viernes, 30 de diciembre de 2016

#VDLN 26-Cosecha del 86: Orgasmatron / In the army now

Se acaba el 2016 y con él mis Viernes Dando La Nota - Cosecha del 86. No voy a cerrar esta serie de especiales ni con George Michael ni con Wham! (que, casualidades de la vida, se separaron 30 años antes de que el cantante británico nos dejase). Tampoco con Leonard Cohen, Prince o Bowie. Qué año tan fatal para la industria discográfica, ¿verdad?

No lo tenía previsto, pero las circunstancias me han hecho reformar un poco mi último tema del año para decicárselo en parte a Status Quo tras la reciente muerte de su guitarrista Rick Parfitt (otro más para la necrolista). Cosecha del 86 es su In the Army Now, cuya canción estrella en realidad es una versión de un dúo holandés bastante poco conocido, Bolland y Bolland, pero que la banda inglesa llevó a lo más alto. Dejo aquí a modo de pequeño homenaje el vídeo de Status Quo con la esperanza de que Parfitt pueda seguir tocándola allá donde se encuentre.


En realidad el tema de hoy iba en exclusiva para Motörhead un año después de la muerte de su líder, Lemmy Kilmister. Es una de las pocas efemérides musicales que tengo guardadas a fuego en el cerebro, principalmente porque, como ya os conté en su día, coincidió con el fallecimiento de un ser muy querido.

Hoy recuerdo con tristeza y melancolía la pérdida del segundo y con música de fondo la desaparición del primero, buscando en su discografía su álbum Cosecha del 86: Orgasmatron, que nada tiene que ver con la película El Dormilón, de Woody Allen, ni con ese aparatejo que te masajea la cabeza dándote mucho gustirrinín.

El caso es que Orgasmatron fue el álbum que devolvió a la vida a unos Motörhead caídos en desgracia tras la marcha de dos de sus miembros estelares: el batería Phil Taylor (más conocido como Philty Animal) y el guitarrista Eddie 'Fast' Clarke. En el último mes me he estado leyendo la autobiografía de Lemmy (que se editó en 2002 por primera vez, con lo que me deja sus últimos 13 años de relativo desconocimiento) y cuenta que en esa época también tuvieron problemas con las discográficas, que les trataban fatal.

Por otra parte, Kilmister contaba que no consiguieron el disco deseado por culpa del productor Bill Laswell: "Era bueno a la hora de registrar sonidos, pero lo jodió todo en las mezclas. Cuando se llevó el álbum a Nueva York era mucho mejor que cuando lo trajo de vuelta". Con todo y con eso, se considera uno de los grandes clásicos de Motörhead. Entre las canciones que lo componen, los fans suelen quedarse con Deaf Forever o con Orgasmatron, peculiares dentro de su estilo y mucho más críticas con el sistema, aunque musicalmente siempre me ha gustado más Nothing up my sleeve:


Sin ser una gran fan de la banda, la figura de Lemmy siempre ha sido una de las que más he admirado en el entorno del metal. Durante toda su vida fue puro rock and roll; aunque dejó varios hijos biológicos por el camino, sólo tuvo uno por el que luchar, y ese fue Motörhead. Eso es lo que transmite su autobiografía, que probablemente estará edulcorada, o más bien bañada en bourbon y aderezada con speed, sus grandes vicios. De hecho, si las cosas fueron realmente como las cuenta el libro, puede estar agradecido de haber vivido 70 años.

Sus escarceos con las drogas le hicieron rondar la muerte en varias ocasiones en su tierna juventud durante los 60 y los 70. Y ya en sus últimos años recuerdo que los médicos le recomendaron dejar la costumbre de meterse entre pecho y espalda una botella de Jack Daniels diaria o cualquier otro brebaje alcohólico. Por increíble que parezca, dejó el Jack Daniels en cantidades industriales, pero creo recordar que lo cambió por vino. Tenía el corazón delicado y, sin embargo, no dejó de dar conciertos. De hecho, había uno programado en Madrid dos meses antes de su muerte. Salir a tocar era su razón de ser y, como se suele decir (y en su caso con mayor motivo), murió con las botas puestas.

Tuve la suerte de verles y fotografiarles en un par de ocasiones, en 2006 y en 2011, con Phil Campbell a la guitarra y Mikkey Dee a la batería, que a sabido reconducir su carrera con Scorpions. Tres tipos llenando con su presencia escenarios descomunales, rodeados de altavoces, dejando todo un recital de rock garajero, sucio, gamberro. Los suyos, siendo míticos, nunca fueron conciertos de 'postureo' (como pasa con los Rolling, con AC/DC... y como pasará dentro de unos meses con Guns and Roses): precios aceptables en salas medianas/grandes y repletas de público con hambre de rock. Qué triste y difícil es pensar que nunca más tendremos ese Overkill final, esa despedida con los bafles a tope recogiendo las vibraciones de su bajo...



Británico de nacimiento, Lemmy adoraba Los Ángeles, tanto que allí pasó sus últimos 25 años. Su música ha influenciado a un montón de bandas, Metallica le reconoció como el padrino del heavy metal. A pesar de su peculiar carácter, la mayoría de los que pudieron trabajar con él le recuerdan como un tío sincero y respetuoso... ¡y ha colaborado con unos cuantos! Girlschool, Twisted Sister, Ramones (sin bigote), Foo Fighters, AC/DC... incluso condujo un camión para grabar Running Wild con Airbourne (si Lemmy conducía no quiero ni pensar lo borrachos que estarían los demás).

Quizás lo hicieran por respeto, aunque es improbable, teniendo en cuenta las palabras con las que cierra Kilmister su autobiografía:

"¡A tomar por culo esa mierda del no hablar mal de los muertos! Las personas no ganan en bondad sólo por haberse muerto; simplemente se habla de ellos como si fuera así. ¡Pero no es verdad! Sigen siendo los mismos cabrones de siempre, ¡la única diferencia es que ahora son cabrones muertos!"

Gracias por ese legado que nos has dejado y que sigue dando sus frutos.

Y a vosotros... ¡hasta el año que viene!
¡Feliz entrada y salida de año para todos!

lunes, 26 de diciembre de 2016

Campusitos 2016: Hasta el infinito y más allá

Por segundo año consecutivo y coincidiendo con las fechas navideñas, los responsables de Campus Madrid han abierto sus puertas a los niños con una nueva edición de Campusitos: manualidades, robótica, realidad virtual, música en directo... montones de actividades organizadas por Kideoo que se diseminaron por las dos plantas que Google ofrece a sus 'campusers' de forma gratuita para fomentar el emprendimiento tecnológico.


Como el año pasado fue tremendamente divertido y enriquecedor, éste tampoco podíamos faltar. Así que sacamos nuestras entradas y allí que nos fuimos los cuatro en familia, preparados para la aventura espacial que nos prometía la invitación. Según llegamos, colgaron a los peques un par de pasaportes espaciales que les irían sellando a medida que pasaran por una actividad. Eso sí, fue prácticamente imposible disfrutar de todos los talleres que nos ofrecían: caretas de marcianos; origami para hacer cohetes; creación de mochilas espaciales con materiales reciclados y de galaxias con témperas y pinceles... mucha más variedad que el año anterior.

Lo cierto es que este año nuestro hijo mayor mostró más interés por las actividades que se organizaban en la planta de arriba, centradas en temas de robótica. La empresa Arganbot, que ya estuvo el año anterior, llevó sus maletines de Lego con motores, sensores y otros complementos para iniciarse en este interesante mundo. En un extremo de la mesa, los más mayores (en torno a los 10 años) se esforzaban por fabricar robots bastante elaborados. En el otro, Dani (6 años) encontró un sitio a compartir con otra niña de su edad y allí se pusieron los dos, mano a mano, a fabricar un coche que luego tendría que correr por un circuito.

Mientras ellos se concentraban en la fabricación del vehículo, el pequeño Miguel (2 años) y su padre se metieron en un cohete de cartón con un montón de rotuladores para decorarlo y, ya de paso, también pintarse las manos y las mangas. Por allí también estaba la zona de realidad virtual, y DJ Robot dándolo todo con su mesa de mezclas. También pudimos escribir un deseo en una estrella y dejarlo volar en las paredes espaciales de Campus Madrid. Y saltar en una cama elástica hasta la estratosfera, pintarnos la cara y sacarnos fotos con cascos espaciales en un peculiar fotomatón...


Para rematar la faena, un año más tuvimos la oportunidad de disfrutar de un concierto de rock para grandes y, sobre todo, para pequeños en el auditorio de Campus Madrid. Los enanos se lo pasaron de lo lindo con Top of the Class, que nos explicaron de forma sencilla (y bajo la atenta mirada de todo el público) la evolución del rock en, más o menos, una hora y marcando como referencia la velocidad de la guitarra eléctrica: The Beatles, Bob Dylan, Blur o Rage Against the Machine fueron algunos de los que sonaron.

Así acabó una mañana de juegos, aprendizaje y hermanamiento que, esperamos, siga manteniéndose como costumbre anual. Campusitos es original, es divertido y, sobre todo, empuja a los niños a acercarse a un futuro que no es, ni mucho menos, aburrido: a la innovación, a la ciencia. Toda una declaración de intenciones que tiene como objetivo encarrilar a las nuevas generaciones hacia los sectores que nos harán crecer y evolucionar.

Ojalá en 2017 podamos repetir.

¡Feliz año nuevo para todos!

viernes, 16 de diciembre de 2016

#VDLN 25-Cosecha del 86: Turbo Lover

Una de las primeras bandas que forjaron el acero del heavy metal en los años 70 fue Judas Priest, que surgió, como muchas de las de aquella época, de los suburbios británicos. Desde entonces y hasta ahora se han metido entre pecho y espalda 17 discos de estudio y 26 giras (algunas de ellas de despedida, y no precisamente las últimas). Como la inmensa mayoría de los grupos de música, han sufrido altibajos en su historia, han perdido, despedido y recuperado miembros a lo largo del tiempo. Y, por supuesto, han disfrutado de una época dorada que, en su caso (y en mi opinión) tuvo su punto de inflexión con Turbo, un Cosecha del 86 que no falta en nuestro catálogo discográfico.

Este disco, el décimo de los Priest, se ideó como doble: se grabaron 19 canciones y se iba a llamar Twin Turbos, pero el proyecto no gustó a la discográfica (muy caro, a su entender) y se quedó en nueve canciones bastante peculiares. El trabajo destacó por su sonido a sintetizador, por las hombreras y los trajes futuristas que les colocaron a los músicos y por los vídeos que se hicieron para la ocasión, con continuidad entre sí, trenzando una historia a caballo entre Mad Max y Terminator...

Ahora los veo y, ¡madre mía!, qué mal han envejecido, aunque para aquella época debían ser lo más. El gran temazo con el que arrancaba tanto el disco como la historia de los videoclips era Turbo Lover, la que, con toda seguridad, es mi canción favorita de los británicos (a pesar de que en mi móvil sigue y seguirá sonando Breaking the Law, que tiene más 'punch' como politono). Me resulta sexy, seductora, orgásmica... las dos veces que he podido escucharla en directo se me han puesto los pelos de gallina y la carne de punta. A ver qué os parece a vosotros.


La época de Turbo fue difícil para el vocalista, Rob Halford (sí, el rubiales que baila a lo Leonardo Dantés), que intentó suicidarse poco antes de arrancar con la gira de presentación del disco. ¿Los motivos? Una depresión de caballo generada por su condición homosexual reprimida, aderezada con la ingesta desmesurada de drogas y alcohol a partes iguales. Afortunadamente para él y para la banda, aquel incidente le hizo salir de los malos vicios, aunque no del armario. Para eso hubo que esperar a 1998. Hoy, 18 años más tarde, sigue siendo uno de los pocos metaleros (en masculino) que ha tenido el valor suficiente para hacer pública su tendencia.

Con Locked in, Judas Priest dieron vida a la segunda parte de la videoclip-historia
que arrancaba con Turbo Lover

Con Halford recuperado y el disco ya trillado, los Priest se embarcarían en una gira que quedó para la posteridad: Fuel for Live Tour, del que tenéis buenas muestras corriendo por la red. El disco no tuvo mala acogida (por parte de los fans, los críticos no lo vieron tan claro) e, incluso, tuvieron la oportunidad de meter una de sus canciones, Reckless, en la banda sonora de Top Gun, pero finalmente la banda decidió no hacerlo. Vaya usted a saber por qué.


Eso sí, hoy por hoy, la única canción de este LP que suena en sus conciertos no es otra que Turbo Lover. Y, a pesar de tener más años que la tos y de que Halford cada día se parece más al caballero que guardaba el Grial en Indiana Jones y la última cruzada (real como la vida misma), hay que reconocer que están en forma y de que dan unos conciertos del carajo. ¡Hay que verles, por lo menos, una vez en la vida!


¡FELIZ FIN DE SEMANA PRENAVIDEÑO A TODOS!

martes, 13 de diciembre de 2016

A rodar por una buena causa



 ¡¡¡Titititi-Tititititi!!! Me llega por el pinganillo una noticia de última hora.

En realidad me llega por Whatsapp, el radio patio del siglo XXI (de momento), extendedor de meh mehs, rumores y comidillas, guardador de secretos oscuros y claros, heredero de Isildur y de Encarna de Noche, hacedor de divorcios y de duras enemistades colegiales... qué os voy a contar que no sepáis.

En fin, el caso es que tengo una buena amiga actriz que me pide socorro sin poderme decir gran cosa porque es alto secreto. Este sábado, 17 de diciembre, se va a grabar un vídeo en el que ella participa y necesitan padres con hijos para llevarlo a cabo. Será en Madrid, por la zona de Ventas, y está relacionado con una buena causa y con la educación de nuestros hijos. Según me cuenta, es algo benéfico que durará entre 30 minutos y una hora, y que, además, servirá como actividad de buen rollo en familia.

Pero no me puede contar más, porque para que el vídeo funcione debe ser una súper sorpresa para aquellos 25 que participen. Como incentivo, se sorteará un pase anual a Faunia y Parque de Atracciones para cuatro personas y dos packs de dos entradas para el concierto de Antonio José con meet and greet.

Si os interesa y queréis algo más de información, poneos en contacto con Natalia Berger en el siguiente correo: natabe@tbc-global.com

¿Os animáis?
¡¡Nosotros ya nos hemos apuntado!!

sábado, 10 de diciembre de 2016

El efecto dominó del Caso Nadia

Hace menos de dos semanas os estuve dando la tabarra con el tema de la solidaridad a raíz de la convocatoria de Giving Tuesday, una iniciativa que aunque aún sigue funcionando, tuvo su día álgido el 29 de noviembre. Una fecha que nos muestra no sólo cuan altruistas somos, también cómo las nuevas tecnologías están cambiando los modos y las formas de la filantropía, sirviendo como herramienta para captar la atención de un público que aún tiene fe en la humanidad. Internet es y será durante mucho tiempo una gran ventana desde la que se nos muestran esas historias duras, difíciles, enternecedoras... que cuando convencen, corren como la pólvora por las redes sociales.

Una de ellas fue la que Pedro Simón escribió en esos días para El Mundo sobre Nadia Nerea, una niña con una enfermedad rara impronunciable (tricotiodistrofia) que necesitaba fondos para operaciones, tratamientos, etc. Un clásico desde el punto de vista periodístico, no lo vamos a negar, que se ha repetido cientos de veces en los medios españoles: meter a un periodista y un fotógrafo a vivir la experiencia de una o varias familias que se dejan la piel para salvar a alguno de sus miembros con el fin de que cuenten la realidad terrible que están viviendo.


El tema funcionó muy bien: se movió por redes sociales, removió muchas entrañas y ayudó a recaudar más de 150.000 euros en cuatro días. Un dinero que (supuestamente) iba a emplearse en una operación para la pequeña. Pero entonces la verdad, que también sabe moverse por la Red de redes, nos atizó a todos de lleno. Algunos especialistas en la materia no vieron muy veraz la versión publicada por El Mundo y se pusieron a rascar.

La primera en lograr darle la vuelta a la tortilla y en revolucionar a medios y redes sociales fue Ángela Bernardo para Hipertextual, una grande de la comunicación científica de la que muchos seguimos aprendiendo. Pocas horas después de su publicación, a Bernardo le siguieron los periodistas de Materia/El País Manuel Ansede y Elena G. Sevillano, que no consiguieron sino confirmar la cruda realidad: la historia de Nadia era una telaraña de patrañas que iba a explotar en los buscadores y que iba a indignar a toda una sociedad a golpe de retweet.

En diez días el caso ha generado un tráfico brutal, cerca de 100.000 entradas sólo en lo que respecta a noticias, que han sido publicadas por las principales cabeceras españolas y algunas de fuera de nuestras fronteras, como BBC, y que se han compartido hasta la saciedad. Y, como no podía ser de otra forma, esta explosión digital ha salpicado a unas cuantas personas.


Uno de los primeros en sufrir la cólera de internet fue el periodista Pedro Simón, cuya profesionalidad quedó en entredicho. Parece lógico, ¿no? Cualquier periodista debería contrastar una información antes de publicarla, es una de las pocas cosas que te enseñan en la facultad. Pero, como dice el Nuevo Testamento, quién esté libre de pecado que tire la primera piedra. Dejo aquí la interesante visión del periodista José A. Plaza sobre los hechos desde el punto de vista profesional.

Me gustaría saber cuántos de los medios que le criticaron no han publicado nunca noticias sin cotejar (me atrevería a decir que se podrían contar con los dedos de las manos). Los medios cada vez tienen menos trabajadores -y los que quedan, con nula motivación-, gracias a la crisis y a la reforma laboral, y más trabajo, gracias a la era digital. No quiero con ello justificar el error, más bien dar un toque de atención a aquellos que no cuidan de sus recursos humanos para sacar adelante un producto de calidad. En cualquier caso, esa es otra historia que merece un post propio.

Como no podía ser de otra manera, la siguiente pieza en caer fue la del padre de Nadia Nerea, que pasó de mártir a estafador, de padre coraje a preso sin custodia. Y la madre, a renglón seguido. Según diversos medios, desde 2008 ambos recaudaron 918.000 euros en campañas de donaciones que jamás se emplearon para pagar ni médicos ni tratamientos. Cuentan los Mossos d'Esquadra que de esa cantidad sólo quedan 319.000 euros.

Desgraciadamente la gran perjudicada es la niña, que sufre una enfermedad que va menguando sus fuerzas y que no tiene cura. Un mal del que se han aprovechado sus padres prácticamente desde su nacimiento y que la ha marcado socialmente de por vida. Porque podría haber llevado una vida relativamente normal dentro de sus posibilidades y el escándalo se la ha arrebatado. Porque ha sufrido la traición más vil y la mentira en primera instancia aunque ahora sólo sienta que el mundo le ha arrebatado a sus padres. Quizás su cerebro de niña no esté asimilando de la manera correcta (o, mejor dicho, veraz) el infierno dentro de su infierno particular, pero el día de mañana la huella digital le revelará la verdad.

Finalmente, no debemos olvidar a los afectados silenciosos, aquellos que no son protagonistas del escándalo y que, sin embargo, sufren sus consecuencias: los miles de donantes que se han sentido engañados después de ceder sus bienes para dar esperanza a una niña sin esperanza. Todos ellos, probablemente, hayan perdido esa fe en la humanidad de la que hablábamos antes y no darán ni un duro más por nada ni por nadie. Igual que todos sus allegados, o que todos los que han seguido paso a paso el caso de Nadia Nerea a través de su Facebook o de su Twitter.

Algo que trae terribles consecuencias para todas esas personas que necesitan realmente de la caridad para financiar un tratamiento, una operación, una investigación para dar con el origen de su mal. Todas ellas han perdido credibilidad en los últimos diez días, y van a ver menguar unos ingresos que son vitales para su frágil existencia. No son ni una ni dos, sino miles de familias las que día tras día luchan de verdad contra enfermedades diversas de nombres extraños (y no tan extraños, todos conocemos la ELA o el cáncer, y entran dentro de este saco). Y también muchos los investigadores que trabajan en España para paliar algunas de estas lacras. Porque no todo se soluciona en Houston.

No permitamos que un escándalo perpetrado por dos estafadores sin escrúpulos arruine la difícil vida de multitud de personas (según la Federación Española de Enfermedades Raras, sólo en nuestro país hay tres millones de afectados por estas dolencias, y casi un 70% de ellos son niños y jóvenes). No perdamos ni la fe ni la esperanza, porque aunque no salgan en las noticias, ni sus casos se retuiteen hasta el infinito y más allá, tenemos que ser conscientes de que hay más gente de nobles intenciones que estafadores. Sólo hay que saber asesorarse y, como dice Emilio de Benito, donar con cabeza.

viernes, 2 de diciembre de 2016

#VDLN 24 - Cosecha del 86: Metallica y su Master of Puppets

Aunque se me ha ido ya un poco el SEO a freír monas, toca hablar de Metallica. No porque haya sacado nuevo disco triple (que, así de primeras, suena a Reload que tira pa'trás), sino por lo que publicaron hace 30 años. Una de las grandes obras maestras del llamado thrash metal, Master of Puppets, se ha ganado el derecho a subirse al podio de los Cosecha del 86 (ni que fuera yo la Popular 1). Ocho canciones capaces de sacarte toda la rabia que lleves dentro y con las que es imposible no menear los pelos.

Recuerdo hoy mi primer concierto de Metallica en Zaragoza. Era 2004, la gira de St. Anger (todavía no he sido capaz de escucharlo del tirón), y tocaban con Slipknot, de los que disfruté por primera y última vez en mi vida gracias a los efluvios del alcohol, y con Lost Prophets, de los que no recuerdo absolutamente nada porque, al ser los primeros en tocar, la borrachera aún no se me había pasado. Probablemente no habría asistido a dicho concierto si no me hubiesen tocado las entradas... ¡¡y en zona VIP!!

NOTA: Desde aquí quiero agradecer a Fernando Galicia y a sus Jornadas sobre Heavy Metal en España de la Facultad de Historia de la Complutense (de las que siempre fui asidua y, alguna vez, colaboradora) el que organizara aquel sorteo. No sólo porque me dieron la oportunidad de ver a Metallica en primera línea de fuego (y nunca mejor dicho, menudas llamaradas salían del escenario), sobre todo por las buenas amistades que se forjaron a partir de aquel día... ¡¡tenemos que quedar!!


Allí, con La Romareda petada, mi chico pasó de los 22 a los 23 años a ritmo de Battery con Kirk Hammet haciéndole un solo de guitarra delante de las narices. ¡Menudo regalazo! También pudimos ver a uno de nuestros colegas volando por los aires al más puro estilo 'Tío Phil', zarandeado por un delicado miembro del elenco de seguridad del foso que nos separaba de los grandes de San Francisco mientras sonaba Master of Puppets. ¿Por qué? Por haber sacado unas fotillos de nada. Doce años más tarde, y en plena revolución smartphone, seguro que no se ponen tan picajosos...


Master of Puppets en directo de 2012 mezclado con imágenes de la película 'Through the never',
altamente recomendada


Pero dónde están mis modales. Se supone que este post es para destacar las canciones menos rememoradas del disco. Es difícil elegir, partiendo de la base de que el que conozca a los primeros Metallica las tendrá todas muy trilladas, y al que haya empezado a escucharles del Enter Sandman en adelante pueden resultarle un tanto densas y pesadas.

Sopesando todas las variables, y teniendo en cuenta que probablemente sea este el mejor disco de la banda en lo que respecta a lo instrumental, os voy a dejar con el único tema que no tiene letra: Orion. Os lo paso en directo porque creo que merece la pena ver el trabajo, sobre todo, del último fichaje de la banda: Roberto Agustín Miguel Santiago Samuel Trujillo Veracruz (tócate los... pies) más conocido como Robert Trujillo, lleva ya casi 15 años unido a la troupe.


Si estáis terminando la semana laboral con ganas de matar a alguien, éste es vuestro disco. Conectad los auriculares al ordenador y subid el volumen, respirad hondo... ¡¡y menead vuestros pelos a todo meter!!

¡FELIZ VIERNES A TODOS!

 

lunes, 28 de noviembre de 2016

Giving Tuesday: experimentando con la solidaridad

Como os comentaba en mi anterior post, el 29 de noviembre se celebra Giving Tuesday, un día para dar a los que más lo necesitan a través de internet. A lo largo de esta semana hemos estado revisando con nuestro hijo de 6 años todos los proyectos que hay colgados en la plataforma, con el fin de que éste aportase parte del dinero de su hucha (más bien de la nuestra, aunque de eso no tiene por qué enterarse) en aquel o aquellos que más le motivasen. Hoy me gustaría compartir con vosotros los resultados de este 'experimento': la sorprendente madurez que poco a poco está adquiriendo mi 'mediano' y las facetas solidarias que hay que seguir trabajando.


Pero antes toca escribir una historieta de abuela cebolleta. Recuerdo en mis tiempos de niña de 6-7 años, esos en los que empezabas la catequesis para hacer la comunión, que mi madre me llevaba todos los domingos a la misa de niños. En la puerta siempre estaba, imperturbable hiciese el tiempo que hiciese, una anciana que pedía limosna. El domingo era también el día en que me daban la paga: 20 duros para invertir en lo que quisiese. Mi padre siempre me decía que los echara en la hucha; mi madre insistía en que debía darle una parte a aquella señora tan pobre que veíamos domingo tras domingo.

Al final, se hacían las dos cosas: como no podía partir la moneda (de forma literal, claro), mi madre me daba algunas monedas sueltas de duro que yo entregaba a la mujer antes de entrar en la iglesia. Y mis 20 duros terminaban en la hucha excepto cuando el kiosco estaba abierto y me daban bula para comprar cromos o chuches. De esta situación aprendí dos cosas que he puesto en práctica a lo largo de toda mi vida: a ahorrar como una hormiguita, por un lado, y a ayudar a los que lo necesitan, por otro. Signo inequívoco de que el mensaje de mis padres caló hondo.

En 30 años y a nivel personal, la película ha cambiado en la forma pero no en el fondo. A la vista está que siguen existiendo los pobres que piden limosna a las puertas de las iglesias (yo diría que cada vez son más), pero como no las pisamos salvo cuando no queda más remedio nuestros hijos no son conscientes de esa realidad. Ahora otorgamos esas ayudas económicas por internet, sin implicarnos mucho en el problema, sin verlo cara a cara. En ese sentido es mucho más difícil educar en la solidaridad de una forma racional.

No obstante, gracias a la experiencia de esta semana, mi hijo se ha enterado de muchas de las penurias que asolan el mundo y, sobre todo, que afectan a niños como él: gente que se ha quedado sin casa y sin pertenencias y que han tenido que abandonar su vida por completo por culpa de la guerra; enfermedades que no te dejan correr, que no te dejan hablar, que no te dejan ver, que te matan tengas la edad que tengas; chavales que no tienen la oportunidad de estudiar porque no tienen material ni medios para llegar al colegio (no sólo en el tercer mundo, también en España)... Situaciones difíciles de erradicar pero que, con la ayuda de todos, pueden mejorar. Una idea que he intentado inculcar a mi hijo como mis padres hicieron conmigo.

Los que me hayáis leído por redes sociales estos días habréis visto cuáles son las iniciativas con las que más hemos simpatizado. Día tras día fuimos analizando y explicando las que más nos llamaban la atención y apuntábamos en un papel una elección y el porqué de ello. Por ejemplo, el primer día nos quedamos con el proyecto que Médicos Sin Fronteras tiene abierto en Nigeria. Para Dani apoyar esta causa sería como ayudar a la familia de su mejor amigo del cole Samuel, que no sabemos si vive bien o mal, pero por ayudar que no quede.

El segundo nos llamó la atención la campaña de Cruz Roja para que todos los niños tengan juguetes. Me ha parecido interesante la respuesta que he recibido en este caso. Al peque le pareció inconcebible que haya niños que no tengan juguetes propios y quiso ayudar al instante. Sin embargo, cuando le propuse donar uno de los suyos su cara se torció y dejó de verlo claro. Conclusión: Dani es consciente de que el dinero es importante, pero no le da tanto valor como a cualquiera de sus juguetes, son posesiones muy preciadas, aunque lleve mil años sin jugar con uno concreto, y no tiene intención de desprenderse de ninguno de ellos. Desde mi punto de vista, éste es el punto que más tenemos que trabajar.

También ha puesto especial antención a los proyectos relacionados con la lucha contra el cáncer. En el último año hemos visto sufrir y hemos perdido a gente muy querida, mayores y menos mayores, por culpa de esta enfermedad, que mata y machaca cuando menos te lo esperas. Probablemente por eso Dani ha decidido dar parte de su presupuesto solidario a una de estas iniciativas: la que la Fundación CRIS quiere poner en marcha en el Hospital La Paz de Madrid para mitigar los efectos del cáncer en niños. Conclusión: si estamos implicados somos más solidarios y ponemos mayor empeño en ayudar.

Siguiendo esta estela de implicación, Dani también ha querido entregar parte de su dinero al proyecto de Medicus Mundi para mejorar un laboratorio que tienen abierto en zona saharaui para fabricar medicamentos básicos para la población. "Mamá, yo quiero ser científico y trabajar en un laboratorio como éste", dice. Pues para ello hay que mantenerlo, y para mantenerlo hay que ayudar. Dicho y hecho.

El último proyecto seleccionado ha sido el de 'Una pata, una sonrisa', de Discan: terapias con perros para niños con autismo. ¿Por qué? Nunca ha conocido a ningún niño con autismo, ni si quiera sabía en qué consistía este trastorno. Lo más probable es que haya tomado la decisión porque quiere una mascota y ya no sabe cómo decírnoslo. Eso sí, nos ha servido para acercarle a otra realidad que desconocía.



En definitiva, gracias a este experimento hemos podido enseñarle a Dani que la vida no es sólo juego y dibujos animados, que existen situaciones difíciles, unas lejos y otras a la vuelta de la esquina, en las que él puede ayudar.

¿Y nosotros? Creo que nos hemos dado cuenta de que nuestro hijo es capaz de asumir la realidad en la que vive y de que no debemos dulcificar su vida; que hay vida más allá de Clan y Boing y puede escuchar noticias sobre la guerra, la muerte, la violencia de género... situaciones terribles que no debemos esconderle, primero porque existen y, segundo, porque queremos que dejen de existir. Y para ello es vital que les enseñemos desde pequeños cuáles son los males contra los que hay que luchar.

La solidaridad es una bonita forma de empezar este camino. ¿Por qué no os animáis y participáis en Giving Tuesday con vuestros peques? Nosotros ya lo hemos hecho, hoy de forma puntual, sí, pero también mes a mes colaborando con diferentes asociaciones que consiguen que la vida sea un poco menos difícil.

¡Anímate y difunde!

lunes, 21 de noviembre de 2016

#GivingTuesday: Un día para dar



- Oye mamá, ¿qué es eso del B... Bl... Black Friday?- me preguntó el hijo tecnológico mayor tras encontrar en el montón de papeles de la mesa del salón una sugerente publicidad de no me acuerdo qué empresa. Ya sabe leer y escribir bastante bien, y no hay nada que le guste más que demostrarlo a todas horas.

- Es un día en el que todo es más barato para que la gente compre mucho- intenté explicarle de la manera más sencilla posible.

- ¡Pero si los Reyes Magos y Papá Noel están a punto de venir! ¿Por qué no se esperan un poco, le piden a ellos lo que les apetezca y se guardan el dinero para otra cosa? Se lo podrían dar a esos niños que no tienen para comer.

Qué ganas de comérmelo a besos cuando hace razonamientos de este tipo.

- Tienes mucha razón, hijo. Qué impacientes son algunos...

Y qué derrochadores. El año pasado sólo los españoles nos gastamos más de 1.400 millones de euros entre el #BlackFriday y el #CyberMonday (viva la cultura de la almohadilla), buen indicativo de que hay dinero para gastar y de que también debería haberlo para donar. Pero, por lo visto, en nuestro país somos muy de la Cofradía del Puño Cerrado: según el estudio Realidad del Socio en España 2015 de la Asociación Española de Fundraising (AEFR), sólo un 20% de la población, unos 7,5 millones de personas, aportaron en 2015 ayudas económicas de forma habitual a fundaciones y ONGs de apoyo social y medioambiental (y eso que con las ventajas fiscales que existen hoy en día para pequeñas donaciones uno se puede deducir más de la mitad de lo que aporta en la declaración de la renta).

El dato español representa una miseria en comparación con el 50% de media registrado en Europa. O con el 80% del Reino Unido. Unas cifras que tiran por tierra esa creencia de que los españoles somos muy solidarios (aunque en nuestra defensa habría que puntualizar que, según los expertos en la materia, sí que solemos ser especialmente generosos en crisis puntuales, como la catástrofe del tsunamí que arrasó Sri Lanka en 2004, o de forma informal, apoyando a amigos y familiares).

Para fomentar esa cultura de la filantropía y contrarrestar los efectos hiperconsumistas del #BlackFriday y el #CyberMonday, el mundo anglosajón creó en 2012 el #GivingTuesday, que se celebra el martes posterior al Día de Acción de Gracias (el próximo tendrá lugar el 29 de noviembre). Se trata de dedicar una jornada al año a fomentar el apoyo a proyectos puestos en marcha por fundaciones y ONGs avalados por expertos en economía social, bien en forma de donaciones económicas, bien en forma de voluntariados (porque el tiempo es oro, no lo olvidemos).

Otro de los objetivos es que esas donaciones o voluntariados se mantengan en el tiempo. Es decir: que no se hagan de forma puntual, sino que mes a mes aportemos nuestro granito de arena. Y, por último, también está la intención de 'captar' a las nuevas generaciones en tan loable tarea. Por eso el gancho en forma de hashtag. Por eso su incesante meneo vía redes sociales. Porque la gente joven ya no atiende a los medios tradicionales.

70 PAÍSES DONANDO UN MISMO DÍA

En España #GivingTuesday empezó a funcionar en 2015, aunque esa primera edición estuvo muy centralizada en Barcelona. Este año, proyectos y participantes están más repartidos: gracias al trabajo de las entidades organizadoras (que llevan desde febrero preparando esta fecha) la plataforma está dando visibilidad a 250 iniciativas dedicadas a la acción social y medioambiental, y aunque el día en cuestión aún no ha llegado, ya se puede donar. De hecho, ya se han superado los 30.000 euros, diez veces más de lo que se había recaudado en 2015.

Igual que España, otros 69 países se han sumado a esta iniciativa, que a parte de ser un revulsivo al consumismo de estas fechas y una oportunidad estupenda para ayudar a quien lo necesita, sirve para educar a esas nuevas generaciones en la importancia de compartir, de participar en proyectos que merecen la pena sólo recibiendo a cambio la satisfacción de ser una parte importante de ese logro.

Por eso me he propuesto un reto que quiero compartir con vosotros (a ver si os animo a seguirme): éste es el listado de los proyectos participantes en la versión española de #GivingTuesday. Mi intención es revisarla a lo largo de esta semana con Dani, mi peque de 6 años, que tendrá un fondo económico 'sacado de su hucha' para participar en uno o varios de esos proyectos (creo que es importante que sepa que es su propio dinero el que tiene que repartir, aunque luego lo pongamos nosotros).

Mi intención es que se implique, que sea consciente que con su ayuda puede conseguir mejorar el mundo y también de que se puede ser más feliz compartiendo que acumulando riquezas... A ver qué consigo, ya os contaré.

¿Os animáis a participar? Si no tenéis tiempo para el experimento, o hijos con los que llevarla a cabo (porque con los más pequeñitos es complicado), dadle bola a la inciativa en vuestros blogs, en vuestras redes sociales. Cada granito de arena, por pequeño que sea, es tremendamente importante.

Porque, como decía la agente Judy Hopps en Zootrópolis, vosotros podéis hacer del mundo un lugar mejor.

viernes, 18 de noviembre de 2016

#23 Viernes Dando La Nota: Cosecha del 86 - Keeper of the Seven Keys

Esta semana escribo el VDLN desde el metro, mientras reescucho uno de esos discos que, aunque no vio la luz hasta 1987, se puede considerar de esa gran añada musical que fue la del 86: Keeper of the Seven Keys Part I de Helloween. Surgida en Hamburgo a principios de los 80, esta banda alemana está considerada una de las precursoras del power metal. Desde entonces la formación ha sufrido todo un cúmulo de variaciones que algunos fans siguen sin superar.

Tanto es así que, después de muchas vueltas (y, seguramente, de muchas bajadas de pantalones), los miembros actuales han decidido  hacer una gira mundial incluyendo en el set a los antiguos miembros más míticos: Kai Hansen, que fue fundador, compositor, guitarrista y hasta cantante de la banda, y que se marchó "por desavenencias diversas" a montar Gamma Ray por su cuenta y riesgo; y Michael Kiske, cantante de voz prodigiosa (un poco Farinelli) que en 1993 se iba de Helloween "por desavenencias diversas mucho peores que las de Hansen" después de finiquitar el que está considerado el peor disco del grupo, el que no debe ser nombrado... ¡Chameleon! (jesús).

Ambos fueron parte fundamental para la elaboración de ese delicioso caldo musical que fueron los Keeper... porque hubo dos, el segundo mejor que el primero (o eso dicen las ventas), que no salieron a la vez porque la productora no quiso. Gran visión comercial la suya.


Aquí están los cinco 'pipiolines' encargados de darle forma a Helloween en 1986. Ahora ya sólo quedan los dos de arriba empezando por la izquierda. Los dos de abajo son los 'desterrados' (con mucho más pelo del que ahora tienen) que se van a unir en la nueva gira. ¿Y el que queda? Fallecido. Una triste historia empañada por las drogas.

No sabemos si es la edad, o si necesitaban un buen reclamo para llenar estadios, pero parece que todos se van a subir de nuevo al autobús de gira (más bien, y aunque suene menos romántico, al avión) treinta años después de aquel primer Keeper, conformando el tour Pumpkins United. ¿Terminarán tirándose las calabazas a la cabeza?

Halloween es la canción final de Keeper of the Seven Keys I. Dura más de 13 minutos y, desde mi punto de vista, está sobrevalorada por los puristas de la banda (demasiadas idas de olla). Os dejo el vídeo como mera curiosidad,
por ese puntito cutre ochentero que tanto atrae a los nostálgicos


A diferencia de los anteriores protagonistas de VDLN: Cosecha del 86 -Europe y Bon Jovi-, Helloween nunca ha sonado en las fiestas de ningún pueblo español (excepto en la radio de alguna peña), ni tiene ningún temazo habitual en Rock FM, así que en este caso me voy a deleitar colgando la mejor canción del disco, la que no suele faltar en ninguno de sus conciertos (ni en los de Gamma Ray): Future World, de la que no he encontrado vídeo pero que se puede escuchar aquí a las mil maravillas.


La noticia de la reunión ha dado una alegría a muchos fans, aunque para ser justos, no es la primera. Hace nueve años Helloween se recorrió medio mundo con su Hellish Rock Tour, acompañados de Gamma Ray (con Kai Hansen como invitado estelar) y de Axxis. De hecho, ésta vuestra Cibermadre les acompañó en su paso por España metida en el autobús de gira de Axxis durante cinco días (ojo, como periodista de investigación, no me toméis por una groupi).

Fue una experiencia cojonuda imborrable de la que me llevé grandes recuerdos. De hecho, me gustaría dedicar este post a José María, un chaval de Málaga que puede considerarse el mayor superfan de Helloween de Despeñaperros para abajo. Aquel chico se cogió una semana de vacaciones, se compró entradas para todos los conciertos de la gira por España (Barcelona, Lugo, Bilbao, Madrid y Granada), se hizo cientos de kilómetros por nuestra geografía siguiendo la estela de su grupo favorito, durmiendo en el coche... Al final, como coincidíamos en todos los conciertos, trabamos amistad.

Pero esa es otra historia que merece su espacio propio en otro VDLN...

¡FELIZ FINDE A TODOS!



lunes, 14 de noviembre de 2016

Jefe, ¿puedo salir a mi hora?

La semana pasada fui incapaz de recoger ni un sólo día a los niños de sus respectivos coles. ¡Y eso que soy autónoma y trabajo normalmente desde casa! Pero los benditos abuelos siempre están ahí para cuando vas de cráneo con las entregas. Para llevar a la piscina, o a inglés, o para darles de merendar mientras yo estoy repoblando blogs, revisando redes sociales, atendiendo llamadas... todo a lo Nacho Cano, con pantallas y teclados por doquier.

Peor lo tiene el padre analógico, que a parte de lidiar con cierres infernales y gobiernos que se presentan al público más allá de las 19 horas (y así es como el 'nuevo' Ejecutivo de Rajoy empieza a tomar medidas por la conciliación), también debe enfrentarse al temido monstruo de los atascos, si es que quiere llegar, al menos, a la hora de la cena.

Lógicamente, este noviembre de horror mediático papá periodista se ha perdido algún cuento de buenas noches. Y así seguirá siendo, salvo que la rutina de los grandes gerifaltes cambie. Y digo yo: ¿por qué hay tantos directivos y altos cargos que no saben llegar pronto a su casa? Porque yo me he encontrado con muchos que, sin haber nada grave o urgente que resolver, se han quedado delante del ordenador. Como si no tuvieran una familia con la que hablar después de una larga jornada de trabajo; o unos amigos con los que tomarse una cerveza; o una película en el cine para disfrutar; o un gimnasio en el que sudar; o una casa de la que disfrutar y un sillón en el que tumbarse a leer un buen libro (electrónico o en papel).

Un rincón para desconectarse del correo, del móvil y de las miradas inquietas de los que se quedan calentando el asiento para hacerle la pelota. O, peor aún, de los que se quedan más allá de su hora estipulada por contrato porque ese jefe que no tiene vida le amenaza con miradas a lo Anakin Skywalker días antes de pasarse al lado oscuro cuando le ve ponerse el abrigo.

- ¿Queda algo, jefe?
- Estoy esperando el OK de la central
- ¿Eso quiere decir que me puedo ir?
- (silencio sepulcral)

Cuando el futuro de la empresa depende de ese OK puedes llegar a entenderlo pero, demonios, cuando el OK puede esperar a mañana, ¿por qué en multitud de casos se alarga la letanía? Y si esa letanía se repite día sí, día también, ¿no sería más lógico instaurar turnos de trabajo para cubrir ese espacio dedicado a las emergencias? O contratar a alguien más, que vivimos en un país en el que la tasa de paro sigue rondando el 20% y falta hacen nuevos puestos...

¿Esos jefes no valoran la posibilidad de que, si existe algún contratiempo de urgencia, las tecnologías con las que contamos hoy en día permiten trabajar desde casa? Y cuando digo 'de urgencia', señores directivos, no me refiero a todos los días.



#SALPUNTUAL: LA LUCHA DE UNA MULTITUD
A todos los que sufrimos el mal endémico del calentamiento de la silla de trabajo, una importante masa crítica, internet nos ha dado armas que han fomentado un cierto empoderamiento (pobre pero 'honrao'). Principalmente de unión, de protesta y de puesta en común de posibles soluciones.

Uno de los movimientos más destacados en los últimos días ha sido el de #salpuntual, promovido por la iniciativa #mamiconcilia, cuyo objetivo es el de llamar a la reflexión sobre la cultura del presentismo. "¿Por qué no nos vamos a casa cuando se cumple nuestro horario? Muchas veces porque tenemos cierta fobia a salir el primero de la oficina, porque tenemos miedo de que se entere el jefe ya que, por regla general, en España se premia calentar el asiento", razonan desde la organización.

Y no les falta razón. De hecho, para realizar tales afirmaciones, se apoyan en dos datos inquietantes. Uno proviene del informe  Diagnóstico de la igualdad de oportunidades en la pyme española, realizado por la Fundación Mashumano: “El 70% de las pymes considera más productivo a aquellos trabajadores que permanecen largas jornadas en sus puestos de trabajo, penalizando a aquellos que, aún cumpliendo sus objetivos, cumplen los horarios”. El otro, de la III Encuesta Adecco sobre Presentismo Laboral: "El 53% de las empresas españolas reconoce tener trabajadores presentistas, un 13,2% más que en 2015”. En definitiva, que cada día vamos a peor.

Con el fin de hacer despertar a jefes y empleados y de demostrar que calentar la silla no es sinónimo de mejores resultados, en septiembre de 2014 #mamiconcilia y la plataforma Mujeres Directivas importaron a España (y a otros países de habla hispana) el Go home on time day (Día de irse a casa a tiempo) que se celebra en Reino Unido desde el año 2000. Para que tuviera más tirón en España, se rebautizó con el nombre #salpuntual.

Este día oficial siempre se celebra siempre en miércoles. En 2016, la tercera edición celebrada en España ha preferido no centrarse en un día, que sabe a poco, sino en algo más de un mes, tomando como referencia de inicio la jornada británica (el 5 de octubre) y de final, la australiana (el 16 de noviembre). En este tramo seguramente hemos sido pocos los que hemos cumplido, pero hemos conseguido reflexionar sobre la productividad en el trabajo y sobre el bienestar que nos ofrece salir del trabajo a nuestra hora.

"Estamos convencidos de que si salimos puntuales del trabajo comprobaremos que no solo no se hunde el mundo, sino que probablemente incluso somos más productivos que el resto de los días. Si invirtiéramos el hábito y lo hiciéramos todos los días, abordaríamos el trabajo con más motivación y energía", afirman desde #mamiconcilia. 



PROPUESTAS PARA CONSEGUIR EL OBJETIVO

Desde #salpuntual nos ofrecen una serie de ideas (que esta vuestra Cibermadre ha aderezado con alguna propia) para alcanzar el objetivo no sólo un día, sino (casi) todos. Y se pueden aplicar seas jefe o no (de verdad que se puede, jefe):

  • Ponte una alarma en el móvil 10 minutos antes de tu hora de salida, para rematar lo que estás haciendo, planificar el día siguiente y recoger. Pega un post-it en tu mesa de trabajo a modo de recordatorio.
  • No pierdas el tiempo con cafés eternos, cigarros constantes en la puerta de la oficina, mirando el whatsapp, el facebook, el twitter, el instagram... Céntrate en lo que debes para tenerlo todo listo a la hora de salida.
  • Comparte la idea con tus compañeros, así te costará menos salir el primero. Y difúndela entre tus contactos por mail, whatsapp o redes sociales (ojo, en tu tiempo libre, no te despistes que luego te toca quedarte haciendo horas extras).
  • Haz planes que te apetezcan siempre que puedas, y mejor acompañado. Si no sales puntual, quedarás mal con alguien que te importa.
  • Sácate una foto disfrutando de tu tiempo libre y ponla visible en tu lugar de trabajo para que te recuerde que merece la pena salir puntual, y no solo el día de #salpuntual.
  • Comparte con los demás los beneficios para cuerpo y mente que te ofrece el estar a tu hora fuera del trabajo. No hay nada como darle envidia a los tuyos para crear escuela.
  • Aborda la tarea más importante a primera hora y termina la jornada con tareas rutinarias, ni importantes ni urgentes.
  • Evita reuniones a última hora
  • Cuando salgas por la puerta, desconecta. Deja el ordenador en la oficina, apaga el móvil de empresa (si puedes, claro). Y ni se te ocurra llevarte trabajo a casa. Si no, de poco sirve salir puntual.
¿Y a ti? ¿Se te ocurre alguna idea? 
 ¡Y recuerda que el 16 de noviembre hay que salir puntual!

viernes, 4 de noviembre de 2016

#22 Viernes Dando La Nota: Cosecha del 86 - Slippery When Wet

Esta semana no es como las otras. La música en nuestra casa hoy suena triste, mucho más con la lluvia de fondo. Mucho más cuando estás esperando una llamada, un adiós sin palabras.

Nuestra yaya se nos va. La última bisabuela que nos queda está en el hospital, apagándose lentamente. Con sus 91 años, cumplió con el refrán de 'Mujer enferma, mujer eterna'. Pero a esa eternidad le quedan horas. Es más, para ella ya se ha terminado, ya está dormida para no despertar. Con la lluvia de fondo.

No tengo grandes ganas de escribir, las cosas como son, pero ella merece una canción de despedida. Además, para este VDLN tenía previsto seguir con esos discos que acaban de cumplir los 30 (61 menos que Elvira). Curiosamente con el Slippery When Wet de los Bon Jovi de pelos cardados, pañuelos de colores vistosos, hombreras y botas con espuelas. En este disco uno puede encontrarse otra de esas joyas que nunca faltan en el break rockero de las orquestas de las fiestas de pueblo: Livin' on a prayer (vuelvo a dejaros los enlaces, que sé que os gustan los clásicos).

Pero no es el único hit del tercer largo de la banda de New Jersey: You give love a bad name y Wanted dead or alive también pueden escucharse en esta maravilla de disco, el primero de Bon Jovi en el que el productor y compositor Desmond Child metió sus manos (resumen para los que no le conozcáis: una máquina de éxitos musicales, responsable de muchos temazos de Meat Loaf, Aerosmith, Kiss, Cher, Ricky Martin y una larga lista en la que, por supuesto, Bon Jovi tiene un sitio especial).

Pero no se trata de dejar sus temas más conocidos, sino de destacar alguno de los que quedó en segundo plano. En una ocasión normal hubiese escogido un tema más cañero, pero las circunstancias me han empujado a elegir Never say goodbye.


Sabemos que es ley de vida, que aunque tenía la cabeza en su sitio y siempre tenía en mente a sus bisnietos este día tenía que llegar. Con ella se va la última de una generación que sobrevivió a la Guerra Civil; una mujer que paseó diariamente por el Madrid de la posguerra; que, con una salud endeble, superó la muerte de una hija y lo dio todo por su otra pequeña después de quedarse viuda a los 40. Vivió momentos difíciles, sí, y otros muchos también dulces.
 
Qué triste es perderla. La vamos a echar mucho de menos, pero no le vamos a decir adiós, porque va a seguir con nosotros, en nuestro recuerdo, en nuestro corazón. Siempre.


martes, 1 de noviembre de 2016

Halloween, cumples y yogures

Aprovechando el Día de Todos los Santos y el pseudo puente que hemos podido cogernos (aunque con el portátil siempre a cuestas, fiel escudero de cualquier autónomo), nos hemos juntado toda la family en nuestro pequeño reducto conquense: padres, niños, abuelos, tíos, primos, sobrinos... En total cinco jubilados, cinco matrimonios y medio y ocho muchachos y muchachas de entre 1 y 10 años compartiendo el pan, con todo lo bueno y lo mano que ello conlleva.

Es una lata preparar comidas y cenas para 24 personas, aún más cuando no hay lavavajillas y luego hay que hacer turnos para fregar a mano. Sí, ya sé, ¿dónde queda lo tecnológico de la que aquí suscribe cuando se va al pueblo? Sería tan estupendo tener un Bautista robótico que se encargara de todo durante estos días de frenética actividad y poder aprovechar para dedicarnos a la meditación (¿ein?) y a la vida contemplativa (¿EIN?).

A pesar de tamaño lío, nos encanta pasar esos ratos eventuales juntos y hacer planes del tipo "nos vamos a pasear por la dehesa", "a ver cómo baja el río", "a coger níscalos", "a la plaza a jugar al balón en el frontón y al pilla pilla", "a echar una pocha después de la cena al calor de la lumbre"... Los móviles y las tablets viajan con nosotros, pero terminan en el cajón, porque sabemos que no los vamos a necesitar para sobrevivir durante el tiempo que transcurra el encuentro... y porque no hay cobertura.

 FIESTAS Y YOGURES
Como luego vamos todos de cráneo con las agendas (ya hablaremos otro día de los cumpleaños y los parques de bolas), aprovechamos que teníamos a todos los pequeños vástagos reunidos para celebrar prematuramente el cumple de nuestro pequeño Miguel: merendola al aire libre con el tiempo a favor y disfraces de Halloween. ¡Un planazo! Y para comer, bocadillitos de pan de leche, una tortilla, zumos, tarta y los nuevos Iogolinos que Nestlé nos mandó hace unos días gracias a la intercesión de la comunidad Madresfera.

Durante estos días grandes y pequeños hemos podido probar las siguientes variedades: las de comer con cuchara Natural, Pera, Plátano, Melocotón, Fresa y Frambuesa; y las bolsitas de Plátano y de Manzana/Fresa. Los de tipo Suave y Cremoso vienen en packs de 6 unidades de 60gr, y se pueden comer a partir de 6-8 meses, dependiendo del sabor. Los de Pera y Natural vienen en pack de 4 unidades de 100gr. Las bolsitas, de 90gr., varían de edad según el sabor.

A diferencia de otras ocasiones y de productos anteriores que hemos podido probar, éstos no han tenido muy buena aceptación, sobre todo entre los más pequeños, su potencial público objetivo.
Empecemos por valorar determinadas características del producto.

- Variedad de sabores: Es muy amplia, eso es indiscutible. Nos ha gustado especialmente la de melocotón, que se sale un poco de lo habitual y sabe bastante parecido a una fruta que en casa nos encanta. ¿Añadiríamos alguno más? Seguro que sí, queda mucho margen (sin tener que incluir sabor a lentejas con chorizo o a judías verdes con jamón). Quizás piña o coco... para la próxima. Nota: 5

- Textura: Aquí es donde, creo yo, patina el producto en el paladar de los pequeños. Es espeso, parecido al petit, y un poco terroso. He de decir que los mayores (6, 7 y 10 años) no han puesto pegas y los han devorado, pero los pequeños (entre 1 y 4 años, una franja en la que está el público potencial de este producto) no se los comieron con mucho gusto. Ninguno de los que probaron, y mira que hay sabores... Ni si quiera Miguel (2 años), al que es más barato hacerle un traje que invitarle a comer. Y lo mismo ocurrió entre los catadores maternos y paternos, que pusimos en común nuestros pareceres y estuvimos de acuerdo en que lo peor de las tarrinas es su textura.  Nota: 1

- Sabor: Como ya he comentado antes, gana con diferencia el de melocotón. También el natural y la bolsita de plátano han tenido buenas críticas, sobre todo esta última con su cierto regustillo a pastel, suave y dulce. El resto no saben mucho a la fruta que deberían saber, el sabor lácteo es mucho más potente, un aspecto que, lógicamente, ha gustado a unos y disgustado a otros. Aunque no necesita frío, sabe mejor recién salido de la nevera. Nota: 3

- Facilidad de transportar y llevar fuera de casa: Ahí está otro de sus puntos fuertes. Son ideales para esas meriendas de emergencia, para cuando vas de viaje... sobre todo las bolsitas. Como no necesitan frío, lo echas al bolso y te olvidas... hasta que toca comerlas, claro. Nota: 5

A lo largo de estos días también he estado observando y comparando sus valores alimenticios. Para empezar, no tienen gluten, lo cual es un punto a favor cuando tienes un celiaco en la familia. En el apartado hidratos de carbono/azúcares, está dentro de los valores habituales de un yogur cualquiera (en algunos incluso son menores). En el de grasas, y sobre todo las saturadas, sí que está un poco por encima.

Conclusión: Tenemos entre manos un producto que, en mi caso, no va a ir más allá de meriendas esporádicas fuera de casa, partiendo de la base de que a los míos no les ha gustado por su textura terrosa. A nivel nutricional se acerca bastante a lo que encontramos en otros yogures que ocupan el espacio de las estanterías del súper, aunque con algo más de grasas saturadas, con lo cual podemos comerlo de vez en cuando, sin abusar.


¿Y vosotros? ¿Los habéis probado? ¿Qué os han parecido?


viernes, 21 de octubre de 2016

#21 Viernes Dando La Nota: Cosecha del 86 - The Final Countdown

Hace unos días charlaba con el padre analógico sobre la posibilidad de escaparme al concierto que Europe dará el mes que viene en Madrid con motivo del 30 aniversario de The Final Countdown. Sí, queridos míos, 30 años se cumplen ya de aquella melodía de teclados reconocida en el mundo entero (que, comparados con los 90 que acaba de cumplir el tito Chuck Berry, no son nada); de aquella cuenta atrás que no suele faltar en el repertorio de ninguna orquesta de fiestas de pueblo que se precie; de aquellos pelos cardados llegados de frías tierras escandinavas que acapararon portadas tanto de la Heavy Rock como de la SuperPop, siempre confrontados con Bon Jovi... qué tiempos aquellos.

El caso es que, aprovechando la coyuntura, rebuscamos en nuestra estantería musical y nos dimos cuenta de que 1986 fue un año de grandes joyas musicales y de curiosidades cinéfilas: vimos por primera vez a David Bowie enfundado en el traje del Rey Jareth, malvado protagonista de Dentro del Laberinto; Bon Jovi publicaba su Slippery when wet, con temazos tan tremebundos como Livin' on a prayer; Kim Bassinger se despelotaba en Nueve semanas y media a ritmo de la versión de Joe Cocker de You can leave your hat on mientras Iron Maiden sacaba Somewhere in time; Jeff Goldblum se convertía en La Mosca casi al mismo tiempo que Metallica ponía en el mercado su Master of Puppets...

Era tan larga la lista (sobre todo la musical) que decidí cerrar los últimos VDLN de 2016 con esos discos concretos que este año han cumplido la treintena bajo el título 'Cosecha del 86'. Empezando, por supuesto, con mis suecos favoritos. Pero no eligiendo la canción más típica, porque ya todos la conocéis y de lo que se trata es de descubrir nuevas sensaciones, ¿no? Así que me quedaré con alguna de las composiciones menos escuchadas del disco en cuestión.

Primero un poco de historia patrocinada por Wikipedia. The Final Countdown fue el tercer álbum de estudio de Europe, el más exitoso de los suecos, que hasta la fecha ha vendido más de 6 millones de unidades en todo el mundo. En su listado no sólo está LA CANCIÓN (os voy dejando links, por si os apetece hacer un 'remember'). También incluye otras que lo han petado a lo largo del tiempo como Carrie (cuantos habréis arrimado cebolleta con esta baladita, ¿eh, bandidos?), Cherokee y Rock the night. Como curiosidad, muchas de las canciones del disco aparecen en Hot Rod (2007), una peli para pasar el rato y echarse unas risas que pasó sin pena ni gloria por alguna cartelera del mundo.

Aquí vuestra Cibermadre (antes de ser madre) con el cantante de Europe, Joey Tempest.
La eterna pugna de guapuras con Jon 'meestirolasarrugas' Bon Jovi la ganó este sueco cincuentón
y su cuerpo serrano 100% libre de botox

Entre las que quedan mi favorita es Ninja. Aquí os dejo un vídeo que, creo, no es muy oficial, pero da el pego y transmite ese sentir ochentero que tanta nostalgia nos despierta a algunos.


Con el cariño que les tienen en Japón y la pasta que se dejan los nipones en música, no es de extrañar que les hicieran guiños de vez en cuando. Es más, su compañía de discos no sería la primera ni la última que 'invitase' a sus músicos a dorarle la píldora a los oriundos de la tierra del sol naciente. Ésta en concreto no es que sea el colmo de la composición, pero queda fetén en los conciertos... ¡¡Ninja Survive!!

¡¡Feliz y musical fin de semana para todos!!


 


domingo, 16 de octubre de 2016

Cambio de generación, cambio de pantalla a la hora de comer

Una de las cosas que recuerdo de mi niñez es mi adicción a la televisión. Mi madre cuenta muchas veces que en cuanto fui capaz de llegar al botón de encendido de la caja tonta (probablemente con menos de dos años) lo primero que hacía al despertar, o al volver de la calle, era encender el televisor. Aunque luego no lo viese y me fuese a mi cuarto a jugar, pero no permitía que se apagara.

Sólo había una tele en casa y siempre estaba de peleas con mi abuelo, que vivió con nosotros desde que se quedó viudo recién jubilado hasta que murió a los 88 años, por elegir cadena a la hora de comer: o telediario o dibujos animados. Esa era la cuestión. Y siempre había un ganador: el tubo de rayo catódico. Comíamos embobados sin charlar, sin mirarnos. Sólo con la vista fija a la pantalla.


El tiempo pasó, nuestro cuerpo cambió (la tele perdió culo y yo lo gané). Y ahí seguimos las dos, compartiendo penas y alegrías, aunque nuestra relación se ha enfriado. Ya no me peleo con nadie porque no hay ningún contenido que me retenga. En realidad ya sólo la utilizo, le dejo a los niños para que los entretenga: a veces con Clan y otras con Teledeporte. A veces pienso que debería ser sincera y contarle que la he traicionado con mil y un dispositivos, táctiles o no, que ya no la necesito como antes, que ya no conectamos como antes...

Y, de repente, llega la noche, la hora de la cena y ahí estamos, papá y mamá, frente a la pantalla, dejando que nuestros cerebros se dispersen con algo sencillo de digerir. Y, como no, siempre están cerca los smartphones, por si hay que twittear algo, y la tablet, por si alguno se aburre y se quiere echar una partida al Crossy Road (pero qué fan soy de este juego). Pantallas, pantallas y más pantallas.

Una hora antes, los enanos han cenado en la cocina. Sin tele, pero con tablet. He de decir que en los últimos meses ha estado más apagada que encendida, pero hay días en que la reclaman y no se la puedo negar, siempre que se hayan portado bien, claro. Después de un largo día de colegio, de academias, de deberes... ellos también necesitan su momento de dispersión.

ESTUDIOS QUE NOS MUESTRAN NUESTRA IMPERFECCIÓN

¿A qué viene esto? Quería enlazar esta reflexión a un estudio que CinfaSalud acaba de publicar aprovechando el Día Mundial de la Alimentación, que se celebró el 16 de octubre, y que ha sido realizado con una muestra de 3.000 padres y madres de niños de entre 6 y 12 años. Titulado Percepción y hábitos de salud de las familias españolas sobre nutrición infantil, asegura que el 71% de los niños españoles comen con una pantalla (cualquiera) delante. De ese total, más del 25% lo hace de forma habitual y, según el estudio, éstos tienen más papeletas de sufrir sobrepeso y obesidad que los que no lo hacen.

Según el doctor Cristóbal Coronel, secretario y miembro del grupo de trabajo de Nutrición y Patología Gastrointestinal de la Sociedad Española de Pedriatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap), las pantallas "deben aparcarse durante la comida, porque impiden disfrutar de las texturas y sabores de los alimentos. Además, no permiten la conversación familiar y anulan cualquier posibilidad por parte de los progenitores de inculcar a sus hijos e hijas hábitos saludables a la mesa, que les ayuden a prevenir el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónicas de base nutricional en la infancia como la diabetes o la hipertensión".


No digo que no sea verdad pero no estoy del todo de acuerdo con ese razonamiento. No se trata sólo de ver la pantalla mientras uno se come el filete (a mí, personalmente, ese entretenimiento me ha ayudado a comer más despacio y a no devorar, como desaconseja la comunidad médica). Se trata de alimentarse de forma variada comiendo cantidades razonables, algo que estamos perdiendo por pereza, por falta de tiempo o por no discutir con los niños. Cenar salchichas, pizza u otros alimentos precocinados es un clásico en las noches de 'no sé qué hacerles hoy a los niños' cuando sería mejor una ensalada, un pescado o unas verduras a la plancha.

Se trata de salir a pasear, a correr, a saltar... de jugar en la calle todo lo que podamos para quemar calorías y socializar. Pero, claro, a veces es más fácil dejar a los niños aparcados frente a la tele mientras terminamos de hacer limpiezas, comidas, cenas, mandar mails o, muy de vez en cuando, jugar al Crossy Road.

Se trata de hacerles almorzar y merendar fruta de forma habitual, de que desayunen, de que duerman las horas que necesitan... Según el estudio, casi el 83% de los niños no desayunan correctamente. ¿Y qué es desayunar correctamente? "Un lácteo, un cereal y una fruta", dice el doctor González Zorzano, experto en nutrición del Departamento Médico de Cinfa, que añade que sólo el 11,7% de los niños toma fruta en el desayuno y que el 17,6% bebe zumo natural (es un hecho: en mi casa y en la de muchos otros se bebe de brick). El informe también advierte de que el 12,2% de los menores españoles sigue tomando bollería industrial en el almuerzo y que el bocadillo sigue siendo el tentempie favorito de padres y niños.

No, señor. El problema no está en mirar la pantalla mientras nos alimentamos. Si nuestros hijos siguieran a rajatabla las recomendaciones de los nutricionistas pero, por el contrario, comiesen y cenasen (equilibradamente) delante de Peppa, Pocoyo, Chase y compañía, ¿caerían en el pozo de la obesidad y la diabetes? No estoy muy segura de ello, de hecho creo que merecería la pena llevar a cabo el experimento.  
¿Alguien se anima?