lunes, 15 de junio de 2015
viernes, 12 de junio de 2015
En busca de la conciliación perdida
No hay mejores prácticas en organización y gestión de tiempos que las que te da la maternidad/paternidad, sobre todo si no tienes una herencia multimillonaria o te ha tocado una Primitiva que te permita no ir a trabajar ni buscarte las castañas. Alucino con todas esas empresas que reniegan de contratar a mamás por pérdida de productividad, cuando en realidad lo que están perdiendo son valiosas empleadas que van a producir tanto o más que el resto en menos horas (siempre que busquen una jornada reducida, claro).
Para todas esas mamás (y papás) que se pasan el día haciendo encaje de bolillos para 'conciliar' lo más decentemente posible nació hace algo más de un año la iniciativa #mamiconcilia, una plataforma web promovida por Usúe Madinaveitia que recoge sus testimonios. En ese arranque se publicó un libro con las experiencias de 28 mamis directivas que han conseguido no ser esclavas 'full time' de sus respectivas empresas y se las han apañado para ver crecer a sus hijos. Y no sólo eso, sino también conseguir ciertos 'privilegios' para que sus equipos también puedan conciliar.

Un año (y muchos testimonios) después, #mamiconcilia ha publicado una segunda edición con historias variopintas de "madres azotadas por la crisis económica; otras que fueron discriminadas en el trabajo al comunicar que estaban embarazadas o despedidas al volver de la baja maternal, mujeres que encontraron una alternativa a la conciliación en el autoempleo o se reinventaron y emprendieron una aventura empresarial. Hay historias en las que la protagonista es la salud de los hijos, pero también la de los abuelos. Historias en las que el padre es pieza clave en una conciliación familiar corresponsable y otras historias en las que el peso de la familia recae en la madre porque el padre viaja o trabaja mucho. Hay familias en las que todo gira alrededor de los hijos y otras en las que, por decisión o necesidad, el trabajo escribe el argumento.
La mayoría de las participantes tienen dos hijos, aunque también hay historias de familias numerosas y de embarazos múltiples, así como varias con un solo hijo".
Me enorgullece decir que en esta segunda edición está la historia reciente de esta mamá que aquí os escribe. Los que me leéis a menudo ya sabéis de qué va;. Los que no la conozcan y les pique la curiosidad, podéis descargaros el libro en pdf o epub. Y a los que no os importe un carajo mi historia... bueno, descargarlo también, podéis aprender mucho de las experiencias de Sonsoles Ónega, Ana Hinojosa, Gabriela Tomassoni, Amaia Vitoria, Clarisa Pereira, Celia Ramón, Johanna Saldón, Eva Gascón, y otras muchas (además de algún padre) que han luchado por mantener su trabajo y ver a su familia a partes iguales.
¿Y LOS PAPÁS, QUÉ? ¿NO CONCILIAN?
#papiconcilia en la prensa andaluza |
Para acabar con este establishment, #mamiconcilia también ha recopilado testimonios de muchos papás que le han dado a su carrera un giro que rompe con lo establecido para dar prioridad a sus pequeños. El movimiento #papiconcilia también existe y su máxima expresión se ha publicado en dos ebook que pueden descargarse de la misma forma que los de #mamiconcilia.
Y APROVECHANDO QUE EL PISUERGA PASA POR VALLADOLID...
Esta ha sido una semana de mucha tralla para ésta nuestra comunidad. Cibermadre no hay más que una por fin ha dado el branding-salto a las redes sociales, y ya tiene espacio en Facebook, Twitter y Google+. Además ha entrado a formar parte de la comunidad de bloggers Madresfera. ¿Por qué tanto cambio? Pues porque parece que os gustan mis historias y ya tocaba independizarse de mamá Gema. Y porque así me planto en el III Encuentro de Madres Blogueras, organizado por Yo Dona y El Club de Malasmadres, que se celebra mañana sábado, 13 de junio, en Madrid, con algo más profesional y llamativo.
Imagino que os habréis percatado del cambio de look. Me he pasado los últimos días en el taller, dándole una buena mano de chapa y pintura al blog. ¿Qué os parece? ¿Demasiado morado? ¿Demasiado ostentoso? Se aceptan críticas, si son constructivas mucho mejor (por caridad, las destructivas me hacen llorar, que todavía tengo las hormonas a flor de piel).
viernes, 29 de mayo de 2015
Rodar y rodar
Hace algunas semanas la oficina estadística de la UE, Eurostat, nos daba la 'estupenda' noticia de que éramos, un año más, líderes en fracaso escolar, con una tasa de casi el 22% de jóvenes de entre 18 y 24 años que han abandonado sus estudios prematuramente, habiendo completado, como mucho, el primer ciclo de secundaria. Y aunque hemos conseguido rebajar la cifra, todavía duplicamos la media comunitaria (11,1%). Algo escalofriante.
¿A qué se debe este horrendo panorama? Supongo que ver ganar sueldos astronómicos a futbolistas y pseudofamosillos sin formación, infinitamente más amplios que los de médicos, científicos o ingenieros y mucho menos sufridos, no ayuda mucho. Aunque tanto padres como profesores coinciden en que una de las grandes causantes de esta lacra es la falta de motivación.
¿Qué hacer para animarles a seguir? Pues dejar volar la imaginación. Porque aquel mítico "¿no quieres estudiar? Pues ponte a trabajar para saber lo duro que es ganarse el pan" es inútil cuando hay más de un 50% de paro juvenil.
Entre las imaginativas iniciativas que van apareciendo está el Savia Fest, I Festival Escolar de Micropelículas en Instagram, creado por la editorial SM y que va dirigido a profesores y alumnos de Educación Secundaria. Una acción que tiene como objetivo que los jóvenes demuestren de manera creativa lo que aprenden en el aula, a través de una pequeña historia de 15 segundos, y que los profesores se acerquen un poco más al mundo de las redes sociales, un universo en el que sus alumnos son auténticos maestros.
Las grabaciones, que pueden hacerse desde cualquier smartphone o tablet, deben hablar del valor de alguna de las asignaturas habituales (matemáticas, lengua, historia...) en la vida cotidiana. Una vez grabadas y editadas, deberán subirse a Instagram identificandolas con dos hashtags: uno común, #SaviaFEST, y otro que dependerá de la categoría a la que se presente: Mejor Adaptación (#peliadaptada); Mejor Musical (#musical); Mejor Película de Animación (#pelideanimación); y Mejor Película de Acción (#pelideacción).
La fecha tope para colgar las microhistorias en Instagram es el 12 de junio. Los centros pueden publicar tantas grabaciones como quieran y cada mes los cinco vídeos más votados recibirán como premio entradas gratis para el cine. Aquí tenéis uno de los más de 600 ejemplos participantes que ya rondan por la red.
Para participar en el concurso es imprescindible que en las micropelículas aparezca la imagen de una claqueta que SM está proporcionando a los centros educativos que quieren participar. Puede solicitarse en smsavia@mmbbgroup.com o llamando a los teléfonos 902 121 323 y 91 208 04 03. Una vez concluido el plazo se seleccionarán tres vídeos finalistas por cada categoría. Éstos optarán a diversos premios que se entregarán en una gala de las de alfombra roja (perdón, verde, como la marea educativa) y que pueden consultarse en la web del concurso.
Así que, ya sabéis, cuando vuestros muchachos os digan por enésima vez aquello de que "mamá, esto de estudiar es un súper rollo", sacad la cámara y contestad: ¡¡SILENCIO, SE RUEDA!!
¿A qué se debe este horrendo panorama? Supongo que ver ganar sueldos astronómicos a futbolistas y pseudofamosillos sin formación, infinitamente más amplios que los de médicos, científicos o ingenieros y mucho menos sufridos, no ayuda mucho. Aunque tanto padres como profesores coinciden en que una de las grandes causantes de esta lacra es la falta de motivación.
![]() | |
Una acertada caricatura de www.e-faro.info |
Entre las imaginativas iniciativas que van apareciendo está el Savia Fest, I Festival Escolar de Micropelículas en Instagram, creado por la editorial SM y que va dirigido a profesores y alumnos de Educación Secundaria. Una acción que tiene como objetivo que los jóvenes demuestren de manera creativa lo que aprenden en el aula, a través de una pequeña historia de 15 segundos, y que los profesores se acerquen un poco más al mundo de las redes sociales, un universo en el que sus alumnos son auténticos maestros.
Las grabaciones, que pueden hacerse desde cualquier smartphone o tablet, deben hablar del valor de alguna de las asignaturas habituales (matemáticas, lengua, historia...) en la vida cotidiana. Una vez grabadas y editadas, deberán subirse a Instagram identificandolas con dos hashtags: uno común, #SaviaFEST, y otro que dependerá de la categoría a la que se presente: Mejor Adaptación (#peliadaptada); Mejor Musical (#musical); Mejor Película de Animación (#pelideanimación); y Mejor Película de Acción (#pelideacción).
La fecha tope para colgar las microhistorias en Instagram es el 12 de junio. Los centros pueden publicar tantas grabaciones como quieran y cada mes los cinco vídeos más votados recibirán como premio entradas gratis para el cine. Aquí tenéis uno de los más de 600 ejemplos participantes que ya rondan por la red.
Para participar en el concurso es imprescindible que en las micropelículas aparezca la imagen de una claqueta que SM está proporcionando a los centros educativos que quieren participar. Puede solicitarse en smsavia@mmbbgroup.com o llamando a los teléfonos 902 121 323 y 91 208 04 03. Una vez concluido el plazo se seleccionarán tres vídeos finalistas por cada categoría. Éstos optarán a diversos premios que se entregarán en una gala de las de alfombra roja (perdón, verde, como la marea educativa) y que pueden consultarse en la web del concurso.
Así que, ya sabéis, cuando vuestros muchachos os digan por enésima vez aquello de que "mamá, esto de estudiar es un súper rollo", sacad la cámara y contestad: ¡¡SILENCIO, SE RUEDA!!
lunes, 18 de mayo de 2015
Metal Child
Nuestro benjamín acaba de cumplir seis meses, una etapa dulce y alegre que, no obstante, trae consigo el horror musical de la repetición hasta la extenuación. El pequeño Miguel adora El barquito de cáscara de nuez y los Cinco Lobitos y nos lo hace saber cada vez que llega la hora de comer, de dormir, de ponerse perrón al filo de la media tarde... Al final del día, cuando todos ya duermen, las melodías siguen pasando por mi cabeza como en bucle, y si no me fuese yo también a la cama, mis neuronas seguramente cortocircuitarían.
En casa tenemos unos gustos musicales un tanto peculiares. A pesar de mi aspecto de madre coraje, la mitad del día en chándal, la otra mitad en plan 'casual' (casualmente hoy me ha dado por arreglarme un poco porque tenía una reunión), mi corazón late a ritmo de metal: a veces con la cadencia de For whom the bell tools, otras con la velocidad imparable de I want out.
De hecho, para disgusto de mi madre, tuve una temporada de heavy reportera en la que mi vida giraba en torno a melenudos de todas las nacionalidades, conciertos, festivales, presentaciones de discos... un trabajo de ensueño para cualquier amante del género (aunque nada agradecido en lo referente a sueldo) al que tuve que renunciar en cuanto nació nuestro primer churumbel.
Ni mamá ni papá han tenido mucho tiempo para conciertos (ni para el ocio en general) desde entonces, y cuando lo tienen prefieren pagar su entrada para disfrutar al 100% sin tener que cargar con libretas y cámaras. Dicho esto, desde aquí quiero expresar mi más sincera admiración y mandar apoyo a todos esos papás (mamás no conozco ninguna, digo yo que alguna habrá) que resisten currando diariamente en el mundo del rock y del metal y son capaces de conciliar: Fernando Galicia, musicólogo y escritor a punto de convertirse en todo un ¡Master! ¡Master! del universo heavyrockero; David Esquitino y su Red, Hard n Heavy; Juan Destroyer, siempre al pie del cañón en MariskalRock y La Heavy (la antigua Heavy Rock); Roberto Cappa, batería de Delirium y Dark Moor, entre otras bandas; Juan Olmos, cantante de Antigua, compositor y regente del estudio de grabación OlmoStudio; Juanma Rodríguez, que viaja cada dos por tres de gira fotográfica para sacarle fotos a melenudos varios... qué envidia me dais a veces, muchachos.
Ahora, mi trabajo en este campo se ciñe en conseguir arrastrar a mis pequeños vástagos a este 'lado oscuro' del mundo musical para evitarnos largos viajes a base de 'Cantaleches' y que el día de mañana sea más fácil programar tanto las escapadas familiares de ocio como la selección de discos de casa.
Por el momento, al mayor ya le hemos captado para la causa, y tan pronto te canta I was made for lovin you de Kiss como Rock you like a hurricane de los Scorpions. No teme al bueno de Eddie, la 'dulce' mascota de Iron Maiden, puesto que lo conoce desde que nació, ni a Snaggletooth, buque insignia de Motörhead, a la que un buen día decidió llamar 'Paquito'.
Claro que, como buen niño, alucina con los vídeos de Michael Jackson (igual que nosotros antaño), a pesar de que sigue necesitando que alguien le tape los ojos cuando sale el hombre lobo de Thriller. Y es capaz de mezclarlo todo con las socorridas letras de Rafaella Carrá (¡Qué dolor! ¡Qué dolor!), de los Village People, de Bonnie M, de Zapato Veloz y del inconfundible Emilio Aragón (¡Ala mamá! ¡Como el del Señor de los Anillos!).
¿Cuál es el truco? Si queréis que vuestros peques cambien el chip, buscad canciones fáciles de aprender, repetitivas: Highway to hell, Smoke on the water, I love rock'n'roll, My Sharona... e intercaladselas con las suyas: las que les ponen en el cole o en la guardería; las de la tortura cantajueguil; los incombustibles Miliki, Fofo y compañía, o Enrique y Ana, que os traerán grandes recuerdos. Por otra parte, ponedles vídeos llamativos, cargados de magia y de color. Pueden ser de mucha ayuda las versiones que corren por la red de los Muppets, como ésta del Bohemian Rhapsody de Queen:
Y nunca dejéis de lado la música clásica, es la base de todo lo que escuchamos ahora. Pero no se la metáis con calzador, buscad siempre algo lúdico con lo que engancharles: una obra de teatro, un juego como el de las sillas musicales o series de dibujos, como la de los Little Einsteins, con la que se volverán un poco 'marisabidillos' pero que les dará las primeras pautas generales del mundo de la música y el arte.
Sé que a veces supone una tortura china oír diez veces seguidas Juan Pequeño Baila, pero no le neguéis a vuestros peques las canciones que les gustan, los gustos se pueden redireccionar (al menos durante los primeros años) y marcar unas listas de reproducción aptas para todos los públicos. Por favor, no dejéis de ponerles música a pesar de lo que diga el ministro Wert y esa ley magnífica que ha dilapidado las corcheas de la Educación Primaria, porque es y será gran parte de nuestra vida.
NOTA: Si eres un flipado de Dream Theater te toca esperar, tanto virtuosismo puede llegar a aburrirles.
¿Y vuestros peques? ¿Qué escuchan? ¿Con qué os torturan? ¿Cómo les habéis arrastrado al lado oscuro?
En casa tenemos unos gustos musicales un tanto peculiares. A pesar de mi aspecto de madre coraje, la mitad del día en chándal, la otra mitad en plan 'casual' (casualmente hoy me ha dado por arreglarme un poco porque tenía una reunión), mi corazón late a ritmo de metal: a veces con la cadencia de For whom the bell tools, otras con la velocidad imparable de I want out.
![]() |
Sí, así soy yo (vía paraelwhatsapp.com) |
De hecho, para disgusto de mi madre, tuve una temporada de heavy reportera en la que mi vida giraba en torno a melenudos de todas las nacionalidades, conciertos, festivales, presentaciones de discos... un trabajo de ensueño para cualquier amante del género (aunque nada agradecido en lo referente a sueldo) al que tuve que renunciar en cuanto nació nuestro primer churumbel.
Ni mamá ni papá han tenido mucho tiempo para conciertos (ni para el ocio en general) desde entonces, y cuando lo tienen prefieren pagar su entrada para disfrutar al 100% sin tener que cargar con libretas y cámaras. Dicho esto, desde aquí quiero expresar mi más sincera admiración y mandar apoyo a todos esos papás (mamás no conozco ninguna, digo yo que alguna habrá) que resisten currando diariamente en el mundo del rock y del metal y son capaces de conciliar: Fernando Galicia, musicólogo y escritor a punto de convertirse en todo un ¡Master! ¡Master! del universo heavyrockero; David Esquitino y su Red, Hard n Heavy; Juan Destroyer, siempre al pie del cañón en MariskalRock y La Heavy (la antigua Heavy Rock); Roberto Cappa, batería de Delirium y Dark Moor, entre otras bandas; Juan Olmos, cantante de Antigua, compositor y regente del estudio de grabación OlmoStudio; Juanma Rodríguez, que viaja cada dos por tres de gira fotográfica para sacarle fotos a melenudos varios... qué envidia me dais a veces, muchachos.
Ahora, mi trabajo en este campo se ciñe en conseguir arrastrar a mis pequeños vástagos a este 'lado oscuro' del mundo musical para evitarnos largos viajes a base de 'Cantaleches' y que el día de mañana sea más fácil programar tanto las escapadas familiares de ocio como la selección de discos de casa.
Por el momento, al mayor ya le hemos captado para la causa, y tan pronto te canta I was made for lovin you de Kiss como Rock you like a hurricane de los Scorpions. No teme al bueno de Eddie, la 'dulce' mascota de Iron Maiden, puesto que lo conoce desde que nació, ni a Snaggletooth, buque insignia de Motörhead, a la que un buen día decidió llamar 'Paquito'.
![]() |
Snaggletooth (alias 'Paquito') y Eddie no faltan en nuestras paredes |
Claro que, como buen niño, alucina con los vídeos de Michael Jackson (igual que nosotros antaño), a pesar de que sigue necesitando que alguien le tape los ojos cuando sale el hombre lobo de Thriller. Y es capaz de mezclarlo todo con las socorridas letras de Rafaella Carrá (¡Qué dolor! ¡Qué dolor!), de los Village People, de Bonnie M, de Zapato Veloz y del inconfundible Emilio Aragón (¡Ala mamá! ¡Como el del Señor de los Anillos!).
¿Cuál es el truco? Si queréis que vuestros peques cambien el chip, buscad canciones fáciles de aprender, repetitivas: Highway to hell, Smoke on the water, I love rock'n'roll, My Sharona... e intercaladselas con las suyas: las que les ponen en el cole o en la guardería; las de la tortura cantajueguil; los incombustibles Miliki, Fofo y compañía, o Enrique y Ana, que os traerán grandes recuerdos. Por otra parte, ponedles vídeos llamativos, cargados de magia y de color. Pueden ser de mucha ayuda las versiones que corren por la red de los Muppets, como ésta del Bohemian Rhapsody de Queen:
Y nunca dejéis de lado la música clásica, es la base de todo lo que escuchamos ahora. Pero no se la metáis con calzador, buscad siempre algo lúdico con lo que engancharles: una obra de teatro, un juego como el de las sillas musicales o series de dibujos, como la de los Little Einsteins, con la que se volverán un poco 'marisabidillos' pero que les dará las primeras pautas generales del mundo de la música y el arte.
Sé que a veces supone una tortura china oír diez veces seguidas Juan Pequeño Baila, pero no le neguéis a vuestros peques las canciones que les gustan, los gustos se pueden redireccionar (al menos durante los primeros años) y marcar unas listas de reproducción aptas para todos los públicos. Por favor, no dejéis de ponerles música a pesar de lo que diga el ministro Wert y esa ley magnífica que ha dilapidado las corcheas de la Educación Primaria, porque es y será gran parte de nuestra vida.
NOTA: Si eres un flipado de Dream Theater te toca esperar, tanto virtuosismo puede llegar a aburrirles.
¿Y vuestros peques? ¿Qué escuchan? ¿Con qué os torturan? ¿Cómo les habéis arrastrado al lado oscuro?
Etiquetas:
Cantajuegos,
Dream Theater,
Eddie,
heavy,
Helloween,
Kiss,
Little Einsteins,
Metallica,
Michael Jackson,
Muppets,
Queen,
rock,
Scorpions,
Snaggletooth,
Thriller,
Wert
miércoles, 18 de marzo de 2015
Mamá, quiero ser una chica
Después del fin de la baja maternal, de papeleos varios entre cambio y cambio de pañal, de plantear mi nueva vida laboral entre toma y toma... por fin saco un poco de tiempo para un nuevo post. ¡Y eso que me había dicho a mí misma que iba a ser uno a la semana! Fatal, mamá, fatal, que diría el primogénito.
Precisamente del primogénito pensaba hablar, porque hace unos días, junto con el Día Internacional de la Mujer, celebrábamos su quinto cumpleaños. ¡Cómo pasa el tiempo! El caso es que, entre los muchos regalos que ha recibido, esta vez han llegado los cacharritos de cocina. ¡Por fin! Me parecía alucinante que en un lustro nadie le hubiera regalado nada de ese estilo... ni si quiera yo (ya se sabe, los padres aprovechamos estas oportunidades para las bicis y otros regalos caros; y fuera de temporada no procede otra cosa que ropa o libros).
El caso es que durante mucho tiempo se lo estuve pidiendo a todo el que me hacía la pregunta del millón (¿qué le regalo?), emocionada al ver cómo mi pequeñuelo disfrutaba con ese tipo de juguete en casas ajenas. Pero nunca llegaba. Y, lo peor de todo, es que nadie le daba importancia. ¿Por qué? Pues porque los niños juegan con coches y pelotas y las niñas con cocinitas y muñecas. El eterno mantra.
Una vez conseguidos los cacharros, diseñé un plan para motivarle aún más a jugar con ellos: colocárselos en la cocina de casa junto a nuestras ollas y sartenes, un truco que nunca falla... hasta que el pobre se topa de bruces con lo frustrante de la (no) aceptación social.
- Mamá, creo que vamos a devolver esta cocinita - me dijo ayer con cara de tristeza.
- ¿Y eso por qué? - le pregunté haciéndome la extrañada.
- Pues porque es un juguete de niña...-. Rabia, ira, muerte y destrucción.
- ¿Y quién te ha dicho eso?
- Nadie, lo digo yo -. Por un momento la sombra de la duda me estremeció, aunque sin vacilar (que los niños, como los perros, huelen el miedo a kilómetros) volví a preguntar.
- Venga, va, y ahora de verdad. Dime quién te lo ha dicho.
Bajó los ojos y me confesó que había sido uno de sus amigos de clase. El mismo que dice que a las niñas no les puede gustar el fútbol, o que los niños no pueden usar el rosa porque es un color de chicas. Vamos, el que sigue a pies juntillas el mantra del que hablábamos antes pero con cinco años, alentado por sus queridos tutores, que ni se plantean poner en práctica los sabios consejos del blog En clave de niños, o echarle un vistazo a los ejercicios de Educando en Igualdad.Gracias a ellos y a su mentalidad poco adaptada al siglo XXI, mi hijo ha sentido la necesidad de ser una niña en determinadas ocasiones, principalmente cuando se ha divertido con cocinitas, juegos de te, puzzles de princesas... ¡o cuando quería pintar una flor en tono magenta! Es entonces cuando, con gran frustración, se agarra de mi pierna y me dice: "Mamá, a mí me gustaría ser una niña".
La cuestión es, ¿por qué? ¿Qué pueden hacer las niñas que no puedas hacer tú? Cuando la duda le asalta, me gusta buscarle en internet excepciones que rebaten las ideas de esos padres del cretácico:
Karlos Arguiñano
Amaya Valdemoro
o los muchos ejemplos que aparecen en el Club Detacón, una gran iniciativa que tiene como objetivo dar una mayor visibilidad a la mujer en el masculinizado mundo del fútbol, y cuyos movimientos podéis ir siguiendo y apoyando a través del hashtag #ElFútbolYaNoEsLaPolla.
Me indigna sobremanera que a estas alturas de la evolución sigamos inculcándole a nuestros pequeños esos roles obsoletos que sólo sirven para que papá continúe 'ayudando' en casa en vez de compartir tareas; o para tachar de 'rarito' (por no decir una palabra peor) al niño que quiere montarse en un coche de Hello Kitty en la feria, o de 'marimacho' a la niña que juega con muñecos de acción.
¿Qué pensáis al respecto? ¿Habéis tenido experiencias parecidas? ¿Os habéis encontrado con algún profe de esa 'vieja escuela'? ¿Conocéis movimientos, clubs, blogs, etc. que ayuden a paliar esa falta de igualdad?
Precisamente del primogénito pensaba hablar, porque hace unos días, junto con el Día Internacional de la Mujer, celebrábamos su quinto cumpleaños. ¡Cómo pasa el tiempo! El caso es que, entre los muchos regalos que ha recibido, esta vez han llegado los cacharritos de cocina. ¡Por fin! Me parecía alucinante que en un lustro nadie le hubiera regalado nada de ese estilo... ni si quiera yo (ya se sabe, los padres aprovechamos estas oportunidades para las bicis y otros regalos caros; y fuera de temporada no procede otra cosa que ropa o libros).
![]() |
Por fin podemos cocinar con papá y mamá |
El caso es que durante mucho tiempo se lo estuve pidiendo a todo el que me hacía la pregunta del millón (¿qué le regalo?), emocionada al ver cómo mi pequeñuelo disfrutaba con ese tipo de juguete en casas ajenas. Pero nunca llegaba. Y, lo peor de todo, es que nadie le daba importancia. ¿Por qué? Pues porque los niños juegan con coches y pelotas y las niñas con cocinitas y muñecas. El eterno mantra.
Una vez conseguidos los cacharros, diseñé un plan para motivarle aún más a jugar con ellos: colocárselos en la cocina de casa junto a nuestras ollas y sartenes, un truco que nunca falla... hasta que el pobre se topa de bruces con lo frustrante de la (no) aceptación social.
- Mamá, creo que vamos a devolver esta cocinita - me dijo ayer con cara de tristeza.
- ¿Y eso por qué? - le pregunté haciéndome la extrañada.
- Pues porque es un juguete de niña...-. Rabia, ira, muerte y destrucción.
- ¿Y quién te ha dicho eso?
- Nadie, lo digo yo -. Por un momento la sombra de la duda me estremeció, aunque sin vacilar (que los niños, como los perros, huelen el miedo a kilómetros) volví a preguntar.
- Venga, va, y ahora de verdad. Dime quién te lo ha dicho.
Bajó los ojos y me confesó que había sido uno de sus amigos de clase. El mismo que dice que a las niñas no les puede gustar el fútbol, o que los niños no pueden usar el rosa porque es un color de chicas. Vamos, el que sigue a pies juntillas el mantra del que hablábamos antes pero con cinco años, alentado por sus queridos tutores, que ni se plantean poner en práctica los sabios consejos del blog En clave de niños, o echarle un vistazo a los ejercicios de Educando en Igualdad.Gracias a ellos y a su mentalidad poco adaptada al siglo XXI, mi hijo ha sentido la necesidad de ser una niña en determinadas ocasiones, principalmente cuando se ha divertido con cocinitas, juegos de te, puzzles de princesas... ¡o cuando quería pintar una flor en tono magenta! Es entonces cuando, con gran frustración, se agarra de mi pierna y me dice: "Mamá, a mí me gustaría ser una niña".
La cuestión es, ¿por qué? ¿Qué pueden hacer las niñas que no puedas hacer tú? Cuando la duda le asalta, me gusta buscarle en internet excepciones que rebaten las ideas de esos padres del cretácico:
Karlos Arguiñano
Amaya Valdemoro
o los muchos ejemplos que aparecen en el Club Detacón, una gran iniciativa que tiene como objetivo dar una mayor visibilidad a la mujer en el masculinizado mundo del fútbol, y cuyos movimientos podéis ir siguiendo y apoyando a través del hashtag #ElFútbolYaNoEsLaPolla.
Me indigna sobremanera que a estas alturas de la evolución sigamos inculcándole a nuestros pequeños esos roles obsoletos que sólo sirven para que papá continúe 'ayudando' en casa en vez de compartir tareas; o para tachar de 'rarito' (por no decir una palabra peor) al niño que quiere montarse en un coche de Hello Kitty en la feria, o de 'marimacho' a la niña que juega con muñecos de acción.
¿Qué pensáis al respecto? ¿Habéis tenido experiencias parecidas? ¿Os habéis encontrado con algún profe de esa 'vieja escuela'? ¿Conocéis movimientos, clubs, blogs, etc. que ayuden a paliar esa falta de igualdad?
lunes, 23 de febrero de 2015
Los ciberabuelos y el miedo tecnológico
La primera vez que me conecté a la Red de Redes desde casa (de mis padres, se entiende) yo debía tener unos 20 años. Estaba en la universidad, 'estudiaba' Periodismo y mis queridos progenitores entendieron que eso de internet era una herramienta útil para el desarrollo de mi carrera. Nos hicimos con una tarifa plana de esas 'súper rápidas' de 56 kb/s, que el ADSL era para ricos, y a navegar... y a chatear hasta las tantas de la mañana, bien por el Messenger, bien por el IRC... Mientras escribo esto me da la impresión de que todo eso ocurrió en el pleistoceno, pero apenas se cumplen trece años de aquella fecha.
Por aquel entonces mi (ahora difunta) abuela vivía con nosotros, y cada vez que se acercaba al ordenador y le explicábamos que con internet éramos capaces de charlar por escrito con los familiares que tenemos en Argentina, entre otras muchas cosas, se horrorizaba y exclamaba: '¡Eso son cosas del demonio!'. Una frase que, por otra parte, había copiado de su propia abuela, que había dicho exactamente lo mismo la primera vez que vio un coche... teniendo en cuenta que vivía en un pequeño pueblo leonés a las faldas del Teleno y que murió bastante antes de empezar la Guerra Civil, nunca se supo si tuvo la oportunidad de decirlo por segunda vez.
Ahora esa abuela ya no está, y los que antes eran padres han ascendido y han heredado su cargo y también su miedo tecnológico... cosas de la genética, supongo. Porque ese internet que un día entró por la puerta de su casa jamás quisieron tocarlo, ni con un palo, y salió el mismo día en que yo me independicé. "Para buscar los números de la Primitiva ya tenemos el teletexto", me decían.
Sin embargo, la jubilación y el ansia por traficar con fotos de los nietos han sido más fuertes que ese miedo, y más efectivos que años de peroratas basadas en el mantra "Es el futuro y vosotros no sois tan viejos". Antes de acabar el año, mi padre decidió que ya era hora de apuntarse a clases de informática, mientras mi madre pedía a los Reyes Magos un smarphone. Así que sus eternas majestades vinieron cargados de 'gadgets' tecnológicos.
En poco menos de dos meses la ya ciberabuela ha conseguido poner como tono de llamada al Dúo Dinámico, manda vídeos, copia y pega mensajes y nos satura el buzón de cadenas y fotos de gatetes. Eso sin contar con la petición continua (y posterior reenvío) de imágenes y vídeos de sus nietos.
El abuelo va un poco más despacio, aunque en su defensa he de decir que lo suyo es más difícil. Manejar Windows XP a los 66 años sin haber tocado un ordenador en tu vida no es moco de pavo. Por el momento ya sabe encender y apagar el equipo; mover el ratón hacia donde él quiere (el doble click aún se le resiste un poco); explorar CDs y USBs, crear carpetas y ver las fotos de su pueblo (sí, el del Teleno) que le hemos dejado en Mis Documentos.
Me llena de orgullo y satisfacción verles tan volcados y motivados después de años de rechazo irracional, aunque sé que no va a ser fácil y que me va a tocar liderar cientos de tutorías personalizadas, en vivo y vía telefónica (el modo online creo que aún es demasiado avanzado). Y que me odiarán eternamente cuando no sepa solventarles una duda o arreglarles algún desaguisado, como el que hace unos días me planteaba mi madre: en vez de borrar un sólo archivo se cargó toda la carpeta de vídeos que tenía en la memoria. Cuando le dije era imposible de recuperar casi le da un soponcio, y cuando se enteró de que tampoco se los podía reenviar (yo, que borro toda la morralla tipo gatitos, amigos para siempre y feliz navidad que me mandan), a poco se me echa a llorar: "O sea, que he perdido el vídeo de Miguel diciendo 'ajo', el de las chirigotas de los carnavales de Cádiz, el de los chistes de Marianico el Corto...". Eso sí, ha tardado menos de cinco días en recuperarlos todos gracias a su red de contactos.
Está claro que éste es mi caso personal y que no todos los abuelos se han quedado en la era del teléfono de rueda. Algunos, mayores que los míos, son grandes genios de la informática, como los que aparecen en este artículo escrito por David G. Ortiz para Yorokobu y entre los que están Bill Gates, que roza los 60 años, o Steve Wozniak, uno de los padres de Apple, que ya pasa de los 64, unos expertos a los que ninguno nos podemos comparar.
Otros, más cercanos, son esos que no se han dejado vencer por la novedad y que, sin ser especialistas, saben manejarse con todas las versiones de Windows, la tablet, el smartphone, el reproductor de MP3 y con el mando de la TDT. Son esos los verdaderos ciberabuelos, capaces de comprarse una reflex digital y de aprender a usar Photoshop sólo para hacerse cientos de miles de fotolibros de los nietos. Podría poner como ejemplo a mi tío Paco, un grande en este campo, pero como no puedo colgar ningún link que le acredite, me he buscado a otro ciberabuelo al que entrevisté hace ya unos cuantos años, figura perfecta de lo que quiero transmitir. Se trata de Juanjo Azcárate, CEO del centro de estudios a distancia CCC y consejero en mil y una empresas e iniciativas, entre ellas la Asociación Española de Economía Digital, Adigital. En su web he encontrado esa entrevista que le hice en 2011, en la que reconoce que sus nietos son su referencia perfecta para no quedarse obsoleto.
Ahora bien, cibermadre/padre, si te encuentras en un caso como el mío, te doy tres consejos:
- Primero: ármate de paciencia y aguanta estoicamente los vídeos de gatitos que te manda tu progenitora. Es tu madre, la única que tienes, y hay que quererla como es. TRUCO: espera a tener wifi para descargarlos y que no te agote los megas mensuales de tu tarifa de datos en una semana.
- Segundo: Si le regaláis una tablet a los abuelos, aseguraos de enseñarle bien cómo funciona, que luego pasan cosas como ésta...
- Tercero: Si no tenéis tiempo de ejercer de profesores, siempre podéis plantearles un curso intensivo de fin de semana con sus nietos, los grandes nativos digitales. Si hay alguien que puede enseñarles de forma simple y sencilla, esos son ellos. Además, así podréis aprovechar para pegaros un homenaje, a ser posible lejos del mundanal ruido y con los móviles y tablets apagados.
Por aquel entonces mi (ahora difunta) abuela vivía con nosotros, y cada vez que se acercaba al ordenador y le explicábamos que con internet éramos capaces de charlar por escrito con los familiares que tenemos en Argentina, entre otras muchas cosas, se horrorizaba y exclamaba: '¡Eso son cosas del demonio!'. Una frase que, por otra parte, había copiado de su propia abuela, que había dicho exactamente lo mismo la primera vez que vio un coche... teniendo en cuenta que vivía en un pequeño pueblo leonés a las faldas del Teleno y que murió bastante antes de empezar la Guerra Civil, nunca se supo si tuvo la oportunidad de decirlo por segunda vez.
Ahora esa abuela ya no está, y los que antes eran padres han ascendido y han heredado su cargo y también su miedo tecnológico... cosas de la genética, supongo. Porque ese internet que un día entró por la puerta de su casa jamás quisieron tocarlo, ni con un palo, y salió el mismo día en que yo me independicé. "Para buscar los números de la Primitiva ya tenemos el teletexto", me decían.
![]() |
Por increíble que parezca, el teletexto sigue funcionando |
Sin embargo, la jubilación y el ansia por traficar con fotos de los nietos han sido más fuertes que ese miedo, y más efectivos que años de peroratas basadas en el mantra "Es el futuro y vosotros no sois tan viejos". Antes de acabar el año, mi padre decidió que ya era hora de apuntarse a clases de informática, mientras mi madre pedía a los Reyes Magos un smarphone. Así que sus eternas majestades vinieron cargados de 'gadgets' tecnológicos.
En poco menos de dos meses la ya ciberabuela ha conseguido poner como tono de llamada al Dúo Dinámico, manda vídeos, copia y pega mensajes y nos satura el buzón de cadenas y fotos de gatetes. Eso sin contar con la petición continua (y posterior reenvío) de imágenes y vídeos de sus nietos.
El abuelo va un poco más despacio, aunque en su defensa he de decir que lo suyo es más difícil. Manejar Windows XP a los 66 años sin haber tocado un ordenador en tu vida no es moco de pavo. Por el momento ya sabe encender y apagar el equipo; mover el ratón hacia donde él quiere (el doble click aún se le resiste un poco); explorar CDs y USBs, crear carpetas y ver las fotos de su pueblo (sí, el del Teleno) que le hemos dejado en Mis Documentos.
Me llena de orgullo y satisfacción verles tan volcados y motivados después de años de rechazo irracional, aunque sé que no va a ser fácil y que me va a tocar liderar cientos de tutorías personalizadas, en vivo y vía telefónica (el modo online creo que aún es demasiado avanzado). Y que me odiarán eternamente cuando no sepa solventarles una duda o arreglarles algún desaguisado, como el que hace unos días me planteaba mi madre: en vez de borrar un sólo archivo se cargó toda la carpeta de vídeos que tenía en la memoria. Cuando le dije era imposible de recuperar casi le da un soponcio, y cuando se enteró de que tampoco se los podía reenviar (yo, que borro toda la morralla tipo gatitos, amigos para siempre y feliz navidad que me mandan), a poco se me echa a llorar: "O sea, que he perdido el vídeo de Miguel diciendo 'ajo', el de las chirigotas de los carnavales de Cádiz, el de los chistes de Marianico el Corto...". Eso sí, ha tardado menos de cinco días en recuperarlos todos gracias a su red de contactos.
Está claro que éste es mi caso personal y que no todos los abuelos se han quedado en la era del teléfono de rueda. Algunos, mayores que los míos, son grandes genios de la informática, como los que aparecen en este artículo escrito por David G. Ortiz para Yorokobu y entre los que están Bill Gates, que roza los 60 años, o Steve Wozniak, uno de los padres de Apple, que ya pasa de los 64, unos expertos a los que ninguno nos podemos comparar.
Otros, más cercanos, son esos que no se han dejado vencer por la novedad y que, sin ser especialistas, saben manejarse con todas las versiones de Windows, la tablet, el smartphone, el reproductor de MP3 y con el mando de la TDT. Son esos los verdaderos ciberabuelos, capaces de comprarse una reflex digital y de aprender a usar Photoshop sólo para hacerse cientos de miles de fotolibros de los nietos. Podría poner como ejemplo a mi tío Paco, un grande en este campo, pero como no puedo colgar ningún link que le acredite, me he buscado a otro ciberabuelo al que entrevisté hace ya unos cuantos años, figura perfecta de lo que quiero transmitir. Se trata de Juanjo Azcárate, CEO del centro de estudios a distancia CCC y consejero en mil y una empresas e iniciativas, entre ellas la Asociación Española de Economía Digital, Adigital. En su web he encontrado esa entrevista que le hice en 2011, en la que reconoce que sus nietos son su referencia perfecta para no quedarse obsoleto.
Ahora bien, cibermadre/padre, si te encuentras en un caso como el mío, te doy tres consejos:
- Primero: ármate de paciencia y aguanta estoicamente los vídeos de gatitos que te manda tu progenitora. Es tu madre, la única que tienes, y hay que quererla como es. TRUCO: espera a tener wifi para descargarlos y que no te agote los megas mensuales de tu tarifa de datos en una semana.
- Segundo: Si le regaláis una tablet a los abuelos, aseguraos de enseñarle bien cómo funciona, que luego pasan cosas como ésta...
- Tercero: Si no tenéis tiempo de ejercer de profesores, siempre podéis plantearles un curso intensivo de fin de semana con sus nietos, los grandes nativos digitales. Si hay alguien que puede enseñarles de forma simple y sencilla, esos son ellos. Además, así podréis aprovechar para pegaros un homenaje, a ser posible lejos del mundanal ruido y con los móviles y tablets apagados.
martes, 10 de febrero de 2015
Madres de la Red... ¡UNÍOS!
Llevo varias semanas oteando lo que otras madres bloggeras están colgando por internet y me ha encantado. No sólo ver cómo ver cómo muchas han convertido esa devoción maternal en su estrategia de negocio, sino también cómo la gran mayoría extiende un mensaje claro: por mucho que digan los políticos y los empresarios delante de las cámaras, la conciliación y la igualdad de madres y de padres ante sus hijos sigue siendo prácticamente una utopía. Una utopía que sin sus (nuestras) protestas nunca cambiará.
![]() |
¿Cuántas de vosotras os habéis visto así por motivos profesionales? |
Un gran ejemplo es el del Club de Malasmadres, una plataforma web que está preparando para este viernes 13 de febrero una encuesta titulada 'Conciliación, ese cuento chino que ya no nos creemos ni de lejos'. Con ella se quiere demostrar que la realidad es muy diferente a como nos la pintan: aunque los hay, pocos son los padres que se reducen la jornada (y, por ende, el sueldo) en el trabajo, o que se hacen autónomos para gestionarse las horas con sus pequeños vástagos.
"Según el INE, el 13,5% de las mujeres trabajando a tiempo parcial lo hacen para dedicarse al cuidado familiar, y sólo un 0,8% de los hombres reduce la jornada por este motivo", asegura Maite Egoscozábal, socióloga y colaboradora en Malasmadres. En su discurso comenta, además, un aspecto de aquel viral del que hablaba en este blog a principios de año que se me escapó, probablemente por mi falta de visión sociológica (y porque mi cerebro ya no da para más).
"Está claro que anuncios como el de IKEA, en que son las madres las que reciben el mensaje de 'tenéis que jugar más con vuestros hijos', no ayuda a que desaparezca el sentimiento de culpa femenino ni a que la sociedad responsabilice del cuidado de los buenoshijos a hombres y mujeres por igual". Más razón que una santa, tiene.
Por todos esos motivos, esta humilde cibermadre se ha unido al Club con la sana intención de participar en la encuesta. Y no porque me quiera quejar de que el 'buenpadre' (como así les llaman en la web) no le dedica tanto tiempo como yo a sus hijos por estar más centrado en su profesión 'full time'. Las circunstancias de la vida me han concedido a mí esa ventaja/desventaja (con el primer hijo, trabajar en una empresa flexible y comprometida con la conciliación; con el segundo hijo, el paro y la falta de opciones laborales para una mujer embarazada).
Quiero participar en la encuesta porque cuantas más seamos, más daremos de qué hablar, una circunstancia que hay que aprovechar en plena campaña preelectoral. Porque hay que hacer ver a las empresas que tener hijos es cosa de hombres y mujeres, no sólo de éstas últimas, y que ser madre no está reñido con ser una buena profesional. Si hay alguien que sabe gestionar tiempos y prioridades, esas somos nosotras.
Pero también quiero participar en la encuesta porque mi mente de 'madre que quiere llegar a todo y no puede pero tiene que poder' lo necesita. Saber que no estoy sola en este camino (aunque se aplique la máxima de 'mal de muchas, consuelo de tontas') y que debo cambiar para salirme de esa senda. Muchas veces el buenpadre que tengo en casa me recuerda que soy yo misma la que me quiero colgar el cartel de SuperMotherWoman porque quiero hacer mis reportajes mientras meneo con un pie el cochecito del pequeño y le hago con las orejas el disfraz de carnaval para el cole al mayor. "Yo también estoy aquí, no quieras abarcarlo tú todo y dejarme a mí sin la satisfacción de dedicarme a mis hijos", me dice. Y tiene toda la razón.
Ahí esta el primer escollo que debemos salvar: reconocer que seguimos voluntariamente la pauta que nos ha marcado la sociedad y tirar del brazo del buenpadre para que nos acompañe en esa senda. Iniciativas como ésta de Malasmadres no hacen sino fomentar razonamientos de este tipo a nivel personal. Así que cuántas más participemos en la encuesta, mayor será el impacto sociológico, aunque sólo sea en el cerebro de las que nos hemos involucrado.
NOTA: Inicialmente había pensado en hablar en este post de varios sites interesantes de madres bloggeras, como Mamiconcilia, Community Madre, Gafapapás... Pero podría ser interminable, así que lo dejo para siguientes entradas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)