Después de un primer día de ilusión y emoción, hemos pasado de las jornadas de adaptación y nos hemos encontrado con el drama y el horror del niño que se te agarra cual lapa a la pierna y que no para de llorar y berrear. Algo para lo que ninguna tecnología te prepara. Ni te salva.
¿Quién iba a pensar que después de dos años de guardería, un hermano mayor que le facilita el camino y un primer día en el que el ansia le podía íbamos a acabar así? Nos ha costado días de charlas con esas frases eternas que no pasan de moda: "pero si tú ya eres mayor"; "qué profe tan maja tienes"; "cómo mola el arenero"...
Al final, la clave del éxito la ha tenido, una vez más, la voz experta de la maestra: una promesa de dedo de que iba a elegir cuento si no lloraba... ¡y listo! Bueno, casi, porque cada vez que se pone en la fila tiene una cara de pena que parece que le están arrancando el corazón de cuajo.
Como veis, a veces es inevitable pasar por este trauma y, lógicamente, depende del niño y de toda la situación que le rodea: si tiene o no facilidad para quedarse en manos ajenas; si ha ido a la guardería previamente, si puede pasar por las jornadas de adaptación; si le toca quedarse desde el día cero en el comedor... No obstante, hay muchas voces expertas en la Red que nos ofrecen buenos consejos para ir allanando el camino de nuestros hijos ante la llegada del temido PRIMER DÍA.
ES NORMAL QUE LLOREN
O eso dicen Elizabeth Fodor y Montserrat Mora, especialistas en pedagogía en la primera infancia y autoras de la colección 'Todo un mundo...'. Según su experiencia, si lloran es que hay una buena vinculación afectiva con los padres (no, si al final del que voy a tener que preocuparme es del mayor, que jamás echó una lágrima). Para ayudar a padres e hijos a llevar lo mejor posible este calvario, Fodor y Morán aconsejan lo siguiente:
No hablar continuamente del tema: Si llevas desde que echaste la solicitud allá por abril diciéndole a tu churumbel que empieza el cole, ya la has liado (como nosotros). Lo ideal es no hablarles contínuamente de la nueva etapa a la que tienen que enfrentarse mucho antes de que llegue, sólo hay que recordárselo la noche anterior, invitarles a preparar su ropa y su mochila y asegurarles que el cole es un lugar feliz donde va a conocer a muchos niños con los que jugar.
Llegar pronto a la entrada y dejarle con delicadeza: Supongo que este es un consejo válido para los que cumplieron con el primer requisito, porque a nosotros no nos funcionó. Según Fodor y Morán es importante llegar al colegio de los primeros, especialmente para los peques más tímidos. Éstas recomiendan que la despedida sea corta, concisa y que ofrezca información sobre el momento de la recogida: después de la comida, si va a venir otro familiar a recogerle... Intentar ofrecerle un refuerzo positivo (que no sean golosinas), como llevarle al parque después de clase o similares, y, por supuesto, cumplir lo prometido.
Recogerle de los primeros: Algo que se hace complicado cuando vas contra reloj. Aunque tiene lógica, si ve cómo los demás se van yendo con sus padres y que ellos se quedan esperando... es una situación que genera incertidumbre. Por otra parte, es importante demostrarle afecto e interés en ese momento, y preguntarle si ha disfrutado aprendiendo, o si puede enseñarnos juegos nuevos.
Evitar un exceso de extraescolares: Como mucho dos actividades a la semana. Las autoras explican que antes que cargarles de actividades es más importante que jueguen con otros niños y niñas libremente para favorecer el desarrollo de su vida social.
Mucho ánimo a todos los que os ha tocado y a todos los que os va a tocar (porque el mío no va a ser el último, y lo sabéis). Y recordad que de todo se sale, sobre todo si hacéis caso a las recomendaciones que os den desde la escuela.
¡MUCHA SUERTE!