viernes, 30 de diciembre de 2016

#VDLN 26-Cosecha del 86: Orgasmatron / In the army now

Se acaba el 2016 y con él mis Viernes Dando La Nota - Cosecha del 86. No voy a cerrar esta serie de especiales ni con George Michael ni con Wham! (que, casualidades de la vida, se separaron 30 años antes de que el cantante británico nos dejase). Tampoco con Leonard Cohen, Prince o Bowie. Qué año tan fatal para la industria discográfica, ¿verdad?

No lo tenía previsto, pero las circunstancias me han hecho reformar un poco mi último tema del año para decicárselo en parte a Status Quo tras la reciente muerte de su guitarrista Rick Parfitt (otro más para la necrolista). Cosecha del 86 es su In the Army Now, cuya canción estrella en realidad es una versión de un dúo holandés bastante poco conocido, Bolland y Bolland, pero que la banda inglesa llevó a lo más alto. Dejo aquí a modo de pequeño homenaje el vídeo de Status Quo con la esperanza de que Parfitt pueda seguir tocándola allá donde se encuentre.


En realidad el tema de hoy iba en exclusiva para Motörhead un año después de la muerte de su líder, Lemmy Kilmister. Es una de las pocas efemérides musicales que tengo guardadas a fuego en el cerebro, principalmente porque, como ya os conté en su día, coincidió con el fallecimiento de un ser muy querido.

Hoy recuerdo con tristeza y melancolía la pérdida del segundo y con música de fondo la desaparición del primero, buscando en su discografía su álbum Cosecha del 86: Orgasmatron, que nada tiene que ver con la película El Dormilón, de Woody Allen, ni con ese aparatejo que te masajea la cabeza dándote mucho gustirrinín.

El caso es que Orgasmatron fue el álbum que devolvió a la vida a unos Motörhead caídos en desgracia tras la marcha de dos de sus miembros estelares: el batería Phil Taylor (más conocido como Philty Animal) y el guitarrista Eddie 'Fast' Clarke. En el último mes me he estado leyendo la autobiografía de Lemmy (que se editó en 2002 por primera vez, con lo que me deja sus últimos 13 años de relativo desconocimiento) y cuenta que en esa época también tuvieron problemas con las discográficas, que les trataban fatal.

Por otra parte, Kilmister contaba que no consiguieron el disco deseado por culpa del productor Bill Laswell: "Era bueno a la hora de registrar sonidos, pero lo jodió todo en las mezclas. Cuando se llevó el álbum a Nueva York era mucho mejor que cuando lo trajo de vuelta". Con todo y con eso, se considera uno de los grandes clásicos de Motörhead. Entre las canciones que lo componen, los fans suelen quedarse con Deaf Forever o con Orgasmatron, peculiares dentro de su estilo y mucho más críticas con el sistema, aunque musicalmente siempre me ha gustado más Nothing up my sleeve:


Sin ser una gran fan de la banda, la figura de Lemmy siempre ha sido una de las que más he admirado en el entorno del metal. Durante toda su vida fue puro rock and roll; aunque dejó varios hijos biológicos por el camino, sólo tuvo uno por el que luchar, y ese fue Motörhead. Eso es lo que transmite su autobiografía, que probablemente estará edulcorada, o más bien bañada en bourbon y aderezada con speed, sus grandes vicios. De hecho, si las cosas fueron realmente como las cuenta el libro, puede estar agradecido de haber vivido 70 años.

Sus escarceos con las drogas le hicieron rondar la muerte en varias ocasiones en su tierna juventud durante los 60 y los 70. Y ya en sus últimos años recuerdo que los médicos le recomendaron dejar la costumbre de meterse entre pecho y espalda una botella de Jack Daniels diaria o cualquier otro brebaje alcohólico. Por increíble que parezca, dejó el Jack Daniels en cantidades industriales, pero creo recordar que lo cambió por vino. Tenía el corazón delicado y, sin embargo, no dejó de dar conciertos. De hecho, había uno programado en Madrid dos meses antes de su muerte. Salir a tocar era su razón de ser y, como se suele decir (y en su caso con mayor motivo), murió con las botas puestas.

Tuve la suerte de verles y fotografiarles en un par de ocasiones, en 2006 y en 2011, con Phil Campbell a la guitarra y Mikkey Dee a la batería, que a sabido reconducir su carrera con Scorpions. Tres tipos llenando con su presencia escenarios descomunales, rodeados de altavoces, dejando todo un recital de rock garajero, sucio, gamberro. Los suyos, siendo míticos, nunca fueron conciertos de 'postureo' (como pasa con los Rolling, con AC/DC... y como pasará dentro de unos meses con Guns and Roses): precios aceptables en salas medianas/grandes y repletas de público con hambre de rock. Qué triste y difícil es pensar que nunca más tendremos ese Overkill final, esa despedida con los bafles a tope recogiendo las vibraciones de su bajo...



Británico de nacimiento, Lemmy adoraba Los Ángeles, tanto que allí pasó sus últimos 25 años. Su música ha influenciado a un montón de bandas, Metallica le reconoció como el padrino del heavy metal. A pesar de su peculiar carácter, la mayoría de los que pudieron trabajar con él le recuerdan como un tío sincero y respetuoso... ¡y ha colaborado con unos cuantos! Girlschool, Twisted Sister, Ramones (sin bigote), Foo Fighters, AC/DC... incluso condujo un camión para grabar Running Wild con Airbourne (si Lemmy conducía no quiero ni pensar lo borrachos que estarían los demás).

Quizás lo hicieran por respeto, aunque es improbable, teniendo en cuenta las palabras con las que cierra Kilmister su autobiografía:

"¡A tomar por culo esa mierda del no hablar mal de los muertos! Las personas no ganan en bondad sólo por haberse muerto; simplemente se habla de ellos como si fuera así. ¡Pero no es verdad! Sigen siendo los mismos cabrones de siempre, ¡la única diferencia es que ahora son cabrones muertos!"

Gracias por ese legado que nos has dejado y que sigue dando sus frutos.

Y a vosotros... ¡hasta el año que viene!
¡Feliz entrada y salida de año para todos!

lunes, 26 de diciembre de 2016

Campusitos 2016: Hasta el infinito y más allá

Por segundo año consecutivo y coincidiendo con las fechas navideñas, los responsables de Campus Madrid han abierto sus puertas a los niños con una nueva edición de Campusitos: manualidades, robótica, realidad virtual, música en directo... montones de actividades organizadas por Kideoo que se diseminaron por las dos plantas que Google ofrece a sus 'campusers' de forma gratuita para fomentar el emprendimiento tecnológico.


Como el año pasado fue tremendamente divertido y enriquecedor, éste tampoco podíamos faltar. Así que sacamos nuestras entradas y allí que nos fuimos los cuatro en familia, preparados para la aventura espacial que nos prometía la invitación. Según llegamos, colgaron a los peques un par de pasaportes espaciales que les irían sellando a medida que pasaran por una actividad. Eso sí, fue prácticamente imposible disfrutar de todos los talleres que nos ofrecían: caretas de marcianos; origami para hacer cohetes; creación de mochilas espaciales con materiales reciclados y de galaxias con témperas y pinceles... mucha más variedad que el año anterior.

Lo cierto es que este año nuestro hijo mayor mostró más interés por las actividades que se organizaban en la planta de arriba, centradas en temas de robótica. La empresa Arganbot, que ya estuvo el año anterior, llevó sus maletines de Lego con motores, sensores y otros complementos para iniciarse en este interesante mundo. En un extremo de la mesa, los más mayores (en torno a los 10 años) se esforzaban por fabricar robots bastante elaborados. En el otro, Dani (6 años) encontró un sitio a compartir con otra niña de su edad y allí se pusieron los dos, mano a mano, a fabricar un coche que luego tendría que correr por un circuito.

Mientras ellos se concentraban en la fabricación del vehículo, el pequeño Miguel (2 años) y su padre se metieron en un cohete de cartón con un montón de rotuladores para decorarlo y, ya de paso, también pintarse las manos y las mangas. Por allí también estaba la zona de realidad virtual, y DJ Robot dándolo todo con su mesa de mezclas. También pudimos escribir un deseo en una estrella y dejarlo volar en las paredes espaciales de Campus Madrid. Y saltar en una cama elástica hasta la estratosfera, pintarnos la cara y sacarnos fotos con cascos espaciales en un peculiar fotomatón...


Para rematar la faena, un año más tuvimos la oportunidad de disfrutar de un concierto de rock para grandes y, sobre todo, para pequeños en el auditorio de Campus Madrid. Los enanos se lo pasaron de lo lindo con Top of the Class, que nos explicaron de forma sencilla (y bajo la atenta mirada de todo el público) la evolución del rock en, más o menos, una hora y marcando como referencia la velocidad de la guitarra eléctrica: The Beatles, Bob Dylan, Blur o Rage Against the Machine fueron algunos de los que sonaron.

Así acabó una mañana de juegos, aprendizaje y hermanamiento que, esperamos, siga manteniéndose como costumbre anual. Campusitos es original, es divertido y, sobre todo, empuja a los niños a acercarse a un futuro que no es, ni mucho menos, aburrido: a la innovación, a la ciencia. Toda una declaración de intenciones que tiene como objetivo encarrilar a las nuevas generaciones hacia los sectores que nos harán crecer y evolucionar.

Ojalá en 2017 podamos repetir.

¡Feliz año nuevo para todos!

viernes, 16 de diciembre de 2016

#VDLN 25-Cosecha del 86: Turbo Lover

Una de las primeras bandas que forjaron el acero del heavy metal en los años 70 fue Judas Priest, que surgió, como muchas de las de aquella época, de los suburbios británicos. Desde entonces y hasta ahora se han metido entre pecho y espalda 17 discos de estudio y 26 giras (algunas de ellas de despedida, y no precisamente las últimas). Como la inmensa mayoría de los grupos de música, han sufrido altibajos en su historia, han perdido, despedido y recuperado miembros a lo largo del tiempo. Y, por supuesto, han disfrutado de una época dorada que, en su caso (y en mi opinión) tuvo su punto de inflexión con Turbo, un Cosecha del 86 que no falta en nuestro catálogo discográfico.

Este disco, el décimo de los Priest, se ideó como doble: se grabaron 19 canciones y se iba a llamar Twin Turbos, pero el proyecto no gustó a la discográfica (muy caro, a su entender) y se quedó en nueve canciones bastante peculiares. El trabajo destacó por su sonido a sintetizador, por las hombreras y los trajes futuristas que les colocaron a los músicos y por los vídeos que se hicieron para la ocasión, con continuidad entre sí, trenzando una historia a caballo entre Mad Max y Terminator...

Ahora los veo y, ¡madre mía!, qué mal han envejecido, aunque para aquella época debían ser lo más. El gran temazo con el que arrancaba tanto el disco como la historia de los videoclips era Turbo Lover, la que, con toda seguridad, es mi canción favorita de los británicos (a pesar de que en mi móvil sigue y seguirá sonando Breaking the Law, que tiene más 'punch' como politono). Me resulta sexy, seductora, orgásmica... las dos veces que he podido escucharla en directo se me han puesto los pelos de gallina y la carne de punta. A ver qué os parece a vosotros.


La época de Turbo fue difícil para el vocalista, Rob Halford (sí, el rubiales que baila a lo Leonardo Dantés), que intentó suicidarse poco antes de arrancar con la gira de presentación del disco. ¿Los motivos? Una depresión de caballo generada por su condición homosexual reprimida, aderezada con la ingesta desmesurada de drogas y alcohol a partes iguales. Afortunadamente para él y para la banda, aquel incidente le hizo salir de los malos vicios, aunque no del armario. Para eso hubo que esperar a 1998. Hoy, 18 años más tarde, sigue siendo uno de los pocos metaleros (en masculino) que ha tenido el valor suficiente para hacer pública su tendencia.

Con Locked in, Judas Priest dieron vida a la segunda parte de la videoclip-historia
que arrancaba con Turbo Lover

Con Halford recuperado y el disco ya trillado, los Priest se embarcarían en una gira que quedó para la posteridad: Fuel for Live Tour, del que tenéis buenas muestras corriendo por la red. El disco no tuvo mala acogida (por parte de los fans, los críticos no lo vieron tan claro) e, incluso, tuvieron la oportunidad de meter una de sus canciones, Reckless, en la banda sonora de Top Gun, pero finalmente la banda decidió no hacerlo. Vaya usted a saber por qué.


Eso sí, hoy por hoy, la única canción de este LP que suena en sus conciertos no es otra que Turbo Lover. Y, a pesar de tener más años que la tos y de que Halford cada día se parece más al caballero que guardaba el Grial en Indiana Jones y la última cruzada (real como la vida misma), hay que reconocer que están en forma y de que dan unos conciertos del carajo. ¡Hay que verles, por lo menos, una vez en la vida!


¡FELIZ FIN DE SEMANA PRENAVIDEÑO A TODOS!

martes, 13 de diciembre de 2016

A rodar por una buena causa



 ¡¡¡Titititi-Tititititi!!! Me llega por el pinganillo una noticia de última hora.

En realidad me llega por Whatsapp, el radio patio del siglo XXI (de momento), extendedor de meh mehs, rumores y comidillas, guardador de secretos oscuros y claros, heredero de Isildur y de Encarna de Noche, hacedor de divorcios y de duras enemistades colegiales... qué os voy a contar que no sepáis.

En fin, el caso es que tengo una buena amiga actriz que me pide socorro sin poderme decir gran cosa porque es alto secreto. Este sábado, 17 de diciembre, se va a grabar un vídeo en el que ella participa y necesitan padres con hijos para llevarlo a cabo. Será en Madrid, por la zona de Ventas, y está relacionado con una buena causa y con la educación de nuestros hijos. Según me cuenta, es algo benéfico que durará entre 30 minutos y una hora, y que, además, servirá como actividad de buen rollo en familia.

Pero no me puede contar más, porque para que el vídeo funcione debe ser una súper sorpresa para aquellos 25 que participen. Como incentivo, se sorteará un pase anual a Faunia y Parque de Atracciones para cuatro personas y dos packs de dos entradas para el concierto de Antonio José con meet and greet.

Si os interesa y queréis algo más de información, poneos en contacto con Natalia Berger en el siguiente correo: natabe@tbc-global.com

¿Os animáis?
¡¡Nosotros ya nos hemos apuntado!!

sábado, 10 de diciembre de 2016

El efecto dominó del Caso Nadia

Hace menos de dos semanas os estuve dando la tabarra con el tema de la solidaridad a raíz de la convocatoria de Giving Tuesday, una iniciativa que aunque aún sigue funcionando, tuvo su día álgido el 29 de noviembre. Una fecha que nos muestra no sólo cuan altruistas somos, también cómo las nuevas tecnologías están cambiando los modos y las formas de la filantropía, sirviendo como herramienta para captar la atención de un público que aún tiene fe en la humanidad. Internet es y será durante mucho tiempo una gran ventana desde la que se nos muestran esas historias duras, difíciles, enternecedoras... que cuando convencen, corren como la pólvora por las redes sociales.

Una de ellas fue la que Pedro Simón escribió en esos días para El Mundo sobre Nadia Nerea, una niña con una enfermedad rara impronunciable (tricotiodistrofia) que necesitaba fondos para operaciones, tratamientos, etc. Un clásico desde el punto de vista periodístico, no lo vamos a negar, que se ha repetido cientos de veces en los medios españoles: meter a un periodista y un fotógrafo a vivir la experiencia de una o varias familias que se dejan la piel para salvar a alguno de sus miembros con el fin de que cuenten la realidad terrible que están viviendo.


El tema funcionó muy bien: se movió por redes sociales, removió muchas entrañas y ayudó a recaudar más de 150.000 euros en cuatro días. Un dinero que (supuestamente) iba a emplearse en una operación para la pequeña. Pero entonces la verdad, que también sabe moverse por la Red de redes, nos atizó a todos de lleno. Algunos especialistas en la materia no vieron muy veraz la versión publicada por El Mundo y se pusieron a rascar.

La primera en lograr darle la vuelta a la tortilla y en revolucionar a medios y redes sociales fue Ángela Bernardo para Hipertextual, una grande de la comunicación científica de la que muchos seguimos aprendiendo. Pocas horas después de su publicación, a Bernardo le siguieron los periodistas de Materia/El País Manuel Ansede y Elena G. Sevillano, que no consiguieron sino confirmar la cruda realidad: la historia de Nadia era una telaraña de patrañas que iba a explotar en los buscadores y que iba a indignar a toda una sociedad a golpe de retweet.

En diez días el caso ha generado un tráfico brutal, cerca de 100.000 entradas sólo en lo que respecta a noticias, que han sido publicadas por las principales cabeceras españolas y algunas de fuera de nuestras fronteras, como BBC, y que se han compartido hasta la saciedad. Y, como no podía ser de otra forma, esta explosión digital ha salpicado a unas cuantas personas.


Uno de los primeros en sufrir la cólera de internet fue el periodista Pedro Simón, cuya profesionalidad quedó en entredicho. Parece lógico, ¿no? Cualquier periodista debería contrastar una información antes de publicarla, es una de las pocas cosas que te enseñan en la facultad. Pero, como dice el Nuevo Testamento, quién esté libre de pecado que tire la primera piedra. Dejo aquí la interesante visión del periodista José A. Plaza sobre los hechos desde el punto de vista profesional.

Me gustaría saber cuántos de los medios que le criticaron no han publicado nunca noticias sin cotejar (me atrevería a decir que se podrían contar con los dedos de las manos). Los medios cada vez tienen menos trabajadores -y los que quedan, con nula motivación-, gracias a la crisis y a la reforma laboral, y más trabajo, gracias a la era digital. No quiero con ello justificar el error, más bien dar un toque de atención a aquellos que no cuidan de sus recursos humanos para sacar adelante un producto de calidad. En cualquier caso, esa es otra historia que merece un post propio.

Como no podía ser de otra manera, la siguiente pieza en caer fue la del padre de Nadia Nerea, que pasó de mártir a estafador, de padre coraje a preso sin custodia. Y la madre, a renglón seguido. Según diversos medios, desde 2008 ambos recaudaron 918.000 euros en campañas de donaciones que jamás se emplearon para pagar ni médicos ni tratamientos. Cuentan los Mossos d'Esquadra que de esa cantidad sólo quedan 319.000 euros.

Desgraciadamente la gran perjudicada es la niña, que sufre una enfermedad que va menguando sus fuerzas y que no tiene cura. Un mal del que se han aprovechado sus padres prácticamente desde su nacimiento y que la ha marcado socialmente de por vida. Porque podría haber llevado una vida relativamente normal dentro de sus posibilidades y el escándalo se la ha arrebatado. Porque ha sufrido la traición más vil y la mentira en primera instancia aunque ahora sólo sienta que el mundo le ha arrebatado a sus padres. Quizás su cerebro de niña no esté asimilando de la manera correcta (o, mejor dicho, veraz) el infierno dentro de su infierno particular, pero el día de mañana la huella digital le revelará la verdad.

Finalmente, no debemos olvidar a los afectados silenciosos, aquellos que no son protagonistas del escándalo y que, sin embargo, sufren sus consecuencias: los miles de donantes que se han sentido engañados después de ceder sus bienes para dar esperanza a una niña sin esperanza. Todos ellos, probablemente, hayan perdido esa fe en la humanidad de la que hablábamos antes y no darán ni un duro más por nada ni por nadie. Igual que todos sus allegados, o que todos los que han seguido paso a paso el caso de Nadia Nerea a través de su Facebook o de su Twitter.

Algo que trae terribles consecuencias para todas esas personas que necesitan realmente de la caridad para financiar un tratamiento, una operación, una investigación para dar con el origen de su mal. Todas ellas han perdido credibilidad en los últimos diez días, y van a ver menguar unos ingresos que son vitales para su frágil existencia. No son ni una ni dos, sino miles de familias las que día tras día luchan de verdad contra enfermedades diversas de nombres extraños (y no tan extraños, todos conocemos la ELA o el cáncer, y entran dentro de este saco). Y también muchos los investigadores que trabajan en España para paliar algunas de estas lacras. Porque no todo se soluciona en Houston.

No permitamos que un escándalo perpetrado por dos estafadores sin escrúpulos arruine la difícil vida de multitud de personas (según la Federación Española de Enfermedades Raras, sólo en nuestro país hay tres millones de afectados por estas dolencias, y casi un 70% de ellos son niños y jóvenes). No perdamos ni la fe ni la esperanza, porque aunque no salgan en las noticias, ni sus casos se retuiteen hasta el infinito y más allá, tenemos que ser conscientes de que hay más gente de nobles intenciones que estafadores. Sólo hay que saber asesorarse y, como dice Emilio de Benito, donar con cabeza.

viernes, 2 de diciembre de 2016

#VDLN 24 - Cosecha del 86: Metallica y su Master of Puppets

Aunque se me ha ido ya un poco el SEO a freír monas, toca hablar de Metallica. No porque haya sacado nuevo disco triple (que, así de primeras, suena a Reload que tira pa'trás), sino por lo que publicaron hace 30 años. Una de las grandes obras maestras del llamado thrash metal, Master of Puppets, se ha ganado el derecho a subirse al podio de los Cosecha del 86 (ni que fuera yo la Popular 1). Ocho canciones capaces de sacarte toda la rabia que lleves dentro y con las que es imposible no menear los pelos.

Recuerdo hoy mi primer concierto de Metallica en Zaragoza. Era 2004, la gira de St. Anger (todavía no he sido capaz de escucharlo del tirón), y tocaban con Slipknot, de los que disfruté por primera y última vez en mi vida gracias a los efluvios del alcohol, y con Lost Prophets, de los que no recuerdo absolutamente nada porque, al ser los primeros en tocar, la borrachera aún no se me había pasado. Probablemente no habría asistido a dicho concierto si no me hubiesen tocado las entradas... ¡¡y en zona VIP!!

NOTA: Desde aquí quiero agradecer a Fernando Galicia y a sus Jornadas sobre Heavy Metal en España de la Facultad de Historia de la Complutense (de las que siempre fui asidua y, alguna vez, colaboradora) el que organizara aquel sorteo. No sólo porque me dieron la oportunidad de ver a Metallica en primera línea de fuego (y nunca mejor dicho, menudas llamaradas salían del escenario), sobre todo por las buenas amistades que se forjaron a partir de aquel día... ¡¡tenemos que quedar!!


Allí, con La Romareda petada, mi chico pasó de los 22 a los 23 años a ritmo de Battery con Kirk Hammet haciéndole un solo de guitarra delante de las narices. ¡Menudo regalazo! También pudimos ver a uno de nuestros colegas volando por los aires al más puro estilo 'Tío Phil', zarandeado por un delicado miembro del elenco de seguridad del foso que nos separaba de los grandes de San Francisco mientras sonaba Master of Puppets. ¿Por qué? Por haber sacado unas fotillos de nada. Doce años más tarde, y en plena revolución smartphone, seguro que no se ponen tan picajosos...


Master of Puppets en directo de 2012 mezclado con imágenes de la película 'Through the never',
altamente recomendada


Pero dónde están mis modales. Se supone que este post es para destacar las canciones menos rememoradas del disco. Es difícil elegir, partiendo de la base de que el que conozca a los primeros Metallica las tendrá todas muy trilladas, y al que haya empezado a escucharles del Enter Sandman en adelante pueden resultarle un tanto densas y pesadas.

Sopesando todas las variables, y teniendo en cuenta que probablemente sea este el mejor disco de la banda en lo que respecta a lo instrumental, os voy a dejar con el único tema que no tiene letra: Orion. Os lo paso en directo porque creo que merece la pena ver el trabajo, sobre todo, del último fichaje de la banda: Roberto Agustín Miguel Santiago Samuel Trujillo Veracruz (tócate los... pies) más conocido como Robert Trujillo, lleva ya casi 15 años unido a la troupe.


Si estáis terminando la semana laboral con ganas de matar a alguien, éste es vuestro disco. Conectad los auriculares al ordenador y subid el volumen, respirad hondo... ¡¡y menead vuestros pelos a todo meter!!

¡FELIZ VIERNES A TODOS!