrarrestar los efectos hiperconsumistas del #BlackFriday y el #CyberMonday, el mundo anglosajón creó en 2012 el #GivingTuesday, que se celebra el martes posterior al Día de Acción de Gracias (el próximo tendrá lugar el 29 de noviembre). Se trata de dedicar una jornada al año a fomentar el apoyo a proyectos puestos en marcha por fundaciones y ONGs avalados por expertos en economía social, bien en forma de donaciones económicas, bien en forma de voluntariados (porque el tiempo es oro, no lo olvidemos).

Otro de los objetivos es que esas donaciones o voluntariados se mantengan en el tiempo. Es decir: que no se hagan de forma puntual, sino que mes a mes aportemos nuestro granito de arena. Y, por último, también está la intención de 'captar' a las nuevas generaciones en tan loable tarea. Por eso el gancho en forma de hashtag. Por eso su incesante meneo vía redes sociales. Porque la gente joven ya no atiende a los medios tradicionales.

70 PAÍSES DONANDO UN MISMO DÍA

En España #GivingTuesday empezó a funcionar en 2015, aunque esa primera edición estuvo muy centralizada en Barcelona. Este año, proyectos y participantes están más repartidos: gracias al trabajo de las entidades organizadoras (que llevan desde febrero preparando esta fecha) la plataforma está dando visibilidad a 250 iniciativas dedicadas a la acción social y medioambiental, y aunque el día en cuestión aún no ha llegado, ya se puede donar. De hecho, ya se han superado los 30.000 euros, diez veces más de lo que se había recaudado en 2015.

Igual que España, otros 69 países se han sumado a esta iniciativa, que a parte de ser un revulsivo al consumismo de estas fechas y una oportunidad estupenda para ayudar a quien lo necesita, sirve para educar a esas nuevas generaciones en la importancia de compartir, de participar en proyectos que merecen la pena sólo recibiendo a cambio la satisfacción de ser una parte importante de ese logro.

Por eso me he propuesto un reto que quiero compartir con vosotros (a ver si os animo a seguirme): éste es el listado de los proyectos participantes en la versión española de #GivingTuesday. Mi intención es revisarla a lo largo de esta semana con Dani, mi peque de 6 años, que tendrá un fondo económico 'sacado de su hucha' para participar en uno o varios de esos proyectos (creo que es importante que sepa que es su propio dinero el que tiene que repartir, aunque luego lo pongamos nosotros).

Mi intención es que se implique, que sea consciente que con su ayuda puede conseguir mejorar el mundo y también de que se puede ser más feliz compartiendo que acumulando riquezas... A ver qué consigo, ya os contaré.

¿Os animáis a participar? Si no tenéis tiempo para el experimento, o hijos con los que llevarla a cabo (porque con los más pequeñitos es complicado), dadle bola a la inciativa en vuestros blogs, en vuestras redes sociales. Cada granito de arena, por pequeño que sea, es tremendamente importante.

Porque, como decía la agente Judy Hopps en Zootrópolis, vosotros podéis hacer del mundo un lugar mejor.

viernes, 18 de noviembre de 2016

#23 Viernes Dando La Nota: Cosecha del 86 - Keeper of the Seven Keys

Esta semana escribo el VDLN desde el metro, mientras reescucho uno de esos discos que, aunque no vio la luz hasta 1987, se puede considerar de esa gran añada musical que fue la del 86: Keeper of the Seven Keys Part I de Helloween. Surgida en Hamburgo a principios de los 80, esta banda alemana está considerada una de las precursoras del power metal. Desde entonces la formación ha sufrido todo un cúmulo de variaciones que algunos fans siguen sin superar.

Tanto es así que, después de muchas vueltas (y, seguramente, de muchas bajadas de pantalones), los miembros actuales han decidido  hacer una gira mundial incluyendo en el set a los antiguos miembros más míticos: Kai Hansen, que fue fundador, compositor, guitarrista y hasta cantante de la banda, y que se marchó "por desavenencias diversas" a montar Gamma Ray por su cuenta y riesgo; y Michael Kiske, cantante de voz prodigiosa (un poco Farinelli) que en 1993 se iba de Helloween "por desavenencias diversas mucho peores que las de Hansen" después de finiquitar el que está considerado el peor disco del grupo, el que no debe ser nombrado... ¡Chameleon! (jesús).

Ambos fueron parte fundamental para la elaboración de ese delicioso caldo musical que fueron los Keeper... porque hubo dos, el segundo mejor que el primero (o eso dicen las ventas), que no salieron a la vez porque la productora no quiso. Gran visión comercial la suya.


Aquí están los cinco 'pipiolines' encargados de darle forma a Helloween en 1986. Ahora ya sólo quedan los dos de arriba empezando por la izquierda. Los dos de abajo son los 'desterrados' (con mucho más pelo del que ahora tienen) que se van a unir en la nueva gira. ¿Y el que queda? Fallecido. Una triste historia empañada por las drogas.

No sabemos si es la edad, o si necesitaban un buen reclamo para llenar estadios, pero parece que todos se van a subir de nuevo al autobús de gira (más bien, y aunque suene menos romántico, al avión) treinta años después de aquel primer Keeper, conformando el tour Pumpkins United. ¿Terminarán tirándose las calabazas a la cabeza?

Halloween es la canción final de Keeper of the Seven Keys I. Dura más de 13 minutos y, desde mi punto de vista, está sobrevalorada por los puristas de la banda (demasiadas idas de olla). Os dejo el vídeo como mera curiosidad,
por ese puntito cutre ochentero que tanto atrae a los nostálgicos


A diferencia de los anteriores protagonistas de VDLN: Cosecha del 86 -Europe y Bon Jovi-, Helloween nunca ha sonado en las fiestas de ningún pueblo español (excepto en la radio de alguna peña), ni tiene ningún temazo habitual en Rock FM, así que en este caso me voy a deleitar colgando la mejor canción del disco, la que no suele faltar en ninguno de sus conciertos (ni en los de Gamma Ray): Future World, de la que no he encontrado vídeo pero que se puede escuchar aquí a las mil maravillas.


La noticia de la reunión ha dado una alegría a muchos fans, aunque para ser justos, no es la primera. Hace nueve años Helloween se recorrió medio mundo con su Hellish Rock Tour, acompañados de Gamma Ray (con Kai Hansen como invitado estelar) y de Axxis. De hecho, ésta vuestra Cibermadre les acompañó en su paso por España metida en el autobús de gira de Axxis durante cinco días (ojo, como periodista de investigación, no me toméis por una groupi).

Fue una experiencia cojonuda imborrable de la que me llevé grandes recuerdos. De hecho, me gustaría dedicar este post a José María, un chaval de Málaga que puede considerarse el mayor superfan de Helloween de Despeñaperros para abajo. Aquel chico se cogió una semana de vacaciones, se compró entradas para todos los conciertos de la gira por España (Barcelona, Lugo, Bilbao, Madrid y Granada), se hizo cientos de kilómetros por nuestra geografía siguiendo la estela de su grupo favorito, durmiendo en el coche... Al final, como coincidíamos en todos los conciertos, trabamos amistad.

Pero esa es otra historia que merece su espacio propio en otro VDLN...

¡FELIZ FINDE A TODOS!



lunes, 14 de noviembre de 2016

Jefe, ¿puedo salir a mi hora?

La semana pasada fui incapaz de recoger ni un sólo día a los niños de sus respectivos coles. ¡Y eso que soy autónoma y trabajo normalmente desde casa! Pero los benditos abuelos siempre están ahí para cuando vas de cráneo con las entregas. Para llevar a la piscina, o a inglés, o para darles de merendar mientras yo estoy repoblando blogs, revisando redes sociales, atendiendo llamadas... todo a lo Nacho Cano, con pantallas y teclados por doquier.

Peor lo tiene el padre analógico, que a parte de lidiar con cierres infernales y gobiernos que se presentan al público más allá de las 19 horas (y así es como el 'nuevo' Ejecutivo de Rajoy empieza a tomar medidas por la conciliación), también debe enfrentarse al temido monstruo de los atascos, si es que quiere llegar, al menos, a la hora de la cena.

Lógicamente, este noviembre de horror mediático papá periodista se ha perdido algún cuento de buenas noches. Y así seguirá siendo, salvo que la rutina de los grandes gerifaltes cambie. Y digo yo: ¿por qué hay tantos directivos y altos cargos que no saben llegar pronto a su casa? Porque yo me he encontrado con muchos que, sin haber nada grave o urgente que resolver, se han quedado delante del ordenador. Como si no tuvieran una familia con la que hablar después de una larga jornada de trabajo; o unos amigos con los que tomarse una cerveza; o una película en el cine para disfrutar; o un gimnasio en el que sudar; o una casa de la que disfrutar y un sillón en el que tumbarse a leer un buen libro (electrónico o en papel).

Un rincón para desconectarse del correo, del móvil y de las miradas inquietas de los que se quedan calentando el asiento para hacerle la pelota. O, peor aún, de los que se quedan más allá de su hora estipulada por contrato porque ese jefe que no tiene vida le amenaza con miradas a lo Anakin Skywalker días antes de pasarse al lado oscuro cuando le ve ponerse el abrigo.

- ¿Queda algo, jefe?
- Estoy esperando el OK de la central
- ¿Eso quiere decir que me puedo ir?
- (silencio sepulcral)

Cuando el futuro de la empresa depende de ese OK puedes llegar a entenderlo pero, demonios, cuando el OK puede esperar a mañana, ¿por qué en multitud de casos se alarga la letanía? Y si esa letanía se repite día sí, día también, ¿no sería más lógico instaurar turnos de trabajo para cubrir ese espacio dedicado a las emergencias? O contratar a alguien más, que vivimos en un país en el que la tasa de paro sigue rondando el 20% y falta hacen nuevos puestos...

¿Esos jefes no valoran la posibilidad de que, si existe algún contratiempo de urgencia, las tecnologías con las que contamos hoy en día permiten trabajar desde casa? Y cuando digo 'de urgencia', señores directivos, no me refiero a todos los días.



#SALPUNTUAL: LA LUCHA DE UNA MULTITUD
A todos los que sufrimos el mal endémico del calentamiento de la silla de trabajo, una importante masa crítica, internet nos ha dado armas que han fomentado un cierto empoderamiento (pobre pero 'honrao'). Principalmente de unión, de protesta y de puesta en común de posibles soluciones.

Uno de los movimientos más destacados en los últimos días ha sido el de #salpuntual, promovido por la iniciativa #mamiconcilia, cuyo objetivo es el de llamar a la reflexión sobre la cultura del presentismo. "¿Por qué no nos vamos a casa cuando se cumple nuestro horario? Muchas veces porque tenemos cierta fobia a salir el primero de la oficina, porque tenemos miedo de que se entere el jefe ya que, por regla general, en España se premia calentar el asiento", razonan desde la organización.

Y no les falta razón. De hecho, para realizar tales afirmaciones, se apoyan en dos datos inquietantes. Uno proviene del informe  Diagnóstico de la igualdad de oportunidades en la pyme española, realizado por la Fundación Mashumano: “El 70% de las pymes considera más productivo a aquellos trabajadores que permanecen largas jornadas en sus puestos de trabajo, penalizando a aquellos que, aún cumpliendo sus objetivos, cumplen los horarios”. El otro, de la III Encuesta Adecco sobre Presentismo Laboral: "El 53% de las empresas españolas reconoce tener trabajadores presentistas, un 13,2% más que en 2015”. En definitiva, que cada día vamos a peor.

Con el fin de hacer despertar a jefes y empleados y de demostrar que calentar la silla no es sinónimo de mejores resultados, en septiembre de 2014 #mamiconcilia y la plataforma Mujeres Directivas importaron a España (y a otros países de habla hispana) el Go home on time day (Día de irse a casa a tiempo) que se celebra en Reino Unido desde el año 2000. Para que tuviera más tirón en España, se rebautizó con el nombre #salpuntual.

Este día oficial siempre se celebra siempre en miércoles. En 2016, la tercera edición celebrada en España ha preferido no centrarse en un día, que sabe a poco, sino en algo más de un mes, tomando como referencia de inicio la jornada británica (el 5 de octubre) y de final, la australiana (el 16 de noviembre). En este tramo seguramente hemos sido pocos los que hemos cumplido, pero hemos conseguido reflexionar sobre la productividad en el trabajo y sobre el bienestar que nos ofrece salir del trabajo a nuestra hora.

"Estamos convencidos de que si salimos puntuales del trabajo comprobaremos que no solo no se hunde el mundo, sino que probablemente incluso somos más productivos que el resto de los días. Si invirtiéramos el hábito y lo hiciéramos todos los días, abordaríamos el trabajo con más motivación y energía", afirman desde #mamiconcilia. 



PROPUESTAS PARA CONSEGUIR EL OBJETIVO

Desde #salpuntual nos ofrecen una serie de ideas (que esta vuestra Cibermadre ha aderezado con alguna propia) para alcanzar el objetivo no sólo un día, sino (casi) todos. Y se pueden aplicar seas jefe o no (de verdad que se puede, jefe):

  • Ponte una alarma en el móvil 10 minutos antes de tu hora de salida, para rematar lo que estás haciendo, planificar el día siguiente y recoger. Pega un post-it en tu mesa de trabajo a modo de recordatorio.
  • No pierdas el tiempo con cafés eternos, cigarros constantes en la puerta de la oficina, mirando el whatsapp, el facebook, el twitter, el instagram... Céntrate en lo que debes para tenerlo todo listo a la hora de salida.
  • Comparte la idea con tus compañeros, así te costará menos salir el primero. Y difúndela entre tus contactos por mail, whatsapp o redes sociales (ojo, en tu tiempo libre, no te despistes que luego te toca quedarte haciendo horas extras).
  • Haz planes que te apetezcan siempre que puedas, y mejor acompañado. Si no sales puntual, quedarás mal con alguien que te importa.
  • Sácate una foto disfrutando de tu tiempo libre y ponla visible en tu lugar de trabajo para que te recuerde que merece la pena salir puntual, y no solo el día de #salpuntual.
  • Comparte con los demás los beneficios para cuerpo y mente que te ofrece el estar a tu hora fuera del trabajo. No hay nada como darle envidia a los tuyos para crear escuela.
  • Aborda la tarea más importante a primera hora y termina la jornada con tareas rutinarias, ni importantes ni urgentes.
  • Evita reuniones a última hora
  • Cuando salgas por la puerta, desconecta. Deja el ordenador en la oficina, apaga el móvil de empresa (si puedes, claro). Y ni se te ocurra llevarte trabajo a casa. Si no, de poco sirve salir puntual.
¿Y a ti? ¿Se te ocurre alguna idea? 
 ¡Y recuerda que el 16 de noviembre hay que salir puntual!

viernes, 4 de noviembre de 2016

#22 Viernes Dando La Nota: Cosecha del 86 - Slippery When Wet

Esta semana no es como las otras. La música en nuestra casa hoy suena triste, mucho más con la lluvia de fondo. Mucho más cuando estás esperando una llamada, un adiós sin palabras.

Nuestra yaya se nos va. La última bisabuela que nos queda está en el hospital, apagándose lentamente. Con sus 91 años, cumplió con el refrán de 'Mujer enferma, mujer eterna'. Pero a esa eternidad le quedan horas. Es más, para ella ya se ha terminado, ya está dormida para no despertar. Con la lluvia de fondo.

No tengo grandes ganas de escribir, las cosas como son, pero ella merece una canción de despedida. Además, para este VDLN tenía previsto seguir con esos discos que acaban de cumplir los 30 (61 menos que Elvira). Curiosamente con el Slippery When Wet de los Bon Jovi de pelos cardados, pañuelos de colores vistosos, hombreras y botas con espuelas. En este disco uno puede encontrarse otra de esas joyas que nunca faltan en el break rockero de las orquestas de las fiestas de pueblo: Livin' on a prayer (vuelvo a dejaros los enlaces, que sé que os gustan los clásicos).

Pero no es el único hit del tercer largo de la banda de New Jersey: You give love a bad name y Wanted dead or alive también pueden escucharse en esta maravilla de disco, el primero de Bon Jovi en el que el productor y compositor Desmond Child metió sus manos (resumen para los que no le conozcáis: una máquina de éxitos musicales, responsable de muchos temazos de Meat Loaf, Aerosmith, Kiss, Cher, Ricky Martin y una larga lista en la que, por supuesto, Bon Jovi tiene un sitio especial).

Pero no se trata de dejar sus temas más conocidos, sino de destacar alguno de los que quedó en segundo plano. En una ocasión normal hubiese escogido un tema más cañero, pero las circunstancias me han empujado a elegir Never say goodbye.


Sabemos que es ley de vida, que aunque tenía la cabeza en su sitio y siempre tenía en mente a sus bisnietos este día tenía que llegar. Con ella se va la última de una generación que sobrevivió a la Guerra Civil; una mujer que paseó diariamente por el Madrid de la posguerra; que, con una salud endeble, superó la muerte de una hija y lo dio todo por su otra pequeña después de quedarse viuda a los 40. Vivió momentos difíciles, sí, y otros muchos también dulces.
 
Qué triste es perderla. La vamos a echar mucho de menos, pero no le vamos a decir adiós, porque va a seguir con nosotros, en nuestro recuerdo, en nuestro corazón. Siempre.


martes, 1 de noviembre de 2016

Halloween, cumples y yogures

Aprovechando el Día de Todos los Santos y el pseudo puente que hemos podido cogernos (aunque con el portátil siempre a cuestas, fiel escudero de cualquier autónomo), nos hemos juntado toda la family en nuestro pequeño reducto conquense: padres, niños, abuelos, tíos, primos, sobrinos... En total cinco jubilados, cinco matrimonios y medio y ocho muchachos y muchachas de entre 1 y 10 años compartiendo el pan, con todo lo bueno y lo mano que ello conlleva.

Es una lata preparar comidas y cenas para 24 personas, aún más cuando no hay lavavajillas y luego hay que hacer turnos para fregar a mano. Sí, ya sé, ¿dónde queda lo tecnológico de la que aquí suscribe cuando se va al pueblo? Sería tan estupendo tener un Bautista robótico que se encargara de todo durante estos días de frenética actividad y poder aprovechar para dedicarnos a la meditación (¿ein?) y a la vida contemplativa (¿EIN?).

A pesar de tamaño lío, nos encanta pasar esos ratos eventuales juntos y hacer planes del tipo "nos vamos a pasear por la dehesa", "a ver cómo baja el río", "a coger níscalos", "a la plaza a jugar al balón en el frontón y al pilla pilla", "a echar una pocha después de la cena al calor de la lumbre"... Los móviles y las tablets viajan con nosotros, pero terminan en el cajón, porque sabemos que no los vamos a necesitar para sobrevivir durante el tiempo que transcurra el encuentro... y porque no hay cobertura.

 FIESTAS Y YOGURES
Como luego vamos todos de cráneo con las agendas (ya hablaremos otro día de los cumpleaños y los parques de bolas), aprovechamos que teníamos a todos los pequeños vástagos reunidos para celebrar prematuramente el cumple de nuestro pequeño Miguel: merendola al aire libre con el tiempo a favor y disfraces de Halloween. ¡Un planazo! Y para comer, bocadillitos de pan de leche, una tortilla, zumos, tarta y los nuevos Iogolinos que Nestlé nos mandó hace unos días gracias a la intercesión de la comunidad Madresfera.

Durante estos días grandes y pequeños hemos podido probar las siguientes variedades: las de comer con cuchara Natural, Pera, Plátano, Melocotón, Fresa y Frambuesa; y las bolsitas de Plátano y de Manzana/Fresa. Los de tipo Suave y Cremoso vienen en packs de 6 unidades de 60gr, y se pueden comer a partir de 6-8 meses, dependiendo del sabor. Los de Pera y Natural vienen en pack de 4 unidades de 100gr. Las bolsitas, de 90gr., varían de edad según el sabor.

A diferencia de otras ocasiones y de productos anteriores que hemos podido probar, éstos no han tenido muy buena aceptación, sobre todo entre los más pequeños, su potencial público objetivo.
Empecemos por valorar determinadas características del producto.

- Variedad de sabores: Es muy amplia, eso es indiscutible. Nos ha gustado especialmente la de melocotón, que se sale un poco de lo habitual y sabe bastante parecido a una fruta que en casa nos encanta. ¿Añadiríamos alguno más? Seguro que sí, queda mucho margen (sin tener que incluir sabor a lentejas con chorizo o a judías verdes con jamón). Quizás piña o coco... para la próxima. Nota: 5

- Textura: Aquí es donde, creo yo, patina el producto en el paladar de los pequeños. Es espeso, parecido al petit, y un poco terroso. He de decir que los mayores (6, 7 y 10 años) no han puesto pegas y los han devorado, pero los pequeños (entre 1 y 4 años, una franja en la que está el público potencial de este producto) no se los comieron con mucho gusto. Ninguno de los que probaron, y mira que hay sabores... Ni si quiera Miguel (2 años), al que es más barato hacerle un traje que invitarle a comer. Y lo mismo ocurrió entre los catadores maternos y paternos, que pusimos en común nuestros pareceres y estuvimos de acuerdo en que lo peor de las tarrinas es su textura.  Nota: 1

- Sabor: Como ya he comentado antes, gana con diferencia el de melocotón. También el natural y la bolsita de plátano han tenido buenas críticas, sobre todo esta última con su cierto regustillo a pastel, suave y dulce. El resto no saben mucho a la fruta que deberían saber, el sabor lácteo es mucho más potente, un aspecto que, lógicamente, ha gustado a unos y disgustado a otros. Aunque no necesita frío, sabe mejor recién salido de la nevera. Nota: 3

- Facilidad de transportar y llevar fuera de casa: Ahí está otro de sus puntos fuertes. Son ideales para esas meriendas de emergencia, para cuando vas de viaje... sobre todo las bolsitas. Como no necesitan frío, lo echas al bolso y te olvidas... hasta que toca comerlas, claro. Nota: 5

A lo largo de estos días también he estado observando y comparando sus valores alimenticios. Para empezar, no tienen gluten, lo cual es un punto a favor cuando tienes un celiaco en la familia. En el apartado hidratos de carbono/azúcares, está dentro de los valores habituales de un yogur cualquiera (en algunos incluso son menores). En el de grasas, y sobre todo las saturadas, sí que está un poco por encima.

Conclusión: Tenemos entre manos un producto que, en mi caso, no va a ir más allá de meriendas esporádicas fuera de casa, partiendo de la base de que a los míos no les ha gustado por su textura terrosa. A nivel nutricional se acerca bastante a lo que encontramos en otros yogures que ocupan el espacio de las estanterías del súper, aunque con algo más de grasas saturadas, con lo cual podemos comerlo de vez en cuando, sin abusar.


¿Y vosotros? ¿Los habéis probado? ¿Qué os han parecido?