viernes, 21 de octubre de 2016

#21 Viernes Dando La Nota: Cosecha del 86 - The Final Countdown

Hace unos días charlaba con el padre analógico sobre la posibilidad de escaparme al concierto que Europe dará el mes que viene en Madrid con motivo del 30 aniversario de The Final Countdown. Sí, queridos míos, 30 años se cumplen ya de aquella melodía de teclados reconocida en el mundo entero (que, comparados con los 90 que acaba de cumplir el tito Chuck Berry, no son nada); de aquella cuenta atrás que no suele faltar en el repertorio de ninguna orquesta de fiestas de pueblo que se precie; de aquellos pelos cardados llegados de frías tierras escandinavas que acapararon portadas tanto de la Heavy Rock como de la SuperPop, siempre confrontados con Bon Jovi... qué tiempos aquellos.

El caso es que, aprovechando la coyuntura, rebuscamos en nuestra estantería musical y nos dimos cuenta de que 1986 fue un año de grandes joyas musicales y de curiosidades cinéfilas: vimos por primera vez a David Bowie enfundado en el traje del Rey Jareth, malvado protagonista de Dentro del Laberinto; Bon Jovi publicaba su Slippery when wet, con temazos tan tremebundos como Livin' on a prayer; Kim Bassinger se despelotaba en Nueve semanas y media a ritmo de la versión de Joe Cocker de You can leave your hat on mientras Iron Maiden sacaba Somewhere in time; Jeff Goldblum se convertía en La Mosca casi al mismo tiempo que Metallica ponía en el mercado su Master of Puppets...

Era tan larga la lista (sobre todo la musical) que decidí cerrar los últimos VDLN de 2016 con esos discos concretos que este año han cumplido la treintena bajo el título 'Cosecha del 86'. Empezando, por supuesto, con mis suecos favoritos. Pero no eligiendo la canción más típica, porque ya todos la conocéis y de lo que se trata es de descubrir nuevas sensaciones, ¿no? Así que me quedaré con alguna de las composiciones menos escuchadas del disco en cuestión.

Primero un poco de historia patrocinada por Wikipedia. The Final Countdown fue el tercer álbum de estudio de Europe, el más exitoso de los suecos, que hasta la fecha ha vendido más de 6 millones de unidades en todo el mundo. En su listado no sólo está LA CANCIÓN (os voy dejando links, por si os apetece hacer un 'remember'). También incluye otras que lo han petado a lo largo del tiempo como Carrie (cuantos habréis arrimado cebolleta con esta baladita, ¿eh, bandidos?), Cherokee y Rock the night. Como curiosidad, muchas de las canciones del disco aparecen en Hot Rod (2007), una peli para pasar el rato y echarse unas risas que pasó sin pena ni gloria por alguna cartelera del mundo.

Aquí vuestra Cibermadre (antes de ser madre) con el cantante de Europe, Joey Tempest.
La eterna pugna de guapuras con Jon 'meestirolasarrugas' Bon Jovi la ganó este sueco cincuentón
y su cuerpo serrano 100% libre de botox

Entre las que quedan mi favorita es Ninja. Aquí os dejo un vídeo que, creo, no es muy oficial, pero da el pego y transmite ese sentir ochentero que tanta nostalgia nos despierta a algunos.


Con el cariño que les tienen en Japón y la pasta que se dejan los nipones en música, no es de extrañar que les hicieran guiños de vez en cuando. Es más, su compañía de discos no sería la primera ni la última que 'invitase' a sus músicos a dorarle la píldora a los oriundos de la tierra del sol naciente. Ésta en concreto no es que sea el colmo de la composición, pero queda fetén en los conciertos... ¡¡Ninja Survive!!

¡¡Feliz y musical fin de semana para todos!!


 


domingo, 16 de octubre de 2016

Cambio de generación, cambio de pantalla a la hora de comer

Una de las cosas que recuerdo de mi niñez es mi adicción a la televisión. Mi madre cuenta muchas veces que en cuanto fui capaz de llegar al botón de encendido de la caja tonta (probablemente con menos de dos años) lo primero que hacía al despertar, o al volver de la calle, era encender el televisor. Aunque luego no lo viese y me fuese a mi cuarto a jugar, pero no permitía que se apagara.

Sólo había una tele en casa y siempre estaba de peleas con mi abuelo, que vivió con nosotros desde que se quedó viudo recién jubilado hasta que murió a los 88 años, por elegir cadena a la hora de comer: o telediario o dibujos animados. Esa era la cuestión. Y siempre había un ganador: el tubo de rayo catódico. Comíamos embobados sin charlar, sin mirarnos. Sólo con la vista fija a la pantalla.


El tiempo pasó, nuestro cuerpo cambió (la tele perdió culo y yo lo gané). Y ahí seguimos las dos, compartiendo penas y alegrías, aunque nuestra relación se ha enfriado. Ya no me peleo con nadie porque no hay ningún contenido que me retenga. En realidad ya sólo la utilizo, le dejo a los niños para que los entretenga: a veces con Clan y otras con Teledeporte. A veces pienso que debería ser sincera y contarle que la he traicionado con mil y un dispositivos, táctiles o no, que ya no la necesito como antes, que ya no conectamos como antes...

Y, de repente, llega la noche, la hora de la cena y ahí estamos, papá y mamá, frente a la pantalla, dejando que nuestros cerebros se dispersen con algo sencillo de digerir. Y, como no, siempre están cerca los smartphones, por si hay que twittear algo, y la tablet, por si alguno se aburre y se quiere echar una partida al Crossy Road (pero qué fan soy de este juego). Pantallas, pantallas y más pantallas.

Una hora antes, los enanos han cenado en la cocina. Sin tele, pero con tablet. He de decir que en los últimos meses ha estado más apagada que encendida, pero hay días en que la reclaman y no se la puedo negar, siempre que se hayan portado bien, claro. Después de un largo día de colegio, de academias, de deberes... ellos también necesitan su momento de dispersión.

ESTUDIOS QUE NOS MUESTRAN NUESTRA IMPERFECCIÓN

¿A qué viene esto? Quería enlazar esta reflexión a un estudio que CinfaSalud acaba de publicar aprovechando el Día Mundial de la Alimentación, que se celebró el 16 de octubre, y que ha sido realizado con una muestra de 3.000 padres y madres de niños de entre 6 y 12 años. Titulado Percepción y hábitos de salud de las familias españolas sobre nutrición infantil, asegura que el 71% de los niños españoles comen con una pantalla (cualquiera) delante. De ese total, más del 25% lo hace de forma habitual y, según el estudio, éstos tienen más papeletas de sufrir sobrepeso y obesidad que los que no lo hacen.

Según el doctor Cristóbal Coronel, secretario y miembro del grupo de trabajo de Nutrición y Patología Gastrointestinal de la Sociedad Española de Pedriatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap), las pantallas "deben aparcarse durante la comida, porque impiden disfrutar de las texturas y sabores de los alimentos. Además, no permiten la conversación familiar y anulan cualquier posibilidad por parte de los progenitores de inculcar a sus hijos e hijas hábitos saludables a la mesa, que les ayuden a prevenir el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónicas de base nutricional en la infancia como la diabetes o la hipertensión".


No digo que no sea verdad pero no estoy del todo de acuerdo con ese razonamiento. No se trata sólo de ver la pantalla mientras uno se come el filete (a mí, personalmente, ese entretenimiento me ha ayudado a comer más despacio y a no devorar, como desaconseja la comunidad médica). Se trata de alimentarse de forma variada comiendo cantidades razonables, algo que estamos perdiendo por pereza, por falta de tiempo o por no discutir con los niños. Cenar salchichas, pizza u otros alimentos precocinados es un clásico en las noches de 'no sé qué hacerles hoy a los niños' cuando sería mejor una ensalada, un pescado o unas verduras a la plancha.

Se trata de salir a pasear, a correr, a saltar... de jugar en la calle todo lo que podamos para quemar calorías y socializar. Pero, claro, a veces es más fácil dejar a los niños aparcados frente a la tele mientras terminamos de hacer limpiezas, comidas, cenas, mandar mails o, muy de vez en cuando, jugar al Crossy Road.

Se trata de hacerles almorzar y merendar fruta de forma habitual, de que desayunen, de que duerman las horas que necesitan... Según el estudio, casi el 83% de los niños no desayunan correctamente. ¿Y qué es desayunar correctamente? "Un lácteo, un cereal y una fruta", dice el doctor González Zorzano, experto en nutrición del Departamento Médico de Cinfa, que añade que sólo el 11,7% de los niños toma fruta en el desayuno y que el 17,6% bebe zumo natural (es un hecho: en mi casa y en la de muchos otros se bebe de brick). El informe también advierte de que el 12,2% de los menores españoles sigue tomando bollería industrial en el almuerzo y que el bocadillo sigue siendo el tentempie favorito de padres y niños.

No, señor. El problema no está en mirar la pantalla mientras nos alimentamos. Si nuestros hijos siguieran a rajatabla las recomendaciones de los nutricionistas pero, por el contrario, comiesen y cenasen (equilibradamente) delante de Peppa, Pocoyo, Chase y compañía, ¿caerían en el pozo de la obesidad y la diabetes? No estoy muy segura de ello, de hecho creo que merecería la pena llevar a cabo el experimento.  
¿Alguien se anima?

jueves, 13 de octubre de 2016

#20 Viernes dando la nota: Games&Symphonies

Después de una eternidad sin ponerme a meditar en voz alta sobre el mundo musical findesemanero, hoy me he decidido a retomar esto de los VDLN. Y no porque le hayan dado el Nobel de Literatura a Mr. Bob Dylan (que no digo yo que no se lo mereciera, con la de poesías que lleva a sus espaldas, pero...).

En realidad voy a aprovechar el espacio y el momento para hablaros de un proyecto que he conocido en los últimos días, una iniciativa que me ha vuelto los ojos del revés. Se llama Games&Symphonies, en el que se une la condición friki-videogamer con el amor incondicional al arte musical. Este fin de semana, el sábado 15 para ser exactos, van a celebrar en el Palau de la Música de Valencia un encuentro espectacular (con todos los significados que conlleva la palabra) que desgraciadamente me voy a tener que perder por mi condición de madre. Habrá charlas, debates, stands... y como colofón final, un pedazo de concierto orquestal con música de videojuegos.

Para muestra, un botón... y el vídeo promocional:


Entre los compositores que estarán presentes en este monumental homenaje a los videojuegos estarán: Mateo Pascual, Damián Sánchez, Gryzor87 y David García, que han participado en juegos como Commandos y sus secuelas, Anima: Gate of Memories, Blues&Bullets, Maldita Castilla, Hydorah, Hellblade y Deadlight.

Una de las que parece que caerá seguro será la canción del juego de matadragones, espadazos y hachazos Skyrim. Uno de esos que no nos gustan nada a los frikipadres para pasar el rato mientras nuestras tiernas criaturitas duermen la siesta.


Desde aquí queremos hacer un llamamiento a sus creadores: Adrián Ronda, director musical; Vicent Tobar, compositor, arreglista y jefe del equipo multimedia; y Juan Pablo Ordóñez, director creativo y productor, para que no falten grandes clásicos como...






¡FELIZ FRIKI Y MUSICAL FIN DE SEMANA!


 

lunes, 10 de octubre de 2016

South Summit y las inteligencias múltiples

Estos días me he estado dando un garbeo por South Summit. Para los que no lo conozcáis, se trata de uno de esos grandes paradigmas del networking que tiene lugar en Madrid, centrado en el campo tecnológico: stands, ponencias, mesas redondas, reuniones, reuniones y más reuniones... Y en torno al evento gira un concurso de jóvenes empresas, 100 para ser exactos (que este año han sido elegidas de entre más de 3.000 candidatas), que presentan sus proyectos frente a un gran número de posibles inversores nacionales e internacionales.

Es poco más o menos como una pasarela tecnológica en la que se demuestra que en España no estamos pelando la pava, como acostumbramos a pensar, y que tenemos grandes genios saliendo de nuestras universidades con interesantes ideas tecnológicas saliendo de sus cabezas. Es más, junto con la Fundación Créate, South Summit organiza The Next Big Thing, un concurso para alumnos de 5º y 6º de primaria que han realizado en el colegio proyectos de emprendimiento.

Los participantes de la edición 2016 de The Next Big Thing


Aunque me encantaría entretenerme hablando de los 100 finalistas de la competición de startups y de otras múltiples opciones que este año ha ofrecido el encuentro, voy a poner el foco en el apartado educativo, del que han surgido un par de opciones para compartir con nuestros peques, tablet o smartphone en mano, muy similares entre sí.


Una de ellas ha sido CuiCui Studios, una compañía asturiana que desarrolla juegos para estimular la mente basándose en la teoría de las inteligencias múltiples. Es decir, partiendo de la base de que todos tenemos desde que nacemos un 'punto fuerte' que no tiene nada que ver con el rendimiento académico, y que si se desarrolla desde la más tierna edad puede hacernos grandes en esa materia a medida que avancen los años (tenéis una información más completa y rigurosa en la Wikipedia).

Por el momento, sólo tienen disponible para dispositivos Apple la aplicación Boogies Academy, dirigido a niños de entre 6 y 8 años, aunque tienen en mente expandir su negocio con juegos para niños en edad preescolar (Baby Boogies) y para adultos (Cuibrain) al más puro estilo 'Brain Trainning'. Gracias a este plan de futuro, la compañía se alzó en South Summit con el premio a mejor startup educativa y, dos días más tarde, con el premio Emprendedor XXI en Asturias de La Caixa.

¿Qué tienen de especial sus juegos? No sólo se trata de aprender jugando, algo que a los padres nos encanta pero que es poco novedoso, las cosas como son. La novedad radica en que con la cuenta que el hijo tiene para jugar hay una paralela para que el padre vaya siguiendo sus progresos y observando en qué 'inteligencia' destaca más. Tienen una metodología propia, llamada TOI (Tree of Intelligences), con la que nos ofrecen análisis y estadísticas de la evolución de la criatura y que es capaz de despejar nuestras dudas sobre los intereses más profundos de nuestros pequeños.

Obviamente, no he podido resistirme y estos días he estado probando el juego que hay disponible de forma gratuita con nuestro hijo mayor, que tiene 6 años. NOTA: la versión gratuita sólo deja jugar a cuatro juegos diarios, lo cual está muy bien para limitar sin conflictos a esos niños psicópatas de las pantallas (como el mío). Lo malo es que no permite ver todos los análisis posibles. Para acceder a mayores contenidos y análisis hay que pagar 3 euros mensuales.

Nada más descargar y  abrir, el padre debe crear una cuenta para poder recibir los resultados. En cuanto este trámite pasa, es el niño el que juega: se mete de lleno en el mundo de los Boogies, unos monstruos peludos achuchables con diferentes características. Para arrancar, cada peque debe configurar su Boogie propio que podrá ir personalizando más y más a medida que vaya consiguiendo monedas en los juegos. Una vez terminado este trámite, aparece un escenario con varios mundos que recopilan minijuegos de entrenamiento cerebral: sonidos musicales, matemáticas, relación de colores... Es bastante entretenido.

SMILE AND LEARN
En una línea muy similar a la de CuiCui Studios, en South Summit también se presentó Smile and Learn, otra plataforma digital basada en las inteligencias múltiples. El sistema es el mismo: el padre descarga (está disponible para Apple y Android) y crea una cuenta y luego deja jugar a sus criaturas. En este caso, a medida que vaya entrando en juegos, la plataforma los irá descargando.


Está dirigido a niños de entre 2 y 10 años. Hasta donde hemos llegado, son juegos más sencillos, más tradicionales: el típico Memory, explotar pompas siguiendo un patrón, puzzles... y siempre da la opción de adecuar el grado de dificultad a la edad y las capacidades del niño. La versión gratuita te deja jugar a una docena de juegos sin límite. Tiene también una biblioteca de cuentos a la que sólo se puede acceder en la versión de pago (también 3 euros al mes).

Eso sí, aprovechando que la aplicación puede adaptarse a pizarras digitales, Smile and Learn está cediendo de forma gratuita todos sus contenidos a los centros educativos que lo soliciten, de la misma forma en que también está generando títulos muy determinados para alumnos de Educación Especial. Una oportunidad interesante para añadir a los contenidos cibernéticos que los profes ofrecen a sus niños.

Desde aquí os animo a probar y a contarme vuestra experiencia. ¿Qué os ha parecido?

martes, 20 de septiembre de 2016

Trae el móvil que ya le curo yo la herida al muchacho

Después de varias semanas de 'vacaciones' blogueras, vuelvo al ataque rememorando el verano en los pueblos y sus consecuencias. No me estoy refiriendo al ingente consumo de helados, cervezas, tapitas y al consecuente aumento de la lorza materna y paterna. Sino a las constantes caídas de las criaturas (las del pantano no, las que viven en casa con nosotros).

En realidad debería puntualizar: si uno de los dos hijos tecnológicos debe ser protagonista de esta historia, ese es el pequeño y temerario Godzilla, que en mes y medio se ha hecho todas las costras y se ha dado todos los golpes que su hermano ha acumulado en sus seis años y medio de vida.

Curarles ya es coser y cantar: que si agua y jabón, que si arnica, que si clorhexidina... y si nos queda alguna duda, a la Curopedia. Se trata de una web desarrollada por la marca de tiritas y apósitos Hartmann (no podía ser de otra forma) que puede sacarnos de muchas dudas cuando no nos fiamos mucho de la experiencia de las abuelas o los primos enfermeros no pueden cogerte el teléfono.


He estado oteando la web en los últimos días y, más allá de los mil y un productos que nos proponen para curar según qué heridas, me ha servido para conocer algunos de esos falsos mitos que tenemos arraigados en el fondo de nuestro cerebelo, como por ejemplo:

- Las heridas curan y cicatrizan más rápido si las dejamos al aire libre: Para que una herida cicatrice correctamente debe cubrirse durante varios días. Cubrir la herida ayuda al proceso de cicatrización y además la protege ante posibles infecciones. Por otra parte, si la herida es reciente, los rayos solares pueden provocar una inflamación mayor.

- Ahora te soplo para que no te pique y para que salga la arenilla: No se debe soplar la herida o el corte, ya que en la boca proliferan las bacterias. También es importante tener en cuenta que no se debe extraer ningún cuerpo punzante incrustado en la herida porque podría desencadenar una hemorragia.

- Hay que lavar bien con agua y jabón: No es un mal consejo, aunque no todos los jabones son aptos para limpiar heridas e incluso algunos pueden llegar a retrasar el proceso de cicatrización. Mejor lavar las heridas recientes con suero fisiológico.

También ofrecen trucos caseros para tratar estos pequeños accidentes domésticos: La miel, por ejemplo, es un desinfectante natural que ayuda a proteger las heridas producidas por una quemadura. Por su parte, el aceite esencial de lavanda tiene propiedades analgésicas y antisépticas. Y el té negro puede aliviar las molestias de una quemadura si se limpia con bolsitas empapadas en agua fría.

¡No te acostarás sin saber una cosa más! (Dior, hablo como mi madre).

ONCE UPON A TIME...
Releo lo escrito y recuerdo cómo lo hacían nuestros padres con nosotros. Yo, según llegaba con las rodillas desolladas tras una ostia aparatosa caída con la bicicleta (en la que montaba, como no, sin protecciones diversas, como mandan los cánones) lo primero que recibía era un palo para morder y un chorreón de agua oxigenada. Eso con suerte, porque a veces sólo había alcohol de 96º. El pretexto: había que desinfectar y con eso se mataba todo.


En esos primeros minutos críticos eran habituales comentarios del tipo "pero mira que eres exagerada, tampoco es para tanto"; "si es que ves un poco de sangre y te vuelves loca"; "no te quejes tanto que el agua oxigenada no pica"; o "la espumilla y las burbujas son buena señal, eso quiere decir que se está curando". Y mira por donde ahora me veo yo repitiendo algunos de esos mantras (Diorrrrr, otra vez no...).

Luego llegaba el momento pringue: esa mercromina radiactiva, "lo mejor para cicatrizar", que acababa manchando a todo aquel que pasase a nuestro alrededor (a pesar de que se echaba con cuentagotas). Años más tarde, ésta pasó de moda en favor del Betadine que, a estas alturas de la vida, ya está de capa caída.

La única marca que parece haber perdurado en el tiempo ha sido Cristalmina, que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos cambiando un cuentagotas por un vaporizador (lo que son las cosas).

Y seguro que los abuelos tienen mucho que contar de su 'época dorada': torniquetes, sanguijuelas, aceite de hígado de bacalao, bálsamos de romero... No sé cómo sería en la gran ciudad, pero lo que me cuentan mis padres de su infancia en el entorno rural pone los pelos de punta. Lo suficiente para no hacerse una herida en la vida. Para ellos nosotros somos unos 'blanditos', lo mismo que para nosotros nuestros pequeños saltamontes. Pero lo cierto es que, por mucho que se nos llene la boca diciendo que los tiempos pasados siempre fueron 'mejores', los guarrazos, las costras y las rodillas y codos desollados siguen ahí, impertérritos al paso del tiempo.

Y ahí deberán seguir para curtirnos en lo bueno y en lo malo, porque al fin y al cabo, la manera más eficaz de aprender a levantarse es caerse una y otra vez. Eso sí, si llevas el Arnidol a mano, tanto mejor.

¿Y tú? ¿Recuerdas tus costras de tiempos mozos?
¿Te ha tocado curar algún corte imposible?
¿Conoces alguna de esas falsas creencias que pueda ilustrar nuestras incursiones futuras?

¡Cuéntanos tu experiencia!

domingo, 4 de septiembre de 2016

Viernes Dando La Nota #19: Descubriendo a Last Prophecy

Arrancamos la nueva temporada retomando los Viernes Dando La Nota (un domingo, a ras) recién llegados de las vastas tierras sin WiFi en las que hemos reposado (eso es mucho decir con dos muchachos asalvajados) durante el ardiente verano.

El primogénito está aprovechando estos pocos días que le quedan antes del arranque de Primaria para cotillear y experimentar con nuevos sonidos sacándonos CDs de la estantería musical. Y entre el taco que se ha llevado a sus aposentos, le está cogiendo el gustillo a un peculiar grupo de metal navarro que el padre analógico y yo descubrimos en la universidad y que teníamos un tanto olvidado: Last Prophecy. 



En aquel entonces nos parecieron la leche (hoy por hoy a mí me lo siguen pareciendo) y les auguramos grandes éxitos, al menos en el entorno metálico. Sus letras eran oscuras y maquiavélicas, y estaban adornadas con una base instrumental poco comparable con la de ningún otro grupo. Es cierto que olían un poco a Tierra Santa, pero conseguían darle una vuelta de tuerca a los temas para que tuvieran un punto original. Ese que podría haberles aportado un generoso número de seguidores a nivel nacional y, probablemente, al otro lado del charco. Pero, como suele pasar en el maravilloso mundo musical, la falta de promoción, de pasta y de suerte, sumado a incesantes cambios de formación, les abocó a la sombra.
 
 


Hasta el momento han dejado en su haber cuatro trabajos: un primer disco en inglés que muy pocos conocen; dos extraordinarios largos de 2002 y 2005, 'Jugando con sueños' y 'Sin mirar atrás', que nos robaron el corazón; y otro editado hace pocos años, después de su separación y reconciliación, llamado '2.0.13'. De éste último no sabía nada hasta que me he puesto a escribir este post, lo reconozco. Los tenía tan olvidados que me he puesto a rascar y me he llevado una grata sorpresa. Incluso corre por la red un vídeo-single: 'Hoy quizá'.



Teóricamente estaban componiendo para un nuevo disco, pero están un tanto desaparecidos. Con un poco de suerte seguirán en activo y podremos seguirles la pista que habíamos perdido. E, incluso, disfrutar de algún que otro concierto, llevando a nuestro pequeño-gran muchacho a disfrutar de su música. ¿Habrá suerte? Sólo el tiempo (y, quizás, las redes sociales) nos lo dirán.

¡FELIZ FINAL DE FIN DE SEMANA!

NOTA POST-POST: Y, efectivamente, las redes sociales han hablado. Mientras buscaba enlaces a la banda, me he topado con su Twitter y (¡oh, sorpresa!) han cambiado de nombre. Ahora se llaman Rhevent y su primer/último disco se llama 'Simetría' (muy Sober hasta donde yo he llegado). Habrá que escucharlo a fondo...



martes, 16 de agosto de 2016

Verano olímpico recordando mascotas olvidadas

Además de la inmensa cantidad de desgraciados que se dedican a quemar el monte porque les da la gana, este año mi hijo mayor ha descubierto de forma autónoma lo que son los Juegos Olímpicos. Decenas de deportes, pruebas y estilos de los que nunca antes había oído hablar, deportistas españoles de élite a los que no conocía por estar siempre a la sombra del culebrón futbolístico de machos en primera división.
Ha estado vibrando con las grandes campeonas que le han dado una medalla a España (con permiso de Nadal y López), sobre todo con Lidia Valentín, que al ser paisana del abuelo Germán cuenta con ese punto más de cercanía que gusta tanto a los niños… y, reconozcámoslo, también de los mayores. Aunque hay un deporte que está disfrutando enormemente: el vóley playa. Tanto que nos tiene todas las tardes jugando con la cuerda del tendedero del jardín como red.

Por supuesto, todas las mañanas el padre analógico friki de los deportes y el primogénito se van, smartphone en mano, al poste de la cobertura para saber si tenemos o si optamos a nuevas medallas. Y, como no podía ser de otra manera, te dan el parte antes de que suene la bocina del panadero.

Nota explicativa: en los pueblos de menos de 100 habitantes como el nuestro es raro que haya algún tipo de comercio, más allá del bar. Ante esta carencia, muchos comerciantes se pasean semanalmente por las calles de la villa con sus camiones y furgonetas tocando la bocina como reclamo para que la gente salga de sus casas y compre sus productos: un día el frutero, otro los congelados, al siguiente el charcutero, de vez en cuando pasa uno con colchones, el afilador… La excepción la marca el panadero, que viene todos los días, menos domingos y festivos, a primera hora de la mañana.

En fin, sigamos con nuestra historia. Vista la pasión que han despertado las Olimpiadas en nuestro pequeño de seis años, hace unos días le contamos que en España también tuvimos Juegos Olímpicos: Barcelona 92, la flecha de fuego para encender el pebetero, nuestro récord de medallas, Montserrat Caballé y el fantasma de Freddie Mercury (con lo que le gusta Queen), Cobi…



¿Cobi? ¿Briant?
-          - No, hijo, la mascota de las Olimpiadas
-          - ¿También hay animales en los juegos?

Entonces me di cuenta del poco interés que suscitan ya estos personajes, antes un gran reclamo para los niños. Para confirmar que no se trataba de una percepción personal, realicé una encuesta entre familiares y amigos en la terraza del chiringuito, a ver si alguien recordaba a alguno de los que sucedieron al famoso perro dibujado por Mariscal.

Lo más que conseguí fue a un chaval de 26 años que me habló de dos muñecos con forma de pies que se dejaban ver en los Juegos de Grecia 2004. “Salían mucho en un videojuego de la Play II que me encantaba”, comentó. Y más de uno sacó a colación a Muellín, la mascota diseñada por Homer Simpson para las posibles olimpiadas que podrían haberse celebrado en Springfield (y que, paradójicamente, se fueron por el retrete).

La charla también derivó hacia las mascotas de antaño, demostrándose que no sólo nos acordamos de Cobi por ser producto nacional. Los mayores de 40 podían visualizar perfectamente a aquellos que se dejaron caer en las primeras pantallas de televisión en color, esas con 40 canales y sólo dos cadenas: el osito Misha, de Moscú 80; el águila de Los Ángeles 84 que se parecía al Pato Donald (normal, salió de la factoría Disney); el tigre de Seúl 88; del cactus con sombrero y bigote del Mundial de Fútbol del 86; y, como no, de Naranjito. Reconocedlo: todos los que, como yo, sois de la generación de Yo fui a EGB tuvisteis muñecos, pelotas o camisetas de Naranjito. Eran producto de primera necesidad en el 82.



Hasta Curro, el palomo gay de la Expo 92 de Sevilla, tuvo más repercusión entre los españoles que Fluvi, la gota de agua que parecía un pez martillo de la Expo de Zaragoza del 2008 (y a la que odio con todas mis fuerzas después de siluetearla unas 50.000 veces en mis tiempos como maquetadora del diario Qué!).

¿Cuál es el motivo de tamaña caída de popularidad de las mascotas olímpicas a partir de mediados de los 90? Desde mi punto de vista se debe a una saturación de productos audiovisuales: desde aquel entonces hemos tenido tantos estímulos a los que atender que nuestro cerebro se ha quedado con los que más le han interesado. Y en ese saco ya no entran los muñecotes olímpicos.

Según mi teoría, cuando arrancaba Atlanta 96 la oferta de videoconsolas y videojuegos era tan brutal que ya nuestros ojos no estaban tan ávidos de simpáticos personajes como años atrás. Y a medida que los años corrían, que internet se iba expandiendo, que el número de canales televisivos iba creciendo… el panorama pintaba peor para ese reclamo infantil de las olimpiadas (y demás encuentros deportivos).

Sin embargo, a pesar de que las mascotas se han pasado de moda, inexplicablemente en la mayoría de eventos deportivos siempre se dejan ver, casi siempre en forma de personas vestidas de pato gigante con los colores de su equipo animando al público a dar palmas.

Por supuesto, todos los eventos olímpicos desde Barcelona 92 hasta Río 2016 han seguido teniendo la suya. No se sabe muy bien por qué (y para alegría de los diseñadores gráficos) debe seguir entrando en el presupuesto. Supongo que tendrá que ver con todas esas historias de hacerse imagen de marca (¡pero si nadie la recuerda!) y de vender merchandising (de unos personajes que, como no interesan, no se van a comprar y que van a ser carne de mercadillo).

LO QUE VINO DESPUÉS DE COBI

Como freelance que ofrece servicios profesionales creativos puedo ponerme en la piel de todos esos diseñadores que han visto cómo unos dibujos prometedores que podrían haber tenido alcance mundial se han quedado en el olvido, al menos en España (quien sabe si en otros países, sobre todo en los de origen de cada diseño, han tenido algún éxito). Y me han dado tanta penica que he estado rascando en la Red para conocer su obra y aportarles mi granito de arena como difusora de su obra.
Sin entrar en los JJ.OO. de invierno, que en España tienen poca repercusión, he recopilado todas esas mascotas que portaron la antorcha desde Atlanta 96. Aquí os las dejo:


Izzy para Atlanta 96: creada por John Ryan, fue la primera mascota olímpica desarrollada por ordenador. Le concedieron todos los dones habidos y por haber para convertirla en dibujo animado: se suponía que era un ‘adolescente’ residente en Torchworld, una ciudad localizada dentro de la llama olímpica, que soñaba con participar en los Juegos. Llevaba los aros olímpicos en los ojos y en la cola (ver el dibujo para no pensar cosas raras) y era capaz de transformarse en lo que deseara. Pero el pobre no se comió un rosco. De hecho, fue considerado uno de los grandes fracasos comerciales de la historia de las olimpiadas.

 
-          Olly, Syd y Millie para Sidney 2000: Con el arranque del milenio y el planchazo de Izzy, nació la opción de crear mascotas grupales, a ver si así alguna caía en gracia. En este caso, su autor, Matthew Hatton, optó por dibujar animales típicos de Australia: Olly, una cucaburra que representaba la amistad, la variedad de culturas, el compañerismo y el espíritu olímpico; Syd, un ornitorrinco que se dedicaba a animar a todos los deportistas lanzando un mensaje de cuidado del medio ambiente; y Millie, una equidna inteligente y creativa con la que se quería representar a la mujer moderna.


Atenea y Febo para Atenas 2004: Esos con forma de pies que comentábamos antes. Creados por Spyros Gogos, se trataba de dos hermanos diseñados sobre la base de unas antiguas figuras del siglo VII a. C. hechas en terracota que, en opinión de los entendidos en historia antigua, eran estatuillas fálicas destinadas para las ‘daidalas’, festivales en honor a la diosa Hera (vamos, nada que ver con unos pies). Como los dioses que les dieron sus nombres, Atenea era el símbolo de la sabiduría y la protectora de la ciudad de Atenas, mientras Febo representaba la luz, la música y el deporte.


-          Los Fúwá para Pekín 2008: O ‘Niños de la buena fortuna’, de Han Meilin. En total eran cinco los personajes que representaban los Juegos en la capital china: Beibei, un pez azul; Jingjing, un panda; Huanhuan, una antorcha roja; Yingying, un antílope tibetano; y Nini, una golondrina verde. Sus nombres de dos sílabas repetidas hacen referencia a los apelativos cariñosos con los que se suele tratar a los niños en este país oriental, y si se unían conformaban la frase Beijing huanying ni, que significa ‘Pekín te da la bienvenida’.


-          Wenlock y Mandeville para Londres 2012: Diseñadas por Michael Morpurgo, sus nombres están inspirados en lugares emblemáticos para el olimpismo moderno y para el movimiento paralímpico en Reino Unido. Wenlock lleva cinco brazaletes de la amistad en su muñeca, los aros olímpicos, tres puntas en su cabeza que representan los tres puestos del podio… todo él es puro olimpismo. Y lo mismo ocurre con Mandeville. Básicamente son de interpretación libre.



-          Vinícius y Tom para Río 2016: Los protagonistas de este año son un homenaje a Vinícius de Moraes y Tom Jobim, grandes exponentes de la Bossa Nova y que compusieron a dúo la famosa Chica de Ipanema. Creados por Birdo Studio, representan la flora y la fauna brasileña y, desde mi punto de vista, recuperan el espíritu de Cobi, ese espíritu del dibujo a mano alzada que se perdió en favor de las técnicas digitales.

Por supuesto, todos ellos tuvieron (y tienen, en el caso brasileño) su serie de animación, con la que extendieron el espíritu olímpico entre los niños de sus países de origen. De hecho, atendiendo a las informaciones que corren por internet, los que mejor funcionaron desde Cobi (considerado uno de los mayores éxitos comerciales del entorno olímpico) fueron los pies fálicos griegos. Aunque habrá que esperar unas semanas para ver si las mascotas de Río no les desbancan del primer puesto del podio.

¿Y vosotros? ¿Llegasteis a conocer a alguna de estas mascotas olímpicas?
¿Tenéis algún diseño favorito?