miércoles, 22 de marzo de 2017

¡Pañal fuera!

Llevaba muchos días queriendo dejar este post, enfocado a la retirada del pañal a petición de una amiga que hace poco me preguntaba cómo podía empezar a quitárselo a su peque. Le iba a mandar un mail contándole mi experiencia pero, qué demonios, cualquier excusa es buena para darle vida al blog.

Todo surgió gracias a uno de mis post anteriores, en el que contaba que habíamos empezado a retirar pañales al benjamín de la casa, lo cual me parecía el horror más absoluto, partiendo de nuestra experiencia con el primogénito, que cada 20 minutos (y durante bastantes días) nos iba dejando charquitos en cualquier rincón de la casa. Eso sin contar con que no era capaz de hacer aguas mayores si no estaba tras una puerta, lo cual propició un atasco de cinco días. Lo único que nos consolaba era que, al menos, era verano y todo se secaba rápido.

Con el pequeño nos pusimos un fin de semana de enero (con dos coj...). Nuestro primer día de aclimatamiento no fue muy esperanzador: en dos horas teníamos seis pantalones y sendos calzoncillos secándose al sol del crudo invierno... o, mejor dicho, al calor de los radiadores. El padre analógico se estuvo planteando durante toda la mañana del sábado si no nos habríamos precipitado.

Yo, la verdad, confiaba algo más, ya que fue la profe la que nos lo sugirió sutilmente con un "id preparando calzoncillos para este fin de semana que no lo vamos a alargar más". Al final, aunque no tiene hijos, ella gana por goleada en operaciones pañal exitosas, las cosas como son.

Lo cierto es que con el nuestro se anotó otro tanto, porque después de un sábado catastrófico, el domingo no sólo no se mojó ni una sola vez, sino que además superó la prueba del "no te voy a decir nada, a ver si me lo pides". Y el lunes lo mismo. Y el martes.... toda la semana. No podíamos salir de nuestro asombro, con un grado importante de orgullo, y un poquito de pena, porque nuestro peque se hace mayor (y nosotros con él).

PERO, ¿CÓMO?
Para los que tenéis en mente empezar con este trance y no sabéis ni como empezar, os contaré mi experiencia, que ha sido bastante diferente en cada caso: al mayor se lo quitamos en verano y al pequeño en invierno. El mayor superaba de largo los dos años y el pequeño los acababa de cumplir. El mayor pasó por la etapa intermedia del orinal y el pequeño no lo ha querido ni en pintura. Vamos, que nada que ver una experiencia con otra, aunque el modus operandi fue parecido.

Si vais a guardería, probablemente sean los profes los que os indiquen el momento adecuado. Si no, podéis plantear desde casa el mismo tránsito. Lo que casi todo el mundo recomienda (yo también) es que cuando llegue el momento nunca deis marcha atrás. ¿Pero cuándo llega? Depende del niño. En la mayoría de los casos, la edad de retirada del pañal está entre los dos y tres años, más cerca quizás de los dos, aunque hay niños que consiguen controlar esfínteres antes.

Cuando hablo de quitar el pañal de forma radical y sin mirar atrás estoy exceptuando las horas de sueño, que son más complicadas de controlar. Mi hijo pequeño lo sigue llevando por las noches y el mayor lo estuvo llevando para dormir hasta casi un año después de realizar el proceso de retirada. En este caso, será la evidencia la que os haga tomar la decisión: cuando lleve unos cuantos días dejando el pañal seco habrá llegado el momento.

Bueno, al lío. Nosotros en ambos casos empezamos con un aclimatamiento al orinal/WC previo, llevándoles en momentos clave: antes y después de dormir, antes de salir a la calle, después de ver sus dibujos favoritos... intentando no romper una dinámica de juego o que le provoque malestar. Y siguiendo la pauta que nos marcaban las profes de que pasara hora y media, más o menos, entre una y otra 'sentada'.

Si durante esa fase notáis que va aguantando bien sin mojar mucho el pañal, hay que ir pensando en un fin de semana o puente de reclusión para dar el paso. La época del año más recomendada es el verano, por aquello de que no cojan frío y de que la ropa se seque antes, aunque nuestra última experiencia nos ha enseñado que el invierno tampoco está mal, siempre que la casa esté calentita. Al hacérselo encima, el peque se ha sentido muy incómodo: mayor humedad, frío... Un 'refuerzo' negativo que, probablemente, le ha servido para darse cuenta antes de la llegada del fatídico momento.

No os desaniméis si veis que el primer día se moja 27 veces. Y, sobre todo, no le regañéis. Tampoco se lo aplaudáis, claro. Hay que animarle a que la próxima vez lo haga mejor y dejar que sea él/ella el/la que se desvista, que tenga que hacer un esfuerzo incómodo cada vez que se manche.

Por contra, si lo hace bien, premiadle. Nuestro 'refuerzo positivo' en ambos casos han sido las pegatinas: pusimos en la puerta del baño un cuadrante divertido para pegarlas cada vez que lo hacíamos bien y fue un sistema bastante efectivo.

AGUAS MAYORES
Lo de la caca es más peliagudo. Con el pequeño no hemos tenido problema 'gracias' a su estreñimiento previo. Como le dolía tanto, aprendió a distinguir esa llamada del señor Roca y nos avisaba antes de hacerlo en el pañal porque en el WC le resultaba más sencillo y menos doloroso.

Con el mayor no fue tan fácil. Como os comentaba antes, no concebía desahogarse si no era detrás de una puerta o en un rincón oscuro. Lo del WC o el orinal no le motivaba demasiado, y como veía que encima no se lo podía hacer porque no era lo correcto, se aguantaba las ganas. Resultado: estuvo cinco días sin plantar un pino.

Por lo visto, esta situación es bastante habitual, así que no os asustéis si os toca lidiar con ella. En nuestro caso, la desesperación nos empujó a dejarle hacérselo encima en varias ocasiones. Hasta que un día, sin que nadie le presionase, nos avisó antes de. Todo un alivio.


¿PUEDE AYUDARME LA TECNOLOGÍA?
No puedo decir que yo haya utilizado apps ni gadgets en mis procesos reales de retirada del pañal, las cosas como son (vaya KK de Cibermadre, estaréis pensando... ¡y nunca mejor dicho!), pero haberlas haylas y lo mismo a alguno de vosotros os resulta interesante. Como el iPotty, un orinal infantil con soporte para el iPad con funda de plástico para evitar salpicaduras.

Su precio: en torno a los 20 euros. Caro teniendo en cuenta lo que cuesta un orinal estándar (unos 5 euros) y el tiempo que se va a utilizar (depende del niño, pero menos de 6 meses seguro).

En cualquier caso puede ser útil para mantenerles sentados en el trono durante unos minutos si son muy inquietos. O para que puedan juguetear con las apps específicas para la retirada del pañal que corren por las 'tiendas' de descargas. Por ejemplo, Pull Ups Big Kid, que a pesar de ir de la mano de una marca de ropa interior desechable, ofrece ciertas 'recompensas' cuando el niño lo hace bien y avisa a los padres cada X minutos para que no se les olvide llevar al baño a los peques.

También hay unas cuantas asociadas a cuentos de apoyo que enseñan a los niños los pasos a seguir: levantar la tapa, limpiarse con el papel, tirar de la cadena, lavarse las manos... Quitar el Pañal, Going Potty with the Wonkidos o The new potty son sólo algunas.

Recordad que, si van a ir al cole a partir de los tres años, el pañal debe estar fuera antes, porque no hay muchos centros que tengan a alguien dedicado a cambiar pañales a los niños (yo no conozco ninguno). Y, sí, esta norma incluye también a los más pequeños que empezarán las clases con dos añitos.

NOTA: En nuestra ciudad existe la figura del cuidador que va de cole en cole cambiando a los peques a los que se les escapa el pis o la caca, pero claro, lo mismo tarda en llegar a cambiar al tuyo más de una hora. Es importante enseñarles a que se vistan y se desvistan solos, porque por normativa los profes del centro no pueden hacerlo.

¡Mucha suerte!
Y, sobre todo, ¡mucha paciencia! 

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