Pero no es mi intención ponerme melancólica, sino mostraros un ejercicio de reflexión. Los que no sois primerizos sabéis de primera mano que nada tiene que ver la llegada de los primeros hijos con la de los segundos. Para los primogénitos te haces con todo el kit del buen padre meses antes de la llegada: habitación pintada, decorada y salpicada de atrezzo: cuna, minicuna, carro, cuco, cambiador, dosel... ; ropita lavada, planchada y clasificada por tallas; canastilla y bolsa del hospital; libros de qué esperar cuando estás esperando; cursillos preparto; ecos en 3, 4 y 5D... y cuando llega la criatura, fotos, fotos, fotos y más fotos.
Cuando viene el segundo (y el tercero, y el cuarto), la cosa se relaja: sólo te dedicas a ir sacando del trastero todos los bártulos, lavando, colocando... Lo haces con tiempo, sí, pero no por el ansia que te produce el ser madre (o padre), como pasaba con el primero, sino porque tienes otro enano saltarín corriendo por casa que te come tiempo y hay que ser previsora. Algunas hasta pasamos de las técnicas de prepartos y de 3D. Con los controles rutinarios y sabiendo que el nuevo peque viene en orden es más que suficiente.
¿Y las fotos? Los que tenéis dos o más, comparad. Del primero tenéis imágenes por valor de 3Tb sólo de su primer año en todas las posiciones posibles: sopetecientasmil en el hospital, su primer viaje en coche, su llegada a casa, la caída del cordón, su primer moco colgando... ¿Y del segundo? Porque Miguel tiene las justas y necesarias sacadas en momentos de lucidez puntual en los que piensas: "voy a sacarle unas cuantas, que pueda verse el muchacho cuando sea mayor". ¡Venga! Reconoced que hasta se os olvidó llevar la cámara al hospital, que sólo tenéis un par de fotos que le pasasteis a la familia y a los amigos por Whatsapp y ya. ¿A que sí? Ayyyy, cuánto daño han hecho los smartphones a la imagen fija.
¿Cuántas fotos de los pies de vuestro primer hijo tenéis? ¿Y de los siguientes? |
Obviamente, esto no quiere decir que les queramos menos. Nada de eso. De hecho, nuestro chiquitín (de 10 kilos) se ha llevado otras prebendas, como estar muy cerca de mamá hasta los nueve meses, gracias a lo conciliador que resulta estar en el paro. Con el mayor tuve que incorporarme al trabajo en la fatídica semana 16. Aunque ese es otro tema que no tiene que ver con nuestra reflexión de hoy.
Más acorde sería hablar de las pautas de crianza que nos marcamos después de leer los mil y un consejos que corren por internet y con los que muchos padres primerizos se aturullan. Ejemplo: a Dani en su día no queríamos cogerle mucho en brazos "porque se acostumbra y eso es malo, que luego sólo quiere estar encaramado a ti como un koala". Y no nos fue mal, hay que reconocerlo.
Sin embargo, con Miguel nos hemos pasado esa pauta por el arco del triunfo. En mi caso, me he visto muy condicionada por el pensamiento "éste va a ser tu último bebé y se va a hacer mayor muy rápido. ¡Disfrútalo!".Y así ha sido: le he cogido, le he achuchado más de lo normal, ha dormido conmigo muchas veces... y tampoco nos ha ido mal. Ni se ha enmadrado, ni ha tenido problemas de adaptación en la guardería... nada que nos indique que le hemos malcriado y que lo hemos hecho fatal.
#QUERIDODIARIO
Por supuesto, otra de las diferencias nos la ha marcado la blogosfera. Más concretamente el trabajo que Iván Martín realiza en su espacio cibernético The Blue Monster. Este profesor, papá de dos monstruitos (que, curiosamente, tienen la misma edad que los míos), publicó hace algo más de un año un pequeño libro titulado #queridodiario, que surge de sus publicaciones mensuales con el mismo hashtag. Aunque más que un libro, se podría catalogar de cuadernillo de actividades para padres.
El ejercicio, que yo he seguido durante el primer año de Miguel, es sencillo: el libro consta de 12 capítulos, uno para cada mes. En cada uno de ellos, el autor da una palabra y una reflexión enlazada a ella, y el lector debe explicar aquello que le evoca, vinculándolo con la paternidad. La idea es dejar impresas reflexiones que puedan leer nuestros hijos pasados unos cuantos años, demostrándoles que no somos de una pasta indestructible, que durante nuestra vida como padres tenemos miedos, que nos asaltan mil dudas y que también lloramos. Para que os quede más claro, os dejo un enlace con uno de los últimos #queridodiario publicados en su blog. Os invito a que le echéis un vistazo y a que participéis.
No os voy a aburrir con mis devaneos mentales recopilados durante el último año. Pero sí con lo positivo que he sacado de este ejercicio: un ratito de reflexión propia, sin ruidos de fondo, al menos una vez al mes. De paz y tranquilidad en la soledad de mi despacho, bolígrafo en mano, mirando más allá de lo que ven los ojos y plasmando lo que pasa por mi cabeza en un papel. Con la esperanza (o no) de que algún día, cuando los enanos de esta casa ya sean más altos que yo y que su padre, mis palabras les inspiren y les sirvan de enseñanza. Un día como otro cualquiera en el que volveremos a pensar aquello de "parece que fue ayer...".
Fotos: Pixabay
Felicidades al pequeño Miguel por su primer cumpleaños!! Que mayores se nos hacen estos niños... Y que razón en que parece que fue ayer cuando nacieron...
ResponderEliminarPor otro lado muy recomendable #queridodiario. Lo estamos completando tras el nacimiento de nuestra segunda hija, y de momento llevamos 5 maravillosos meses plasmando diferentes sensaciones.
Un abrazo!