miércoles, 18 de marzo de 2015

Mamá, quiero ser una chica

Después del fin de la baja maternal, de papeleos varios entre cambio y cambio de pañal, de plantear mi nueva vida laboral entre toma y toma... por fin saco un poco de tiempo para un nuevo post. ¡Y eso que me había dicho a mí misma que iba a ser uno a la semana! Fatal, mamá, fatal, que diría el primogénito.

Precisamente del primogénito pensaba hablar, porque hace unos días, junto con el Día Internacional de la Mujer, celebrábamos su quinto cumpleaños. ¡Cómo pasa el tiempo! El caso es que, entre los muchos regalos que ha recibido, esta vez han llegado los cacharritos de cocina. ¡Por fin! Me parecía alucinante que en un lustro nadie le hubiera regalado nada de ese estilo... ni si quiera yo (ya se sabe, los padres aprovechamos estas oportunidades para las bicis y otros regalos caros; y fuera de temporada no procede otra cosa que ropa o libros).

Por fin podemos cocinar con papá y mamá


El caso es que durante mucho tiempo se lo estuve pidiendo a todo el que me hacía la pregunta del millón (¿qué le regalo?), emocionada al ver cómo mi pequeñuelo disfrutaba con ese tipo de juguete en casas ajenas. Pero nunca llegaba. Y, lo peor de todo, es que nadie le daba importancia. ¿Por qué? Pues porque los niños juegan con coches y pelotas y las niñas con cocinitas y muñecas. El eterno mantra.

Una vez conseguidos los cacharros, diseñé un plan para motivarle aún más a jugar con ellos: colocárselos en la cocina de casa junto a nuestras ollas y sartenes, un truco que nunca falla... hasta que el pobre se topa de bruces con lo frustrante de la (no) aceptación social.

- Mamá, creo que vamos a devolver esta cocinita - me dijo ayer con cara de tristeza.
- ¿Y eso por qué? - le pregunté haciéndome la extrañada.
- Pues porque es un juguete de niña...-. Rabia, ira, muerte y destrucción.
- ¿Y quién te ha dicho eso?
- Nadie, lo digo yo -. Por un momento la sombra de la duda me estremeció, aunque sin vacilar (que los niños, como los perros, huelen el miedo a kilómetros) volví a preguntar.
- Venga, va, y ahora de verdad. Dime quién te lo ha dicho.

Bajó los ojos y me confesó que había sido uno de sus amigos de clase. El mismo que dice que a las niñas no les puede gustar el fútbol, o que los niños no pueden usar el rosa porque es un color de chicas. Vamos, el que sigue a pies juntillas el mantra del que hablábamos antes pero con cinco años, alentado por sus queridos tutores, que ni se plantean poner en práctica los sabios consejos del blog En clave de niños, o echarle un vistazo a los ejercicios de Educando en Igualdad.Gracias a ellos y a su mentalidad poco adaptada al siglo XXI, mi hijo ha sentido la necesidad de ser una niña en determinadas ocasiones, principalmente cuando se ha divertido con cocinitas, juegos de te, puzzles de princesas... ¡o cuando quería pintar una flor en tono magenta! Es entonces cuando, con gran frustración, se agarra de mi pierna y me dice: "Mamá, a mí me gustaría ser una niña".

La cuestión es, ¿por qué? ¿Qué pueden hacer las niñas que no puedas hacer tú? Cuando la duda le asalta, me gusta buscarle en internet excepciones que rebaten las ideas de esos padres del cretácico:

Karlos Arguiñano



Amaya Valdemoro


o los muchos ejemplos que aparecen en el Club Detacón, una gran iniciativa que tiene como objetivo dar una mayor visibilidad a la mujer en el masculinizado mundo del fútbol, y cuyos movimientos podéis ir siguiendo y apoyando a través del hashtag #ElFútbolYaNoEsLaPolla.





Me indigna sobremanera que a estas alturas de la evolución sigamos inculcándole a nuestros pequeños esos roles obsoletos que sólo sirven para que papá continúe 'ayudando' en casa en vez de compartir tareas; o para tachar de 'rarito' (por no decir una palabra peor) al niño que quiere montarse en un coche de Hello Kitty en la feria, o de 'marimacho' a la niña que juega con muñecos de acción.

¿Qué pensáis al respecto? ¿Habéis tenido experiencias parecidas? ¿Os habéis encontrado con algún profe de esa 'vieja escuela'? ¿Conocéis movimientos, clubs, blogs, etc. que ayuden a paliar esa falta de igualdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario