Como el año pasado fue tremendamente divertido y enriquecedor, éste tampoco podíamos faltar. Así que sacamos nuestras entradas y allí que nos fuimos los cuatro en familia, preparados para la aventura espacial que nos prometía la invitación. Según llegamos, colgaron a los peques un par de pasaportes espaciales que les irían sellando a medida que pasaran por una actividad. Eso sí, fue prácticamente imposible disfrutar de todos los talleres que nos ofrecían: caretas de marcianos; origami para hacer cohetes; creación de mochilas espaciales con materiales reciclados y de galaxias con témperas y pinceles... mucha más variedad que el año anterior.

Mientras ellos se concentraban en la fabricación del vehículo, el pequeño Miguel (2 años) y su padre se metieron en un cohete de cartón con un montón de rotuladores para decorarlo y, ya de paso, también pintarse las manos y las mangas. Por allí también estaba la zona de realidad virtual, y DJ Robot dándolo todo con su mesa de mezclas. También pudimos escribir un deseo en una estrella y dejarlo volar en las paredes espaciales de Campus Madrid. Y saltar en una cama elástica hasta la estratosfera, pintarnos la cara y sacarnos fotos con cascos espaciales en un peculiar fotomatón...

Así acabó una mañana de juegos, aprendizaje y hermanamiento que, esperamos, siga manteniéndose como costumbre anual. Campusitos es original, es divertido y, sobre todo, empuja a los niños a acercarse a un futuro que no es, ni mucho menos, aburrido: a la innovación, a la ciencia. Toda una declaración de intenciones que tiene como objetivo encarrilar a las nuevas generaciones hacia los sectores que nos harán crecer y evolucionar.
Ojalá en 2017 podamos repetir.
¡Feliz año nuevo para todos!
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